Hace un mes cayó en mis manos "24 horas con mi
Álter Ego y mi Súper Yo", la obra de teatro recientemente publicada por
Nicolás García Sáez. El título me pareció ─y me sigue pareciendo─ sugerente,
provocador. Comencé a leer la obra y, al llegar al último acto, el vigésimo
cuarto, supe que quería interpretarla. Formo parte, al igual que Nicolás, del
numeroso, intenso y siempre tan lúdico Colectivo Los Verdes: allí todos nos
dedicamos a disciplinas que tienen que ver con el Arte, la Cultura, y me pareció una buena
idea organizar junto a ellos y la editorial Sátira y Musa una interpretación en
mi casa. Para no estar tan "desarmada" la leí sola, tres veces y en
voz alta, antes de hacerlo frente al público. Cada vez que la leía me
interesaba más, iban apareciendo matices de los personajes, sus tremendas dudas
íntimas y burlescas. Qué coraje. La obra cobraba vida propia y yo, que la
seguía fascinada, sentía a mi alrededor un cúmulo de espejos infinitos en el que
cada tanto dialogaban ecos remotos de Copi con Beckett, de Pinter con
Pirandello, y sus obras a las que, me entero luego, es asiduo el autor. El
domingo 25 de noviembre hicimos "La Función". Fue muy placentero
recorrer los diálogos del Yo, con el Álter Ego y el Súper Yo y unos invitados
de la órbita psicoanalítica totalmente desacralizada que hicieron reír y
emocionar a los concurrentes, un público profuso, heterogéneo, muy receptivo y
con una energía general y circundante que era exquisita. Celebro que en estos
tiempos tan difíciles sucedan este tipo de cosas.