Perderse por callecitas
en las que una nunca anduvo tiene un
encanto especial. No imaginé que un bar
de tapas -en el barrio gótico de Barcelona- iba a ser la antesala de una pasión. Faltaban
días y kilómetros para vivirlo.
De mi acento chileno, aquí,
aparentemente, no queda nada y en cuanto
hablo me dicen argentina. Para
acortar explicaciones digo que sí. El caballero que me atiende, no duda en
levantarse la camisa y deja a la vista un enorme tatuaje de Diego, o Dios, como
lo llama. “Soy napolitano”, explica, “lo tengo tatuado en el alma y el corazón”,
sonríe como si hubiera algo que nos uniera. No lo sé.
Ya en Nápoles, sé que
en el barrio latino está el altar del cebollita. Al caminar por las callejuelas del centro, ya se puede palpitar el cariño, la admiración, en todos lados hay
grafitis, banderas, negocios con su nombre, es Dios, repiten siempre. No creo
que sea para tanto, pero es entendible al pensar en los dos scudettos, la Copa
de Italia, la Supercopa, la Copa de la UEFA que les hizo ganar y los 115 goles que anotó,
oficialmente, mientras jugó en estas tierras.
Buscando una pizzería
que me habían recomendado, llego justo
al otro lado, el GPS a veces se pone caprichoso. Ésta es antigua, data de 1923
y solo hace pizza. El barrio, dicen que antiguamente no era muy seguro, también
dicen que Maradona iba con su Ferrari roja, la estacionaba por ahí. con las
llaves puestas y nadie la tocaba.
Anécdotas por todos
lados. Un señor de unos 35 años cuenta que él no se duerme sin antes ver alguna
jugada del diez. Deambulo entre cientos de personas que caminan por las calles
del centro antiguo, me detengo en el Bar de Nilo, un verdadero santuario:
fotos, objetos, hasta un cubo de acrílico que da vueltas con un mechón de pelo
de Maradona. Monotema. Se nota que el
lugar es famoso, los transeúntes entran sin parar mientras se piden un expreso
en la barra, hablan con el dueño y sacan fotos. Para terminar la extensa caminata parada obligatoria en, claro, la pizzería Santa Maradona. No sé si Nápoles
tiene la mejor pizza , pero apasionados son, eso seguro.
Desde Nápoles, texto y
fotos (inéditas): María Paz German
Especial para Los
Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos