lunes, 30 de mayo de 2022

El poema ¨otoño¨ traducido a la lengua de los hermanos Kaurismäki

SYKSY

Katson, näen, tunnen Usein jopa liikutun Sun' vaihtelevan, kuoleman ja ylösnousemuksen värien mukaan, jotka seuraavat vuorokaudet, iltapäivät ja yöt Ja nyt peittävät loppuvan kesän virtaavat vuorovedet Kuin lumihiutale, joka lämpimässä kädessä sulaa Sekä meteoriitti, joka hentona häviää.

 

OTOÑO

Veo, siento / a veces me conmuevo / con tus colores de muerte / y resurrección / que atraviesan los días /  las tardes, las noches / y apagan la marea del verano / que cayó / como el cálido copo de nieve / o un meteorito leve

 

Traducción al finés +  imagen (inéditas):  Kati Pohjola*

Poema: Nicolás García Sáez 

* Ciudadana finlandesa, especialista en cultivos y huertas, docente, vive en Argentina desde 1983 y en Ushuaia desde el año 2000

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos  

sábado, 28 de mayo de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (entrega decimosexta)

Tras obedecerle, continúa: “me surgió así y el mismo día en que la vi por primera vez -corrige-: por favor, escribí mejor: *por vez primera* -suena más armonioso,  en este caso, que “por primera vez”, que interrumpe el desarrollo de la acción poética- ¿entendés?... Quizás no entiendas y no es malo que lo admitas, pero así se empieza: no entendiendo. Para que después entiendas, o no entiendas que nunca da lo mismo.

Y repite, a ritmo de escritura, como parte de un  dictado a algún imberbe de primaria… “Poné, nomás: por… vez… pri-me-ra, tras horas de no poder borrarla de mi mente, enferma de la idea de tenerla… ¿Qué tal?, ¿más aliviado, ¿sí?... Es una pena que el poema antes deletreado no haya salido de tus yemas, pero claro, no sabrías aún a quién va dirigido. Ya vas a saberlo, tiempo al tiempo: soñarás con ella.

Hay esparcidas, por ahí, demasiados datos, causas, huellas. Imposible no hallarla. ¡Busca!, ¡Busca, busca, busca el hueso, perro!, que el que busca, encuentra.

Me costó tantos años encontrarla, llenarme de sus besos y palabras, estar en sus jadeos y en sus alas; soportar mi no saber y el que me enseñara, ¡a mí!, fogueado en la esperanza de aprender algo del amor pero sin haber sentido de una sola hembra nunca las palabras de nombrarlo. Hasta hacerse ella, que las dijo, todas y de esa única manera. Y creo entrever que tenemos un problema, mi escribiente amigo, porque si provoca tanto corte en tu sistema -más que nervioso: ansioso y compulsivo-, nunca sabrás de mí cómo se llama, robaré de tu cerebro páginas en las que aparezca. No quiero que la manches; no soy el prisionero de una cárcel, mostrando a un compañero, en su celda de penar, fotos de su amante, de su hembra, para que ese otro -vos-, al recordarla, la posea sin haberla merecido, una y otra vez. Tendrás que descubrirla en tus oídos.

 

Escuchar lo que Cupido trama. Y será drama, lo puedo ya firmar con sangre de la que no tengo ni ella tiene.  Con nombres y apellidos.  Los tuyos y los míos.

Quizás duermas, cuando ella, al alba, te permita verla y altere tus sentidos y tu calma.

Dicho esto, me despido. Y se fue, se escapó de mi mesa de trabajo y de mi mate.

Él, Bustos. Ella, no. No la de mi drama y arte sin ser parte. No pude aguantar más.

Y así llamé a quien me dio ganas de llamar. Y fue poema. Que no voy a escribir, para que se quede Bustos donde está y no venga a reclamar que es un poema suyo.

Y allá fui. Y estuve predispuesto a que una frase parecida de mi amiga, me diera vida o muerte; de su voz saliera y me condenara a ser hombre para siempre. Pero no. No tuve yo esa suerte. No para mí la que para Bustos, a cambio de esa lluvia, hubo.

Si lo hubo… ¿Y si fuera todo un invento, una mentira, para crear a la mujer perfecta, que logró de una tormenta pasajera, poesía? ¿Y qué sé yo? ¿Acaso es cosa mía?

Soy sólo un transcriptor al que suceden cosas tan grandilocuentes como ajenas.

 

Siento pena y enojo… ¿Qué locura de mujer podría, a mí, ordenarme…?: “Tus malos pensamientos se quedan aquí adentro, amor, yo los limpio luego”…o algo parecido, para dejar en mí flotando el sortilegio de que un amor , me pertenece sin haber sido amor mío, y pensar en ella más que en mí y que en el mate, al que golpeo sin querer y en todos los papeles se ha vertido; verde naturaleza, esmeralda, hoja, yerba, brillante, inacabado verde.

En esta mujer desconocida, que con sólo señalarse con un dedo el lugar donde se inicia toda la aventura, hasta la duda de las dudas, que bien sabe de certezas, me arrastra la cabeza tan abajo, que sólo veo un tajo de crear, y sueña que, de abrirse para mí, asesinaría al infame y desgraciado que, creyendo ser el dueño de ese sueño, que no lo desveló lo suficiente, se la queda para él y… : “¡Miente!”, grito.

¡Falso! ¡Imposible que ocurriera! ¡Ni antes ni después ni en el futuro absurdo! No es más que una mentira. ¡La perfección no existe!... ¿Escucharé yo, alguna vez…? -“por vez alguna, por favor”, me corregiría Alberto Carlos, para seguir el ritmo que su voz sostiene, si estuviera-, una frase semejante, tan perdurable e insistente antes de ser fantasma como él, con la memoria intacta, con su infinita suerte?

Ya no me cabe otra duda que lo cierto: esto nunca sucedió. ¡Claro que miente!

 

 

Desde Madrid, decimosexta entrega . Texto y ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (fragmento inédito, a sus 9 años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

miércoles, 25 de mayo de 2022

Artilugio y el valor del Arte y los artistas

·NGS: ¿De qué se trata Artilugio?

Magali:  Esta revista es uno de mis más grandes orgullos. No definimos su nombre, que ya existía, pero la tomamos como un proyecto muy incipiente, trabajando con un equipo grandioso que fue cambiando con el pasar de los años. En tres años logramos indexarla en bases de datos internacionales. ¡Una revista de arte! ¡Eso es MÁGICO! Aun publicando obra artística en diferentes formatos y diálogos reales, logramos trascender la acotada ideología de que solo se puede aportar conocimiento a partir de la exclusividad de artículos académicos “escritos sobre”…

Este año la reconocieron dentro del Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas. Esto significa (para mi) que logramos torcer los anquilosados estándares cientificistas argentinos y que la creación/investigación artística, con toda su sensibilidad y su singularidad, puede ser considerada a la par de cualquier ciencia dura y, por ende, reconocida al mismo nivel de excelencia como NECESIDAD BÁSICA HUMANA PARA EL BUEN VIVIR (las mayúsculas son mías), además de ser un aporte indispensable, el Arte, para la evolución/crecimiento/desarrollo de nuestra humanidad.                                                                      

Después de ocho años, acabo de renunciar a su dirección porque es el momento para que el proyecto siga creciendo y vuele en manos de otros y otras.

 NGS:   Felicitaciones por todo el gran mérito, bien logrado. Creo que desde que se pintaron aquellas maravillas en las cuevas de Altamira o en la cueva de las manos, el instinto primigenio, creador y Universal tendría que haber plantado firmemente su bandera y dar a entender al mundo de aquel entonces y al porvenir, que el Arte era, es y será semilla, brote y fruto indispensable para el buen vivir, tanto como el aire para caminar

 Magali:   Estoy de acuerdo, y absolutamente convencida de que el paradigma cientificista con sus métodos impuestos para la validación académica del saber… nos arruinó la humanidad, largamente, y sigue (en menor medida) haciéndolo en la actualidad. Desde mi lugar, trabajo diariamente aportando un granito de arena para revertir esa injusticia.

 

*Magali Vaca: Directora (2014-2022) del Centro de Producción e Investigación en Artes (CePIA) de la Universidad Nacional de Córdoba. Profesora. Investigadora. Licenciada en Cine y Artes Audiovisuales. Especialista en Video y Tecnologías Digitales ·

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

 Podés leer la revista Artilugio acá: 

https://artilugiorevista.artes.unc.edu.ar  

Imagen de tapa de la revista


 

sábado, 21 de mayo de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (entrega decimoquinta)

“¿Vas a salir con esta lluvia?”, me pregunta.

“A lavarme de los malos pensamientos”, le contesto.

“No, amor, los malos pensamientos dejálos aquí adentro”;

Se baja pantalones y bombacha, y señala

todo lo que me pertenece, por decreto suyo,

desde que la quise mía, hace ya tiempo.

“Dejálos aquí un rato que yo, después, los limpio.

Ni uno va a quedar ahí en tu cuerpo si no es bueno.

Entrá y dejálos; y si querés mojarte un rato:

tendéte boca arriba y yo lo hago”…

 

“Cuando una mujer dice algo así, como lo dijo ella,

pensás que se trata de la definitiva y sentís miedo.

“¿Lo viviste, Solá?, ¿Y supiste cómo huirle sin notarse?...

El universo que te abre es infinito; como infinito el tedio

en cuanto todos los planetas te rechazan de su adentro”,

dice, Bustos. a mi espalda. Me doy vuelta y ya casi no está.

 

“Dejóme la sentencia, y la lluvia quedó allí, sin mi apariencia de persona,

mojando porque sí”.  “Dejóme, he dicho, no es lo mismo”, obligándome

a escribir esa palabra toda junta. Me advierte que no elija un sencillo “me dejó”,

como yo quisiera.“Dejóme” -dice el eco- y yo lo pongo, con acento en la ó,

como me impone. “Que no amilane el ritmo del poema”, repite el eco de la burla,

y luego, agrega; “Chau, Solá, querido; ¡y que San Dios te ayude!, porque yo ya me

estoy yendo a otro cerebro que recuerde cómo fue lo que haya sido, si es que fue.

¿Alguna vez coincidirán lo inventado y lo vivido? Si tiene la respuesta, avisemé”

 

Me pongo a rebuscar en los escritos… ¿A quién se refería? ¿De quién habla…?

¿Quién, mujer, puede darle a un hombre, en una frase y algo más,

tanta poesía, tal mayúscula esperanza? “La definitiva…”, me susurra él,

tras el respaldo, nuevamente, de mi silla -harta ya de sostener los huesos

de mi culo-, clavados horas y horas en su horizontalidad-, sin casi musculitos

que ofrecer, puro pellejo y articulaciones que se alimentan de una artrosis que

aumenta con los años. ¿Quién pudo haberle dicho eso alguna vez? ¿Qué maga?

¿Qué indecente poeta -que me enciende los instintos, sensaciones y sentidos-, pudo

haber nombrado así, tan bruscamente, tan ardientemente impune, al mayor de los

deseos: ser la  lluvia del deseo la que lave todo lo que nadie pudo nunca, porque nadie

se ofreció.  ¿Y Bustos, qué?, ante semejante invitación a ser parte del cielo?...

¿Se subió a ella? ¿Se dejó abatir? ¿Hurgó hasta encontrar el descanso prometido,

vaciando entre sus piernas -abiertas a sorber su mal pensar sólido y líquido?;

¿o se escapó, aturdido, a chapotear bajo la lluvia -con Gene Kelly y el otro

señor genio-, por charcos, con paraguas, a los cantos, a los bailes y a los gritos?

Yo hubiese decidido dejar mis malos pensamientos, en esa hermosa grieta

-que imagino mía-, y que ella señalara sabiamente como vertedero único posible

en todo el sideral espacio, en el grandioso y colosal abismo, surcado por quién sabe

-y el que no sabe, omite, idiota-, y se decide a ser pasto de tormentas y otras aguas.

Una invitación así no puede rechazarse a menos que estés muerto, o que no entiendas

la misión de los poetas, que es… - y espero, quieto, a que el señor que dicta todo,

me sople la palabra exacta que advierta a los poetas cuál es su misión en esta tierra.

Pero Bustos calla. No hay respuesta. Y la espera se hace más que sufrimiento, porque,

ella, la del don de haber dicho lo que dijo, me ha sobreexcitado hasta ese grado en el

que ya no puede aguantar uno a estas edades, y esté a punto de estallarle la bragueta.

 

Si una mujer, me hubiese presentado su envase de esa forma, mi delirio no tendría fin,

y, al escuchar lo dicho y repetido: ¿la lluvia habría sido mi único refugio, o esa herida

abierta a mí? ¿Podría haber podido entrar en ella sin que en octubre fuera un hijo…?

 

En mi soledad ya la estaba amando para siempre. Pero ese para siempre era de Bustos.

Y, queriendo ser él, olvidarme de su voz, de su existencia y de que él, quizás,

no eligiera  otra lluvia que su adentro, me fui a calentar agua  a la cocina,

para bajar un poco a ese molesto, empecinado sexo, que a la cocina viene así

-sin un mínimo repliegue- para hacerme compañía, y preparar el mate que despeje

el pensamiento que me acosa, despiadado, en este lunes insomne y mañanero.

