martes, 4 de junio de 2024

Antes de mí

Antes de mí…

Perseguir, una persecuta, hoy lo llamamos random…creyendo tener una claridad propia o la mirada sesgada que se apropia de nosotros,los virtuales.

Antes de mí…

¿Está basada nuestra historia en hechos reales?

Yo, antes de mí, le tocaba el timbre a mis vecinos para salir a jugar.

Ahora como caras de ortis porque no se qué miércoles digital se comió.

Antes de mí…

Mañana me voy a sacar la reposera con un pintxo de tortilla.

Antes de mí…

 Y un vinito, a ver…a ver…

 

 

#Mapeocerebral (inédito): Ruth Moratilla Sanz

Imagen (inédita): RMS

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

Omnipresente


Perderse por callecitas en las que una nunca anduvo tiene un encanto especial. No imaginé que un bar de tapas -en el barrio gótico de Barcelona- iba a ser la antesala de una pasión. Faltaban días y kilómetros para vivirlo.

De mi acento chileno, aquí, aparentemente, no queda nada y en cuanto hablo me dicen argentina. Para acortar explicaciones digo que sí. El caballero que me atiende, no duda en levantarse la camisa y deja a la vista un enorme tatuaje de Diego, o Dios, como lo llama. “Soy napolitano”, explica, “lo tengo tatuado en el alma y el corazón”, sonríe como si hubiera algo que nos uniera. No lo sé.

Ya en Nápoles, sé que en el barrio latino está el altar del cebollita. Al caminar por las callejuelas del centro, ya se puede palpitar el cariño, la admiración, en todos lados hay grafitis, banderas, negocios con su nombre, es Dios, repiten siempre. No creo que sea para tanto, pero es entendible al pensar en los dos scudettos, la Copa de Italia, la Supercopa, la Copa de la UEFA que les hizo ganar y los 115 goles que anotó, oficialmente, mientras jugó en estas tierras.

Buscando una pizzería que me habían recomendado, llego justo al otro lado, el GPS a veces se pone caprichoso. Ésta es antigua, data de 1923 y solo hace pizza. El barrio, dicen que antiguamente no era muy seguro, también dicen que Maradona iba con su Ferrari roja, la estacionaba por ahí. con las llaves puestas y nadie la tocaba.

Anécdotas por todos lados. Un señor de unos 35 años cuenta que él no se duerme sin antes ver alguna jugada del diez. Deambulo entre cientos de personas que caminan por las calles del centro antiguo, me detengo en el Bar de Nilo, un verdadero santuario: fotos, objetos, hasta un cubo de acrílico que da vueltas con un mechón de pelo de Maradona. Monotema. Se nota que el lugar es famoso, los transeúntes entran sin parar mientras se piden un expreso en la barra, hablan con el dueño y sacan fotos. Para terminar la extensa caminata parada obligatoria en, claro, la pizzería Santa Maradona. No sé si Nápoles tiene la mejor pizza , pero apasionados son, eso seguro.

 

Desde Nápoles, texto y fotos (inéditas): María Paz German

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos