lunes, 27 de junio de 2022

Máscaras áureas y el disfraz en la piel (3)

Un hombre gritó: ¿Cuánto tiempo más piensas correr?

El sujeto estaba equivocado, yo solo estaba arrastrando mis pies, mientras los golpes secos de sus botas metálicas se me acercaban cada vez más.

Al llegar al centro de la avenida, me enfrenté a los carruajes. No había puentes cercanos para cruzar a pie  y, antes de que los pasos del hombre me alcanzaran, me lancé entre ellos. No eran tan rápidos como había pensado, con algo de calma, teniendo cuidado con los cascos de los caballos, podría avanzar. Los choferes me maldecían pero, aun así, podían reaccionar y desviarse. Me tranquilicé, era importante concentrarme para que no me arrollen y así poder escapar. Dejar pasar un carruaje, avanzar unos metros y volver a esperar. Simple, si no me dejaba intimidar por los caballos, sin movimientos bruscos, no pasaría nada.

 Pasados unos minutos, ya casi me encontraba del otro lado. Los ruidos, maldiciones y gritos eran agotadores, pero era eso y aguantar pisar estiércol, o morir aplastada por un millar de caballos. El último carro que necesitaba dejar pasar era hermoso, usaba dos animales majestuosos, uno blanco con manchas negras y el otro negro con manchas blancas. El carruaje hacía juego con ellos, hecho de madera tallada, pintada de negro profundo y con pequeñas tiras de seda colgando entre las ruedas. Si tuviera que apostar, podría decir que dentro iba una pareja esperando a su primogénito y ese paseo veloz y ostentoso era su manera de celebrarlo. Mi padre me había dicho que, cuando se embarazó mi madre, ellos dieron tres vueltas a la manzana, vestidos con la misma seda que había usado el abuelo y la abuela por su nacimiento. No pude evitar sonreír. El conductor del carruaje no me devolvió la sonrisa, sus ojos estaban abiertos como platos mirando… ¿a quien? ¿a mí? ¿algo detrás de mí?

 

Texto(inédito) Mateo Roberto

Ilustración (inédita) Irupé Roch

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos

 

sábado, 25 de junio de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (vigésima entrega)

Bustos se va del pisito que los apaparruchara durante dos largos años. Deja el Congreso y se muda al Parque Centenario, que ahora vendría a ser Bicentenario. Y allí, luego de escribir y escribir y escribir textos como éste:

 ¡Ay... el amor... el amor... el amor...!. En sus movimientos baila la suavidad de la seda o la aspereza de la roca viva...

El amor... el amor... tangible o intangible, según año, mes, semana, día, hora, minuto, segundo...

Si no sintiéramos esa multiplicación rítmica de tactos y contactos, poco sabríamos del amor. ¿Adivinanza...? ¿Ciencia...? ¿Qué es el amor...? ¿Lo real...? ¿Lo irreal...? ¿Ese juego de combinar un poquito de alegría, un atisbo de locura, un choque continuo entre latires y razones...?. El amor... Todo huye en el amor; hacia la muerte; hacia la divinidad... Conozco del amor su respiración, el contacto estrecho, su olor elemental, el beso delicado-delirante-delicioso-degustado, el instante del instante en que se plasma como quiere, y toda la poesía de la historia cifrada en esta ilusión, en esta memoria... Un abrazo, un beso, una caricia, es todo lo que puedo para retener al amor; ahí, enclavado en la mitad de lo conocido, amamantándonos. El amor: la primera y última vez de lo que existe... Le pido al no sé quién oculto que alumbra y chamusca nuestras manos de tocarlo, que diga de una vez por todas: qué nos quita y qué nos pone en el amor. Amor. Amor. Amor. He aquí la soberana, tremenda, arriesgada palabra tan pocas veces merecida... falsa etiqueta de tantos... robo diario de casi todos.

 “Del amor”, de Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires. 1955.

 

Y éste otro:

 Sé que nada es para siempre,

no hay herida que no cierre,

pero el alma se destroza cuando siente...

Y el trabajo de acallarla,

se hace absurdo, tragicómico, incoherente...

 

Ahora todo es inseguro,

soy distinto a como fui,

un camión de sentimientos

me arrolló, y me dejó así...

Enancado a los gemidos,

sumergido en los olores de tu adentro...

 

¡Quietas manos...! ¡Quieta boca...!

¡Quieta loca sinrazón...!

¡Que esa sangre vuelve sangre a quien la toma...!

Y empapa la tierra. Y parte la roca.

Y entibia de ayer la memoria que es hoy...

 

Ya fui chico, soy un viejo,

casi Dios cuando te pienso,

más que un hombre,

bautizándome en tu cuerpo...

Pero escapo a esta ilusión

porque me enfrenta al derrotero de lo eterno.

Y aunque suene incomprensible,

¿puedo menos que quererte?

Recordarte es emoción descontrolada...

por las húmedas miradas que invitaban

al festín de conocerte...

 

¡Quietas manos...! ¡Quieta boca...!

¡Quieta loca sinrazón...!

¡Que esa sangre vuelve sangre a quien la toma...!

Y empapa la tierra. Y parte la roca.

Y entibia de ayer la memoria que es hoy...

 

Y este miedo anticipado,

todo lo hizo complicado,

y en tu ausencia, el corazón temió a lo blando...

Porque el hábito ya sabe subsistir

entre latidos sosegados...

 

Si te digo que fue amor,

lo que te transformó en canción,

que fue más que un repentismo de mi sexo...

Que al soñarte, revivieron mis sentidos,

que aún me pasa, todo es cierto.

Pero... ¡Quietas manos...! ¡Quieta boca...!

¡Quieta loca sinrazón...!

Que esa sangre, vuelve sangre a quien la toma...

Y empapa la tierra. Y parte la roca.

Y entibia de ayer la memoria que es hoy...

también.

 “Sinrazón” Letra y música de Alberto Carlos Bustos Buenos Aires. 1952.

 

Y este otro también:

Darás vueltas en la cama,

y harás huevo como toda la semana.

No estarás en tu trabajo,

y estudiar se irá a la concha de su hermana.

 

Nadie. Nada. Nunca. Basta.

 

Como el tren a Antofagasta

volarás por esas nubes

de deseos ya confesos;

quieres besos hasta el miedo... ¡Ay...!

¡Quieto sol...! ¡Vuelve a tu lugar !

 

¡Qué tristeza...! ¡Cuánto olvido en esa mesa !

¡Cuánto baile habrás perdido, vil amigo,

por cervezas! Que se apilan como ganas.

Si viniera... Si se abriera -puta puerta-, y curioseara,

tus adentros partirían la montaña en dos...

Bruta crin galoparías... ¡Ay...!

¡Quieto sol...! ¡Vuelve a tu lugar !

 

Roja lengua, puede hablar la maravilla

de ser silla bajo el tajo de crear;

o as de basto en la baraja, acariciado hasta desmayar.

Horas menos son quinquenios para vos, ya sé, mirón,

y este siglo es el minuto que pasás sin abrazarte

a esa rosa, pan redondo, pezón tibio...

Vos pensá que está buscando excusas para regresar...

 

Y ya no escribas ni una letra, vil amigo,

que la puerta está entreabierta,

que la puerta está entreabierta,

que la puerta está entreabierta

y oigo ruidos...

¡Quieto sol...! ¡Vuelve a tu lugar !

 

“¡Quieto sol!”. Letra y música de Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires. 1952.

 

Y cuatrocientos doce más, indescifrables por haberlos metido en el lavarropas -consciente o inconscientemente-, no hay testimonios de lo ocurrido, pero sí de lo leído por sus allegados y todos coincidiendo que la pérdida era un irreparable daño a la cultura universal, Bustos vuelve a generar su amnesia salvadora.

 

 

Desde Madrid, vigésima entrega . Texto y ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (fragmento inédito, a sus 8 años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

miércoles, 22 de junio de 2022

¿Cómo son los vínculos actuales entre la mujer y el hombre? Punto de vista Paralelo y Platónico (Capítulo 1)

Nicolás García Sáez

 La dama

Se plantea el siguiente dilema: tenemos a un hombre y a una mujer en igualdad de condiciones estéticas. Sin embargo, a la hora de la conquista,  la mujer atrae a ejemplares masculinos con atributos superiores a los que ella posee. Mientras tanto, las exigencias del hombre son bastante más discretas.

El típico hombre pensaría que es debido al aparente poder que ejerce cierta belleza femenina, pero es él quien pone el “cut off” o valor de corte. Está entusiasmado con su deseo sexual. Su propia naturaleza o programación biológica lo lleva a querer acercarse a las féminas que vislumbra en el horizonte. Su comportamiento se sustenta en una producción millonaria de espermatozoides, aunque no los use para procrear y solo disfrute de amores plastificados (si es que se cuida). Por un lado, le llama la atención que algunas mujeres sean cada vez más exigentes y por otro, él no es demasiado selectivo, a veces le cuesta contemplar una relación más allá de las sábanas. En caso de hacerlo, la elección implicaría observar otros aspectos. 

 El caballero

El Pitecantropus Erectus solo piensa en hacer ejercicio físico mientras apunta hacia las nubes con su lanza de Cupido. Sesgado es señalar esto, ya que en su deambular también puede incluir un tour hacia el mundo de los diamantes de humo.  

La dama distraída tomará con pinzas aquello que solo puede utilizar para arreglarse las pestañas. Una dama atenta sabrá zambullirse en el Océano, contonearse entre un bolero de fuego o la lengua Stone sentada en un buen sillón. Hay perlas que reverberan con el sol y otras que solo pueden ser encontradas con la luz de la luna. Millones de seres nos habitan, a millones hemos superado para llegar invictos hasta acá. El agotamiento puede ser un hogar discutible, pero la serenidad suele ser el mejor lugar para entonar el tono idóneo de la voz. Los horizontes están teñidos por la niebla cuando hay un marinero sin destino. El capitán de un barco sabe que un faro es el espejo del mar.