 

Y sigue la cabeza dando vueltas -debo prestar atención a no quemarme al llenar de

calentura hirviente el termo-, pero la cabeza es eso que no para y no me deja en paz:

“Si alguna mina, en mi deslucida vida de hombre, así me hubiese hablado:

¿A qué especie de milagro podría haberme conminado? ¿A tomar la Luna por asalto?,

¿A esa misma que Calígula ha querido a gritos en cada escena de cada escenario?

¿A dejar en sus manos los puñales de Bruto y cada uno de los de los otros conjurados?

¿A empeñar el reloj de Gilgamesh, el que no muere, -con él dentro-, arena y tiempo

unidos y entregarle todo lo que, por la inmortalidad, un mortal me pague?

¿Robar la Rueda del Tarot con toda su Fortuna y ante su boca vertical, hacerla suya?

¿Brindarle el coágulo dulzón que deja un río al convertirse en marejada?... ¿Qué?

¿Qué? ¿Qué cosa más? ¡Y, me quemé, carajo! Dejé de estar atento, Pirulero...

Manteca, y a la mesa. A estar en ella, porque, amor, será la bruta condena que te siga

hasta el Instituto del quemado, ardiendo sin descanso, y deseando estar de vuelta.

Y a solas. Y en pecado. Revuelvo diez papeles a la vez y me sugiero: “Solá, calma”.

Comprendo que debo serenarme, que su nombre surgirá en cualuier momento.

Pero mi falo sigue siendo palo y no tiene intenciones de revivir estados laxos

que me inviten a sentirme relajado. Escribo entonces: “Sobre tener ganas”…

y le añado de subtítulo: las manos. O eso creo yo.

 

Imaginarla jadeando, afiebrada, humedecida,

eran cosas de la noche...

Sin palabras era amarla hasta mojarle la herida,

que se abría a los deseos

de mis manos y mis ganas,

creadoras de inocencias, erecciones y lloviznas...

Después de amar, me dormía. La revista resbalaba...

Realidades de once años...

Por esas ensoñaciones vagaba cuando pequeño.

Mis manos, "rebuscadoras", desataban sus pasiones

entre historietas y almohadas.

Todo el día era la noche. Todo mi tiempo, esa hora...

 

Gritó una vez mi maestro que hacer "eso" era pecado.

Lo confirmaron parientes, y la palabra de Dios,

pronunciada con enojo por mi cura confesor.

La soledad de mi cuarto se incomodó de fantasmas

de dedos acusadores y fui perdiendo mis ganas...

 

Un buen día me contaron lo de "pelos en las palmas",

 y contracturé mis puños.

Eliminé toda prueba de delitos del pasado,

para que Dios perdonase, el cura no sermoneara,

y atenuaran mis maestros mi conciencia atormentada, 

por los pecados tan graves

que cometieran mis manos...

 

Muñones agarrotados, que no contaran secretos,

era lo que precisaba...

Las oculté en los bolsillos, las destiné a lo escondido.

Quisieron salir, a veces, pero no lo permití.

Fui controlando mis ganas.

 

Pasaron algunos años.

Fue cambiándome el peinado, cierta pelusa insinuaba,

y apareció el cigarrillo...

Nunca obtuve ese placer que anunciaban por la radio,

pero, soy tan obstinado...

 

-¡Detiene tu crecimiento!-; -¡Hace mal! ¡No fumes tanto!-;

-¡Tu tío murió de cáncer!- -¡Tu abuelo, tuberculoso!-;

-¿Fumar?... ¡"eso" es un pecado!-,

peroraban los mayores con el pucho entre los labios...

 

Y le fui perdiendo ganas, pero fue aumentando el vicio.

Mis manos no hicieron nada. Dormían en los bolsillos.

 

Después, la vida política me transformó en disidente,

en un "vereda de enfrente" de todo lo poderoso...

Casi anarquista, filósofo de tres palmos de narices,

y un dedo y medio de frente... ¡Y unas ganas de hacer bien,

 de servir, de ser valiente...! Me dijeron tantas cosas sobre el caso,

 mis parientes, que sentí miedo y me abrí.

 

Antes de perder las ganas. Antes de perder la vida.

Antes de vivir: huía...

En los bolsillos, mis manos, se escondían retorcidas...

 

De pronto, llegó el amor... Era una chica virtuosa,

pura, intacta, casta, buena...

Como la soñó mamá. Como la soñó mi tía.

Como la soñó su abuela...

