Tan lejos y tan cerca
se vislumbra el final de obra. Demorado quedó el sol en el agua oscura de
pinceles sucios. La somnolencia envuelve los días iguales, frágiles, mientras
condensan la luz de un horizonte que agoniza.El naranja en llamas, la piel menguante
en su extensión, una silueta estoica pinta los silencios grabados como si fuera
una suerte de aventura. El cuadro consume la prisa. Sobre la orilla, reina la
calma que medita un remolino invisible. Legendaria y magnética, la partitura busca
alcanzar a ciegas la amarra que ha quedado libre.
Texto y foto (inéditos): Silvia Chaher
Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes
Paralelos