 La dama

Por otra parte, la mujer, también, natural a ese programa instintivo, tenderá a buscar al mejor ejemplar posible, alguno que se destaque en la tribu que debe estar, como mínimo, a su nivel económico/ intelectual o, con preferencia, superior. A todo esto se lo conoce como hipergamia. Según la psicología evolutiva, la hipergamia es una tendencia psicológica creada por la adaptación (evolutiva). Las ventajas de aparearse con hombres que están en posiciones socialmente ventajosas son claras. Esto explicaría por qué los hombres de mayor estatus social y/o económico resultan más atractivos, sin importar la belleza física. La mujer lleva la carga inconsciente de la procreación. El hombre “puede” cuidar a su descendencia, pero la mujer “debe” hacerlo. La búsqueda masculina se basa en la apariencia. Los hombres tienden a desear a mujeres atractivas y, en lo posible, más de una. En general, desde una base sencilla, se orientan hacia determinados marcadores de fertilidad :caderas anchas, cuerpo fuerte, etcétera. 

 El caballero

Júpiter le enseñó a nadar a su retoño en las aguas turquesas del Mediterráneo. Hércules probó su fuerza, se enamoró, derramó una lágrima y sanó. Los amaneceres fueron cada vez más precisos y coloridos. Cuando se cumple la mitad casi exacta en el devenir de un año, se puede percibir algo, tal vez remoto, al mundo interno y el externo, ya hay un lazo, el primer recuerdo. La infancia es un lugar muy poderoso, la primera semilla en el camino, los brotes pueden ver la flor y los pétalos crecer para dar cobijo o alimento. La búsqueda es infinita, pertenezca a un pétalo o a una flor, que vuelve a reflejarse sobre el bosque y el árbol, con su tronco y su rama dando vida al brote. Es una coincidencia maravillosa cuando es mutuo, pero en soledad suele tener el encanto de una góndola atravesando el Puente de los Suspiros.

 La dama

La mujer con una polaridad femenina muy marcada da más vueltas que una calesita, está atrapada en el tiempo, tiene que pensar en todo, proyectar, no es cuestión de ir por la vida besando ranas como si no hubiera un mañana. Necesita estar segura de cada paso que da. Los objetivos son diferentes. El hombre apunta hacia la cantidad y la mujer hacia la calidad.  Dentro de esa cantidad el macho alfa buscará a la más linda que esté a su alcance y con la que pueda empatizar.

El ejemplar masculino típico lleva mujeres a su cama, es un hedonista, la sociedad lo aplaude, dice que en un año puede estar con una cantidad importante de ellas. Y acá viene lo contradictorio, porque su polo opuesto, la mujer que se percibe a ella misma con ¨alto valor¨, puede ser extremada y desorbitadamente selectiva, alguien que tal vez consiga entusiasmar a las que se proclaman “empoderadas”, o a alentar a algunas que avanzan sobre los hombres, feminizándolos o evitando lo que les susurra su naturaleza de cazadores.

 El caballero

Las ranas vuelan sobre el estanque para ver su figura flotando sobre el agua, una burbuja entre el mar. Los sapos son animales prehistóricos que, junto a las tortugas, lagartijas y otras delicias del tiempo suspendido en la eternidad, conforman una fauna. En cofradía, suelen ser cómplices de la estulticia, beodos lacrimógenos o centinelas de la algarabía.

El gallo que canta al mediodía se pierde las horas sagradas que regala el Alba, con todo su silencio. La rana que besa al príncipe quiere transformarse en reina, pero el príncipe se transforma en sapo y el reino se hunde en el pantano. Debajo del agua es cuando sucede lo más interesante.

 La dama

Los “gurúes” de las relaciones (abundan por internet) opinan que cuando el hombre quiere atraer a una mujer que se percibe de alto valor, no alcanza con una cara linda, tiene que intentar lograr la mejor versión de sí mismo porque esa mujer también podría llegar a serlo...con ella misma. De lo contrario, conseguirá amores esporádicos o relaciones con mujeres de belleza hueca, y así la hoguera no es sostenible. Los "expertos" sostienen que los hombres valoran el atractivo físico y en base a esto eligen, mientras que las mujeres, en general, valoran el estatus económico y social. La hipergamia juega un rol fundamental en la dinámica del mercado de parejas, y se ha observado que tiene mayor predominio en los países más pobres.

Según mi opinión (nada experta, estudiando el tema) no todo es tan blanco o tan negro porque, al fin y al cabo, anhelamos amar y ser amados. El amor surge solo. Es insondable. Cuando llega, el mundo y todas sus tonterías se desvanecen.  Mientras tanto, para escapar de esos programas instintivos, podemos dedicarnos a cultivar cuerpo, mente y espíritu. La vida es maravillosa con o sin príncipe azul, con o sin conejita de Playboy.