 

De tan virgen, no cabía, ser curioso, ser sexual,

ser caliente, ser grosero, ni excitarla, toquetearla,

lamerla, besarla, etcétera...Y fui todo un caballero.

Me comporté como tal...

 

Un día, no sé por qué, me habló de "necesidades”,

urgentes, y de las otras, de "pedidos de la carne",

de "llamados de la sangre", difíciles de entender...

Gritó, lloró y resopló, y me pateó de su vida.

Y su decencia aburrida, fue a olvidar en varias camas...

¡Imagínense mi alivio! Nunca tuve muchas ganas,

y andar solo es más sencillo... Las manos: en los bolsillos.

 

Pasé mis crisis de fe, y en actos de contrición

purgué todos mis pecados. Caí en pozos oscurísimos, 

me sobrepuse creyendo, volví a caer en las sombras,

y ya no me levanté. Pensé que, eso de la fe,

era una cuestión de ganas, y fui perdiendo, de a poco,

las pocas que me quedaban. Quise rezar a los santos…

metidas en los bolsillos, las manos no se juntaban.

 

Hoy canto, escribo, musíco… Para ser un buen intérprete

 -para poder expresarme-, tuve que sacar mis manos

de los bolsillos, mohosas, contracturadas, deformes,

inútiles, implorantes...

 

Siempre bajo mi control, fueron aprendiendo a actuar,

tentando perfeccionarse en "técnicas de engañar",

en expresiones cambiantes, minuciosas, obsesivas...

Ha sido, al punto, la cosa, tan ladina e insurrecta,

que, sin permiso, a escondidas, una: pulsa la guitarra,

la otra, escribe: es poeta. Salgo a la calle y las guardo

-no me vaya a descuidar-, que si estas dos se acostumbran

a vivir en libertad, corro un riesgo: que me usen

como cuando en esa cama, hacía mía a una almohada,

empapándola de amores; de cataratas de ganas...

¡Dios me libre, Dios me guarde, de que estas dos

se acostumbren a vivir libres sus vidas…!

 

Y así transcurro mis días... Las manos en los bolsillos...

Una tristeza infinita...Preguntas mal preguntadas;

respuestas no comprendidas... Y el dilema de esa voz

que hace tiempo me persigue: -¡Rebeláte...! ¡No permitas...!

¡Necesitás de tus manos...! ¡Devolvélas a la vida...!

Pero eso es cuestión de ganas, y de inocencias perdidas.

 

NOTA DEL AUTOR: Al terminar la escritura

-hecha a un único impulso y sin retoque alguno-,

 felicitándome aún por mi don e inspiración,

volvió a irrumpir el señor del vozarrón audible por mí solo:

“Exactamente así lo escribí yo, de un solo trazo.

¡Bravo, amigo! Ya es casi videncia nuestro encuentro.

Esto ya es estar aprendiendo la tarea de rememorar

lo que jamás pudo vivirse. Ya está leyendo en mi cerebro.

Gracias.  Me ahorra un gran trabajo. Los otros. Los demás

a los que acudo, me traducen, no me entregan intacto, me estropean…

Ahora, falta colocar debajo, nombre del poema, el de su autor

y fecha. Escriba, por favor…

 

 

“Sobre el tener ganas...”  (Las manos). Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires, 1945.

 

 

Desde Madrid, decimoquinta entrega . Texto y ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (fragmento inédito, a sus 8 años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

jueves, 19 de mayo de 2022

Tercer Antidomingo

Attenzione a tutti: si no pudiste ir al primero y/o al segundo Antidomingo…¿alpiste? Pues no. En un mundo de inmensa abundancia, si prestamos un poquito de atención, siempre hay una nueva oportunidad, en este caso la de asistir al Tercer Antidomingo, con una base humana que ya se está gestando y generando armoniosamente entre las sierras, con un entorno natural inigualable que respira junto a los concurrentes (y concurrentas)  y, por si esto fuera poco, con murmullos que señalan que estos eventos también se podrían hacer bajo techo y durante los días de semana y de nevadas invernales, ¡eso sí que es vanguardia! Mientras tanto, damas y caballeros y nueves autopercibides (esto último si hablas y/o/e participás del dialecto tereré ;) ) nuestras amigas Verdes Platónicas nos esperan este 22 de mayo, en la bella Villa Giardino del valle cordobés. Música, anécdotas, menú vegano con bebidas incluidas, charlas, fogatas y la sabia decisión de no llevar a tus mascotas. El silencio y los sonidos adecuados, mientras se respeta y se registra al prójimo, son salud.