 El caballero

Las fogatas en invierno invitan a que un comensal solitario haga círculos con sus dedos sobre el borde de una copa de vino para que llamen a la lejanía de un cuenco tibetano. Esa misma sombra puede emprender un baile para  estrenar el vestido ajeno, el traje propio, un abrazo que los una. Junto a ella su pan y cebolla, su caviar titilando en el agua.   

Cupido acierta con su lanza y la nube anuncia lluvia y abundancia. El amor, esa noche, duerme en paz

 

 

Textos (inéditos):   la dama: Laura Chiavetta,  el caballero: Nicolás García Sáez

Ilustración (inédita): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos




sábado, 18 de junio de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (entrega decimonovena)

Las cosas entre Clara y Alberto Carlos se complican aún más cuando él se niega a permitir que Clara "haga la calle". Ella pega el portazo definitivo al grito de:

-¡Ya soy grande para que me ordeñes los gustos, Bustos...! ¡Buscáte otra...! - y agregó, ya más calma, desde el pasillo:

-Te quiero...pero mi cariño no basta para hacerte feliz...¡Chau... pájaro...! ¡Chau, genio...! ¡Chau, amor de mi vida...! -. Y cerró la puerta. Volvió a abrirla y agregó... -No sé si soy Clara...- y desapareció en la noche, atenta al llamado de la carne. Ya libre como sus necesidades, Clara Beter vuelve a las copas, al vicio, al apetito sexual, a San Telmo, su barrio, al descontrol, a su guerra personal. Bustos, sumido en la desesperación, compone bajo la ducha, mientras llora, letra y música de un tango muy poco escuchado por las radios de aquel entonces:

 La ducha clarifica las ideas...

¡Qué bien me ha respondido el calefón!

¡Qué lujo de eslabón!

¡Qué buena compra me salió!

Pero hay un pelo del jabón...

Pero hay un pelo en el jabón...

Pero hay un pelo en el jabón...

 

Rubia: blanca leche, y tersa

como vientre e' bacalao...

Rubia: cuasi transparente,

como cutis de finao...

Rubia: como te han soñado

tus padres, hermanos,

y tu bisabuelo el general...

Rubia: ¡cuánto yo te he amado,

de frente y costado

y un poco de atrás...!

Rubia... rubia... rubia...

 

La ducha clarifica las ideas...

¡Qué bien me ha respondido el calefón!

¡Qué lujo de eslabón!

¡Qué buena compra me salió!

Pero hay un pelo en el jabón...

Pero hay un pelo en el jabón...

Pero hay un pelo en el jabón...

 

Rubia: tus cabellos rubios,

son hoy mi infortunio,

no quiero llorar...

Rubia: y es tal mi desvelo,

por culpa de un pelo,

que voy a estallar...

Rubia: como te han soñado

tus padres, hermanos,

y tu bisabuelo el general...

Rubia: ¡cuánto yo te he amado,

de frente y costado,

y un poco de atrás...!

Rubia... rubia... rubia...

 

La ducha clarifica las ideas...

¡Qué bien me ha respondido el calefón!

¡Qué lujo de eslabón!

¡Qué buena compra me salió!

Pero hay un pelo en el jabón, rubia...

Pero hay un pelo en el jabón, rubia...

Pero hay un pelo en el jabón, rubia...

Y es todo negro...

Rubia...Rubia... Negro...

 

“Y es todo negro”: Letra y música de Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires. 1952.

 NOTA DEL AUTOR:  la letra se dedujo con sencillez, no más de una borratina en todo el texto, pero la música, otra vez en falta, tuvo que inventarla Oscar Righi, el mejor de todos los guitarristas de La Típica y alrededores.

 

Desde Madrid, decimonovena entrega . Texto y ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (fragmento inédito, a sus 6 años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

miércoles, 15 de junio de 2022

Sexto Antidomingo

Su atención por favor damas y caballeros y entrañable 0,1 y pico por ciento del reciente censo nacional: este domingo se viene, se palpita, se realiza el sexto Antidomingo, una cita que ya está cobrando todos los honores y atenciones en el vasto Valle de Punilla y alrededores (en Paravachasca, nos dijeron, ya cuchichean que mejor programa no hay). ¿Y cuál es la propuesta esta vez? Tema libre, free, open mind. Si, estimado/a/e  lector/a/e, leíste muy  bien: libre, o sea: podrás acudir allí con tus instrumentos (guitarra, bombo, cajita africana, tu voz y tu flauta traversa, tu oboe, tu berimbau o tu acordeón) o asistir con tus delicadas delicias culinarias (si son vegetarianas o veganas, mejor que mejor) o aparecer con tus lienzos y pinceles para pintar alguna pared, o sorprender con tu libro inédito (ese mismo en el cual le sacás el cuero a tu suegra y/o a tu suegro) para leer en voz alta ante la amable y atenta concurrencia,  o deslumbrar con tus conocimientos de artes marciales (con preferencia sobre la capoeira o el kick boxing soft) o recibirte de ídolo/a con tus conocimientos de snorkel en Pelopincho invernal. Pensarás que hace frio para un programa así, pero…no es más tentador compartir un jardín multitudinario bajo el Astro Rey que quedarte dormido abrazado al control remoto mientras ves la enésima serie de Nétflix? Ni hablar. Dicho esto, voilá, allí te esperamos, podés ir con tu padre, si pinta, y le festejás su merecido día.  Acordate que las mascotas no van. Gracias. 

 

sábado, 11 de junio de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (entrega decimoctava)

Año 1950. Cicatrizan heridas causadas por la segunda gran guerra mundial. Alberto Carlos Bustos, joven municipal de temperamento artístico, festeja sus veintiséis primaveras contrayendo nupcias "urgidas" con Débora Dora del Basto quien, un mes más tarde, dará a luz a Salvia Officinal Bustos del Basto, nombre ácrata acordado por ambos progenitores en humilde homenaje a la milagrosa planta medicinal que lleva ese nombre. Tengamos en cuenta que ya en el siglo séptimo antes de cristo, los sabios de Salerno inmortalizaban al vegetal antedicho con aquel laudatorio rezo, posteriormente secular: -"¿cur moriartur homo cui salvia crescit in orto?"-, que en nuestro idioma vendría a significar: - "¿cómo puede morir un hombre en cuyo huerto crece la salvia?"-.

 Un mes más tarde, su felicidad se troncha abruptamente. El 31 de diciembre fallece su querida esposa Débora Dora del Basto, víctima fatal de los primeros ruleros eléctricos de fabricación  italiana introducidos en el país. Con ella parte al más allá la pequeñita Salvia Officinal, ya que el accidente se produce cuando su desafortunada madre la amamantaba sin calzado de goma. En éste jocoso relato no está ausente la desgracia. Como en la vida misma, ¿vio?  A raíz del desdichado acontecimiento, Bustos sufre una pérdida absoluta de memoria, acto reflejo que se repetirá ante cada desgracia vivida. Su existir se tiñe de amnesia, pero, gracias a ella -a la amnesia-, nuestro hombre evita el quiebre de su corazón.

 Transcurridas las siguientes setenta y dos horas, Bustos, asume su patología y decide confiar en todos aquellos que le aseguran ser sus amigos. Pero, aun habiendo perdido la memoria del horror inmediato: ¿Es posible ser feliz en soledad cuando se ha probado vivir junto a un ser amado...? ¿La memoria del cuerpo, resiste la ausencia del estímulo vital sin reclamarlo? No. No en los seres vivos. En los muertos ya es otro tema. Pero Bustos vive y seis días más tarde conoce a Clara Beter -varios años menor que él, aunque ejerciendo desde los dieciséis-, a la que, en un arrebato pasional, le declara su amor y le presta o cree prestar dinero, del que se olvida (por lo de la amnesia), ignorando que Clara no es de devolver. Pero la cosa va bien, funciona, y el 20 de enero ya intimaban profusamente en un pisito que ésta alquilaba en el edificio de la Confitería del Molino, frente al Congreso de los Diputados. Todo fue fulmíneo.

El 22 (jugarle a la quiniela), anunciaban a los conocidos de Bustos que vivirían juntos. Nadie se opuso -ni los más moralistas-, porque vieron en Clara, la clara opción que el cielo les brindaba para mantener a Bustos vivo y feliz. El concubinato se prolonga más allá de lo previsible, pese a algunos agoreros. Luego de una terrible crisis que amenaza con disolver el vínculo amoroso, Bustos escribe:

 

¡Qué momentos difíciles, mi amor!

¡Qué momentos difíciles y absurdos!

¡Qué poca diversión nos toca!

¡Qué poca tierra que pisar y cuánta grieta!

Es un murmullo lo que escucho; muy lejano

Y no sé si es del futuro o del pasado,

esa voz, que casi no distingo...

Parece un himno, ¿no...?  Esa voz...

¿Podrás diferenciarla de las otras...?

Silencio, ahora... no la escucho...

¡Qué momentos tan tristes, compañera!

¡Qué poca ayuda, solitaria compañera!

¡Qué agonía ésta del mirarnos a los ojos

y saber que todo está en contra!

Que nos queda la quimera solamente,

y ese sueño gris, que nació blanco,

y ese "a pesar de todo" que nos une,

aunque no nos fortalezca

Quiero definir ese murmullo

que te dije, escuchaba...

 

Busco la palabra y no la encuentro

Y es que no es en el afuera, es tan adentro,

que de tan adentro es lejos, compañera...

¿Es un canto de gloria?...  ¿Un salmo?...

¿La mayúscula palabra de un poeta?...

¿El gorjeo errante de un gorrión inquieto?...

¿Un silbido tenaz?... ¿Una diadema

brillante, límpida; azulada?...

¿Un pan horneado en terquedades?...

¿Una fantasía abyecta?... ¿Una mirada?...

¿Un milagro de amor?...  ¿Será una idea...?

¿O es un monólogo de miles de gargantas

clamando a esas deidades

que trepan hasta el  Norte,

alimentándose del Sur, raizgón y tierra...?

¡Qué sublime canto, tierna amada...!

¡Caballito de madera...!

¡Polvareda...!

¡Qué intento de salto hacia un poema,

que se eleve con tu nombre, campo afuera,

y lo confunda en algún cardo, en una piedra!

Ahora, no lo escucho, compañera...

¡Y qué terrible soledad nos exagera!

¡Tan lejos nos sentimos, pequeña artista mía,

sin esa melodía...!

¿Será el verso de un poeta milagrero?

¿Será el lento germinar de una semilla?

¿O es aquella invitación al cielo,

que nos prometen desde siglos tantas biblias?

¿Y qué música es esa, mi amor mío,

mi querida queridísima, mi lecho...?

¿Qué es esta melodía tan poblada

de naceres y entierros, sequías y humedades,

y llantos, y sonrisas...

La escucho, de tan lejos, tan adentro.

 

“Canción de la vida a pesar de todo”. (Urbana de poema) Letra y música: Alberto Carlos Bustos Aires. Septiembre, 1952.

 NOTA DEL AUTOR: Para reemplazar el pentagrama Bústico (ilegible una vez más), Righi, Luque, Giménez, Grassano y quizás Guanella, recrean una música y unos coros que hubiese envidiado crear el mismo Bustos, sin duda. Incluso llegamos a grabarlo con la Típica, pero salía mucho mejor en vivo. Porque en la grabación, al tratar de encuadrar los coros con la voz central, al hacerlo por separado, quedó todo más lento que el caballo del malo. En fin: otra vez será.

 

Desde Madrid, decimoctava entrega . Texto y ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (inédito, a sus 6 años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

miércoles, 8 de junio de 2022

Alcanzar el Autoconocimiento

Muchas veces, demasiadas, escuché la frase “Conócete a ti mismo”, aunque creía entender el significado, me doy cuenta de que estaba muy alejada de su sentido. Lograr el autoconocimiento nos lleva a conocer la naturaleza de la realidad, a no confundirla con la ilusión, eso que vemos a diario y pensamos que somos. Se trata de ir más allá de las apariencias, más allá de lo evidente, y quitar el velo de Isis.

¿Podemos conseguirlo?

Diría que sí, aunque para esto necesitamos tiempo de calidad, un tiempo como el que los griegos llamaban Kairós. Sin embargo, el SISTEMA nos mantiene ocupados y/o preocupados. Por un lado, trabajando, esto lo conozco bien, en una época llegué a hacerlo 12 horas por día. La etimología de trabajar viene del latín tripaliāre, y este de tripalium, tres palos, yugo utilizado por los romanos para castigar a los condenados. Curiosamente, los chilenos cuando van al trabajo dicen “voy a la pega”. ¿Casualidad?

Por otra parte, estamos cumpliendo, sin darnos cuenta, con imposiciones, un claro ejemplo es la moda, en este punto caen como moscas aquellas/os que siguen el último grito de la misma, que en algunos casos recuerda a “El grito” de Munch. Cómo olvidar que estuvo en auge usar medias con sandalias, me dolía solo de verlo. Otro ejemplo, comprar pantalones rotos, pero este es un tema delicado, podría herir susceptibilidades y tomar tintes conspiranoicos, sí, los jeans rotos traen “mucha tela” psicológica.

Al “SISTEMA” le encanta tenernos bien controladitos, y para esto es importante que no sepamos qué somos en realidad, para lo cual nos entretiene de las más variopintas formas, no dejemos de lado a los murciélagos y a los monos.

Cuando se habla del autoconocimiento, viene a mi mente la pirámide de Maslow, que trata sobre la jerarquía de las necesidades humanas. Consta de 5 peldaños, en la base se encuentran las necesidades más básicas (relacionadas con la supervivencia), luego encontramos las necesidades de aceptación y valoración, que no dejan de ser motivaciones de carencia. Por último, en la cúspide, se halla la autorrealización, y para conseguirla primero debo saber quién soy.

Supongamos que ya tenemos más o menos cubiertas las necesidades fisiológicas, las de protección y seguridad, las de amor y pertenencia, podemos decir que pasamos al cuarto peldaño de la pirámide. Acá viene la necesidad de valoración, y toma mayor intensidad el juego del Ego, nuestro gran enemigo. Con él quedamos esclavizados, sometidos y permitimos que otros tengan poder sobre nosotros. No confundirlo con la autoestima, esta proviene de una fuerza generosa, que no compite ni se compara: el AMOR.

El autoconocimiento permite librarnos del Ego, vivir en libertad y gobernarnos a nosotros mismos. Este último es un obstáculo, una cadena. Se crea a través de la aceptación de paradigmas y de aquello con lo que nos identificamos, con los roles que jugamos, con las etiquetas que aceptamos, tanto externas como internas, las que sin darnos cuenta nos matan, aniquilan y/o suprimen. Ni hablar cuando creemos que somos el envase que nos contiene y llega el envejecimiento físico. Tampoco se trata de descuidar el cuerpo, todo lo contrario. Por eso, tomo conciencia de que habito en un templo al que trato con amor y respeto.

Hay quienes piensan que los seres humanos somos animales racionales. Cada uno se define de acuerdo al modelo de sus pensamientos. Aquí y ahora, percibo una realidad más elevada, compuesta por un ser material, mental, espiritual y divino. En palabras de Ralph Emerson: “Somos más de lo que conocemos de nosotros mismos…”

Se necesita un corazón tranquilo y un alma fuerte para conquistar el imperio interior y descubrirse. Quien cuestiona lo establecido puede quitarse el velo impuesto por el sistema.

Para alcanzar el autoconocimiento, debo tener el coraje de entender también lo que no soy: las máscaras, roles y etiquetas. Así, el camino se despeja. Un escarabajo pasa por diferentes fases de la metamorfosis, huevo, larva juvenil, larva terminal, pupa y adulto. ¿Si quisiera conocerse a sí mismo, cuál de todos sería? Todos y ninguno. Como dijo André Gide: “Una oruga que busca conocerse a sí misma nunca se convertirá en mariposa”.

Hay quienes sostienen que estamos en la escuela de la Tierra, en la rueda del Samsara (un ciclo de nacimientos, muertes y reencarnaciones). ¿Cómo escapar de ella?, descubriendo quienes somos, aquietando la mente para que la esencia se exprese. Cada mañana me lo recuerdo, leyendo las palabras del templo de Apolo, las tengo en un papel cerca de la cafetera:

“Te advierto, quienquiera que fueres tú, que deseas sondear los arcanos de la Naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre/ Mujer, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los dioses”.


Texto (inédito): Laura Chiavetta

Imagen: Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos


 

sábado, 4 de junio de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (entrega decimoséptima)

-“¿La verdad, verdad...? Ese tipo nunca me gustó. Tenía unos humos... unos aires de... ¿Me comprende...? Un tipo así, en un lugar como éste, estropea todo, ¿vio...? El trabajo, aquí, lleva un tiempo y cierto orden... No se puede pasar por encima de los que están por encima... ¿Se entiende lo que digo...? Hay una antigüedad, que debe ser respetada, ¿no es cierto...? Es como si usted, recién nacido, quisiera enseñarle a su padre -o a su tío, o a su abuelo-, en qué kilómetro exacto se juntan las paralelas o cuánto incomoda la próstata... Es decir: lo primero es lo primero, y lo que es después no puede ser más que lo que es después... ¿Soy claro...? No se debe subvertir el orden... ¿Entiende...? Ahora usted viene y me pregunta sobre ese Alberto Carlos Bustos que se fue de aquí como vino, creyéndose no sé qué... ¿Me explico...? Y a mí me dan ganas de preguntarle a usted, que me mira con ojos de juez:... -¿Y por casa, cómo andamos...?... Y no le puedo decir más. Es decir: puedo, pero: ¿qué es lo que yo gano...?, y ¿qué gana usted...?; porque, en definitiva, esto es lo importante: ¿qué ganamos, no sólo nosotros dos, sino todos: la Municipalidad, el pueblo, el país, la ciudad de Buenos Aires y sus adyacencias con tipos como ésos; que ya le dije: son como son, tal cual como se los pinto y no los cambia ni Dios. ¿Alguna otra pregunta...? Bueno, si me permite, tengo que seguir trabajando, porque así es la vida. La Municipalidad es trabajo y más trabajo; porque la Municipalidad es de todos, pero los que nos deslomamos somos muy pocos, ¿comprende...? ¿a que sí…?”

(Marcial Penitentti. Casa Municipal de la Cultura. Enero 1962.)

 -"Trataré de ser breve, porque estoy en épocas de ensayo y concentración... Yo no sé por qué se fue ese hombre de la Municipalidad; aquí todos lo tratábamos muy bien y colaborábamos desinteresadamente para que él llevara adelante sus planes, un tanto anárquicos, si me permite; y al decir anárquicos, quiero decir más: muy dislatados y extraños al ser municipal. Reconozco que tenía inquietudes, pero éstas eran apropiadas, a mi entender, para un medio social distinto; para lo que llamaríamos, disculpe mi franqueza: un ámbito civil y artístico; no para esto, que es un sacerdocio; un constante militar sobre los valores heredados. Aquí la improvisación es nefasta, querida amiga, porque el sol sale todos los días por la madrugada y cae por la tarde, minutos más, minutos menos y siempre fue así desde que el mundo es mundo. Ese impertinente quería lluvia en el desierto del Nahiri todos los días, o que las cataratas treparan en lugar de aceptar su condición natural de caideras. En cuanto a lo del reloj: ¡el reloj, señor mío y con esto quiero terminar, se hizo para respetarlo!... Y si alguien pretende cacarear las horas cuando le viene en ganas, queda fuera del tiempo. Y del gallinero. Eso terminó pasándole a Bustos. Un gallito menos y listo. Oiga, reportero: ¿dónde va a salir publicado todo esto? ¿Quiere una foto mía…?"-.

 (Adolfo Culebrás. Casa de la Municipal de la Cultura. Enero. 1962)

-“Mire, amigo: hay gente que se suicida sola. Y hay historias que no le importan a nadie aunque tres maturrangos pretendan desenterrarlas de vez en cuando. Para la gente “seria” de verdad, ese Bustos era un "más p’allá que p’acá"; un espécimen "rarito", como todos estos que empezaron a aparecer ahora, con los pelos largos y sucios y vestidos con harapos, pero quince años atrás, ¡imagínese!. El tema da para muy poco, y creo que hay cosas más importantes, más dignas de trasladar a los conciudadanos. Como el trabajo que viene desarrollando la Casa Municipal de la Cultura a niveles parroquiales, por ejemplo. Este domingo -aprovechando que dejamos atrás temas banales y nos introducimos en la trascendencia-, el coro "Disciplinatis et Publis" de nuestra Casa, ejecutará en el patio de la iglesia de Santa Gertrudis -gratuitamente para quienes quieran asistir-, bajo la prestigiosa batuta del profesor Adolfo Culebras: "Marcha de San Lorenzo Mártir"; "El Tamborcito de Tacuarí"; "Leven Anclas"; "Aurora"; "Antonino"; "Oda al Escudo"; “El sol del Veinticinco"; "La Espada y la Lanza"; "Bailemos Valses Vieneses" y el renombrado "Himno al Reloj" -ese famoso que dice: Tic-tac, tic-tac... suenan las agujas del reloj... (ta-ra-re-a entusiasmado)-... ¿Ve?: eso me saca de las casillas... ¿Cómo puede ser que los periodistas no se acerquen con curiosidad y alegría a estas actividades que desarrollamos...?  Nada les importa. Vienen  a preguntar por alguien que está muerto y enterrado, y jamás se ocupan de lo que existe, lo que realmente es... Esta actividad recién mencionada, ejemplo de virtud y competencia, no les enciende la curiosidad, ¿por qué? Bustos, mi muy respetable informador público, fue un ave de paso aquí. Un don nadie. Nosotros, en cambio, vinimos para quedarnos y nos quedamos. Hace veinte años que estoy aquí, peleando para que esto no se convierta en libertinaje, en una máscara infecunda de la libertad. ¿Entiende lo que quiero decir...? Informe, amigo, pero informe bien. No sea tendencioso, hombre.”

(Filiberto Esnaola. Casa Municipal de la Cultura. Enero 1962.)

 

“Naciste para hacer la trampa,

que el viejo nunca supo;

que el viejo nunca quiso...

Naciste para ser rentista,

 

Total: hermana suda...

Total: la vieja limpia...

 

Si hoy la moral

es una mesa de dinero:

Vos no te vas a ahogar,

ni aquí, ni en las Europas...

Si hoy la moral

es una mesa de dinero:

vos no te vas a ahogar;

porque la mierda flota.

 

Naciste y te gusto trepar;

hacer la “teca” sin yugar;

chupar la sangre de los otros...

Naciste y te gusto "transar";

“garcar”; “chorrear”; dilapidar;

hurgar con dedo de proctólogo...

 

Si hoy la moral

es una mesa de dinero:

vos no te vas a ahogar,

ni aquí, ni en las Europas...

Si hoy la moral

es una mesa de dinero:

vos no te vas a ahogar,

porque la mierda flota...

 

Naciste decidido a todo;

sos la lacra que señala

el derrotero de los tiempos...

Naciste para resumir el alma,

de toda la "canalla"

que vive de lo ajeno...

 

Si hoy la moral

es una mesa de dinero:

vos no te vas a ahogar,

ni aquí, ni en las Europas...

Si hoy la moral

es una mesa de dinero:

vos no te vas a ahogar,

porque la mierda flota...

 

Si en esta tierra,

la espumita de la rabia,

trepa y hunde a tanta infamia,

vos te la vas a ingeniar...:

 

-“¡Yo no me voy a ahogar...!

¡Yo no me voy a ahogar...!

¡Me embarco ahorita mismo a las Europas!”

 

¡Vos no te vas a ahogar

ni en el diluvio universal...!

¡Un dicho popular,

te viene a perpetuar:

Vos no te vas a ahogar...

porque la mierda flota!

 

“Un dicho Popular”. Urbana de chotis. Letra y Música de Alberto Carlos Bustos. Pilar. Junio 1955.

NOTA DEL AUTOR (número desconocido): La música, también ilegible por el estado en que se encontraban las partituras halladas, dio pie a Oscar de la Peña para inventar la melodía de la que, suponemos, Bustos estará encantado.

 

Desde Madrid, decimoséptima entrega . Texto y ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (fragmento inédito, a sus 9 años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos