domingo, 27 de febrero de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (tercera entrega)



-"Dudo que su nacimiento y crianza se produjera en Córdoba, pues carecía de la tonada que caracteriza a los naturales de La Docta ciudad..."-, argumenta Jorge Luis Borges, en el reportaje que el escritor y poeta Rodolfo Braceli le hiciera el 6 de septiembre de 1974.

-"(...) Lo conocí en una situación extremadamente tensa en el club argentino de pato. Este hombre, Bustos, que, debo reconocer, produjo en mí una desmedida curiosidad momentánea, logró interrumpir la semifinal de un sanguinolento campeonato de pato, que disputaban "Las Cruces", de Pergamino y "Los Venados", de Balcarce, plantándose en el centro del campo de juego con un invento que le pertenecía, entre las manos: un balón con seis asas, con el que pretendía reemplazar al acogotado palmípedo de turno. Evidenció ese día, el muy impertinente, la valentía de un cuchillero entre cuchilleros, imponiendo su criterio tras amedrentarlos con la simple parada. Supe luego, en una charla informal, que el susodicho escribía; pero, urgido como me encontraba en satisfacer las demandas de los vericuetos insaciables de mi pobre imaginación, mis oídos ya no se prestaban. En cambio, nacía en ese mismo instante, "Hombre de la Esquina Rosada", y sus méritos, si los tuviera, los debe a ese mozo de rostro afilado y temple acerino, para rematar la charla con un: -"¿Braceli, es su nombre...? Vea, muchacho, al fulano que nos ocupa no lo recuerdo cordobés."-

 Honorio y Delfino Acuña, remontan al 1º de mayo de 1923 el nacimiento de Alberto Carlos Bustos. Hermanos gemelos y periodistas, ambos coinciden en que: “(...) Su tierra de origen - la de Bustos - fue Villa General Belgrano (Córdoba); trasladándose el grupo familiar (en ese entonces: padre, madre, su primogénito llamado Libador y Alberto Carlos, aún bebé) a la ciudad de Rosario para atender a este último de la ceguera que le afectara desde sus tres primeros días de vida". Este testimonio coincidiría con el de Olga Arce, que trató al afectado durante la enfermedad que lo acosara. No son los mismos, sin embargo, el lugar ni el año de su nacimiento.

 Heriberto Oyuela -anciano político cordobés-, asevera en su libro "Memorias de un canalla redimido", que la idea original de sus escritos le fue suministrada por su coterráneo Alberto Carlos Bustos, y que por lo tanto a él debe la fortuna acumulada por sus ventas en veintiséis países: -“ (...) evitándome así proseguir utilizando las tan malas artes acostumbradas en mis colegas para hacer dinero". “(...) Yo era de los que opinaba livianamente: “Hay que invertir donde corra la sangre, aunque sea la mía”.  Hoy, arrepentido del daño que pude hacer, soy asesor de la ONU, vocal primero de UNICEF y consejero de Mujeres Maltratadas en toda América. Por eso, cada 1º de mayo, levanto mi copa en honor de quien me ayudó a cambiar...". Este último dato, podría bien ser tomado como una salutación al día en que su inspirador iniciaba un nuevo año de vida. Su cumpleaños, digo.


"Veo sangre en los ojos del siglo.

Encaramados al poder de lo imposible, los sentidos vagan por la insensatez.

He visto estrellas encenderse y apagarse luego, como si sobraran, como si no les estuviera permitido más que ese parpadeo miserable.

He visto sangrar a los ojos del siglo.

Tras cada gota, el destino, ahogando el fuego sagrado que protege del invierno a los sentimientos.

 Mi mano imaginaria percibió ayer la dureza de las almas que conducen esta renovada vieja historia.

 Tocó a un tiempo, todas las piedras -corazones de latires ahogados-, y golpeó urgida, puño cerrado, para hacerse evidente; pero mi oído fantaseado le avisó que de cada cerebro manaban cataratas que, por espesas parecían órdenes y que éstas fluían por ojos inertes y mandíbulas tiesas desde el miedo inventado.

Veo sangre en los ojos del siglo.

Quise besar la boca que me mordió.

Quise sorber la saliva virgen que, como esas estrellas del débil parpadeo, mudó sin transición en baba rabiosa.

Quise lamer su hendidura más profunda y en ella: un sello, un himno, una bandera fronteriza y lo aprendido de memoria y repetido hasta el hartazgo en la búsqueda del odio suficiente que por suficiente justifique.

Veo sangre en los ojos del siglo.

No es sangre conocida.

Es sangre de números, de contabilidades, de memoria y balance, de utilidad, de pragmatismo.

No es sangre de la que hace brotar vida.

Es sangre de vencer o morir.

Es sangre de ni un paso atrás.

Es sangre de matémonos los unos a los otros.

No van a derramar lo vital los mandantes dedicados a "ultimar detalles"; escudados en soberanías, honores y valentías fingidas; surcos por donde la sangre del siglo veo correr.

Quiero olvidar que mis ojos ven, no sólo lo que ven, quiero cegarlos de visiones, equivocarlos, hundirlos en la nada del vacío.

No basta con cerrarlos.

No basta con llevarlos al sueño.

 Sigo viendo, y lo que veo es sangre de siglos en el siglo que me toca vagar por estos ojos, que apenas parpadean."

 

 ¨Siglo¨, de Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires. Diciembre. 1936.Prólogo en “Memorias de un canalla redimido”. 


 

Desde Madrid, texto, ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (a sus seis años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

jueves, 24 de febrero de 2022

Introducción a la vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (segunda entrega)


Llegados a este punto se hace imprescindible una *Nota del autor de esta nota*:

 Resulta imposible -o al menos increíble- creer que un argentino, nacido en 1926, pudiera escribir en 1929 ese texto. La mayoría de nosotros sufre a los políticos desde que nace, pero no los conoce realmente hasta pasada la tierna infancia, dado que nuestros padres intentan preservarnos de su influencia -a menos que nos cuelguen sus retratos en las aulas desde infantil o nos adoctrinen, Mussolini, Hitler y Stalin se sostuvieron así, por ejemplo, pero ellos no eran argentinos. Y de la Casa Rosada, se sabe que es rosada, pero se ignora lo que dentro se cocina hasta pasaditos los dieciséis, cuando nos empiezan a patear las jóvenas (me marca error), o como se las nombre ahora. EL AUTOR.

 

Si dijera "pan", ¿a qué te suena?

¿Y "dulce"?. ¿Y "queso"?

¿Y "cama templadita"?

Si dijera "sol", y "mar",

y “empanadilla”, y "paseo por montaña", ¿...qué?

¿Te suceden las palabras esas?

Si dijera "verde prado en flor";

"fértiles llanuras"; "hondos valles"...

Si dijera "montaña", ¿qué se escucharía?

¿Y "ropa limpia"?; ¿y "techo sin goteras"?

¿Y "libros de leer"?; ¿y "sones de escuchar"?

Y ¿"caricia de las manos más amantes más queridas"?

¿Qué te expresa la palabra "bueno"?

Y la palabra "sueño", ¿qué te aviva ?

Y si digo: "ayerhoymañanasiempre" todo junto,

¿de qué estaría hablando?

Si a todas las palabras, que no invento,

y que escuché tanto en la vida, les quitara “algo”

-tal vez el peso mismo de lo que cada nombra-

¿no oirías acaso de mi boca la tristeza

de lo que pudo ser pero no ha sido?

Ya sé que son letra tras letra,

signos y no más; signos cualesquiera...

pero: cuanto significan esos signos...

Si mi lengua decidiera:

“sólo son quimeras vagas",

"dentelladas al vacío",

"aproximaciones a la nada"...

¿qué de algo aportaría?

Palabras, tan palabras como siempre,

las tenemos a ellas y nada garantizan

Palabras que no saben lo que invocan

queriendo ser la voz de lo que imitan ser

Y si no fueran eso... ¿qué serían...?

¿Podríamos decirlo sin palabras...?

 

“Palabras”. Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires. Enero 1922.

 

Azalea Góngora de Bianchi, poetisa de San Rafael (Mendoza) asegura en su libro “Con cuánto, casi nada”, haber escuchado de propios labios de Alberto Carlos Bustos: -"Nací en Mendoza, capital, un *26 de noviembre de 1906*, llovía torrencialmente y el médico de mi madre se llamaba Noé. Curioso, ¿no?: Noé me trajo al mundo en el mismísimo día del gran diluvio universal, aunque cinco mil años después; de ahí vendrá, digo, esa costumbre mía de llevarme bien con los animales y de chapotear en las acequias..."

 Nota del Autor (2): Ésta fecha ya parece más razonable.

("La Vendimia". Nª 11. Junio de 1951.)

 

Pero Aquiles Bianchi (ornitólogo) manifiesta que: - "...Azalea (su esposa)-, mitómana por naturaleza, jamás escribió una coma ni dos letras seguidas y arrastra su existir entre un analfabetismo precoz y alarmante y la mitomanía; y no es oriunda de Mendoza, sino de Quilmes (provincia  de Buenos Aires). Que él jamás escuchó de sus fantasiosos labios el ridículo nombre de ese sujeto, a quien -enfatiza, más que vehementemente-, tampoco conoció, ni conocerá”. Agrega, además: "... Ningún padre decente puede llamar a un hijo Alberto Carlos Bustos, ni juez inscribirlo en un registro, ni cura bautizarlo, sin temer posteriores represalias por parte del susodicho, de la justicia, de los enólogos y de Dios.

("La Vendimia". Octubre de 1952. Nº 14)

Su hermano menor, Romeo Bianchi, contradice esta versión: -"... Aquiles es quien falsea la verdad; todos en la familia conocimos al antes nombrado, fue más que amigo de Azalea -brillante artista de las letras, por cierto- quien, consumida por el amor que aquél despertara en ella, intentó disolver varias veces el vínculo marital que la atara a mi hermano..."-.

(”La Vendimia”. Junio de 1953. Nº 35)

 De la misma opinión es una vecina, Almendrina Urdaín -trascripción textual del original, que en la página 16, bajo el innecesario título catástrofe: “El escándalo cobra ribetes insospechados”, que el mensuario publicara sobre el caso-: "Azalea fue desflorada por Alberto Carlos el 16 de septiembre de 1943, a la hora del crepúsculo, en el cobertizo mayor de la estancia "La Tumbona" de la familia Góngora. Tras esta fugaz y meritoria intromisión en su  cuerpo, Bustos preñó a Azalea”. “Los progenitores (¿real, ella?, ¿ficticio, él?), fueron conminados a trasladarse de territorio por el mismísimo Gobernador Don Pedro Pi”. “Aquiles Bianchi -continúa la nota en cuestión-, interesado en la fortuna de los Góngora -opina la cronista social-, asume la paternidad de los trillizos, a quienes hace bautizar Aquiles Primero, Aquiles Segundo y Aquiles Tercero, casase con Azalea, y recompone una situación económica familiar más que comprometida debido a las deudas de juego contraídas por su padre, Rómulo Bianchi”.

Quien suscribe, a pie de nota, agrega que: "Fausto Mendieta, sordomudo, profesor de lenguas muertas, especializado en latín y arameo, oriundo de Adrogué (provincia de Buenos Aires), radicado en Godoy Cruz (Mendoza), a la sazón de visita en la chacra de la señorita Urdaín, ratifica y complementa esta versión mediante cabeceos y señas, en las que mixtura “delicadísimas expresiones propias de su especialización, viabilizadas a través del alfabeto gestual con el que acostumbra explayarse”... Al demandársele si conoció a Alberto Carlos Bustos, asiente utilizando el índice y el dedo  medio de la mano derecha llevándolos a los ojos -gesto que interpreta esta cronista, como un claro: -"De vista, nomás..."-. Suma, al instante, el pulgar erecto y el puño cerrado de su mano izquierda, agregando, deduzco: -"Gran tipo”-.

La Vendimia. Octubre de 1956. Nº 63.

 

No sé ya que inventar, últimamente,

padezco de vacío

Presiento que una ausencia es lo que nombra

todo este tema mío...

Me cuentan mis amigos, las cosas de sus vidas,

 y no retengo casi nada...

Les presto una sonrisa, y me abandono

a imaginarte en esa cama...

Hoy estoy triste, un poco raro...

Y cómo pasa el día, y nada de él

me ha pertenecido...

Y esta espera es un momento repetido

pero en vano, y mi deseo,

es como este día: de otro,

de cualquiera, menos mío.

No sé ya que inventar...

“Estado de ánimo”. Urbana de balada. Letra y música: Alberto Carlos Bustos. Suipacha. Octubre. 1923. 

 

LLAMADO A LA SOLIDARIDAD 1 (Falta el cifrado. Quizás Oscar Righi se acuerde de la melodí y, si lee esto, pueda colaborar para hacer la debida notación) A propósito, debe el Autor hacer otra Nota (la 3): Oscar fue quien supo darle nombre a esa voz que no dejaba de hablarme permanentemente. Un día lo nombró. Dijo: “Bustos… Alberto Carlos. Es él, seguro”, y, al bautizarla, ésa voz, dejó de urgirme tanto. Al preguntarle, ¿cómo sabés su nombre?, respondió: “Porque, Borges, no es”… Y  tan tranquilos.

 

NOTA DEL AUTOR (4). Dicen muy pocos (casi todos fallecidos ya y yo, porque me lo dijo alguien antes de irse al otro barrio), que la citada Urbana de Balada (recordarme aclarar qué significa la palabra Urbana), de la que no existe más constancia que ésta -gracias, de nada-, la escribió Bustos -a la sombra de algo que no recuerdo cómo se llamaba ni si era un árbol o una especie de sandía, a su querida Azalea –ya internada por don Aquiles en el Nosocomio “Hermanos del Cuello Largo SRL” en Chacharramendi, La Pampa. Advirtiendo el mismo autor de la Nota del Autor que del citado “albergue” no se tiene registro catastral alguno. Lo hace para que no busquen al divino botón los doce lectores de la provincia de mis amores que le siguen y así estamos todos en paz.

 

Desde Madrid, texto (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (a sus siete años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

lunes, 21 de febrero de 2022

Incendio en Corrientes y la prevención omitida

 Tweets van, tweets vienen, intento comprender por qué en Argentina se destina un presupuesto descomunal (3,4 % del PBI, aproximadamente 2 billones de pesos) en políticas de género, y uno mucho más reducido para Medio Ambiente.

El jueves 10 de febrero de 2022 se realizó una modificación presupuestaria, asignando 4.000 millones de pesos para el combate de incendios y prevención de nuevos focos. Pero recordemos, si tienen ganas de seguir encolerizándose, que para el famoso Censo Nacional se destinarán 4.400 millones. Las prioridades están a la vista.

No me voy a detener en esto, tampoco necesito saber si el incendio tuvo un componente intencional o se debió solo a la sequía.

Al momento, se destruyeron más de 785 mil hectáreas, arrasando flora y fauna a su paso. El Gobernador de Corrientes pidió colaboración a Estados Unidos, aunque la esperanza está puesta en el pronóstico meteorológico de lluvia para los próximos días, es decir, librados a la eventualidad de la propia Naturaleza.

El punto focal y clave, según mi manera de observar, es la manipulación del clima. Existe tecnología con la capacidad de alterar el ambiente con lo cual, además de provocar desastres naturales, también se puede utilizar para el beneficio de la humanidad, como inducir lluvias en zonas de sequía. Estos avances no son recientes, recordemos que en 1977 se prohibió el uso militar/hostil de esta herramienta modificadora del entorno.

La siembra de nubes para lluvia se utiliza en más de 24 países, entre ellos, China, India, Estados Unidos y Rusia con resultados satisfactorios. Consiste en introducir dióxido de carbono congelado (hielo seco) o yoduro de plata. En Argentina, la provincia de Mendoza la utiliza para mitigar el granizo. Entonces, si tenemos en el planeta esta posibilidad a disposición… ¿Por qué esperar a que ocurran semejantes desastres? ¿Qué esperan para mejorar la prevención de incendios los que tanto se atiborran la boca con el cambio climático, viajan en jets privados contaminando diez veces más que en avión y lucen esa escarapela/pin multicolor de la agenda con numerito?

Mientras tanto, la queja aleja y el llanto resta, entonces es preferible elevar la energía, y colaborar con lo que podamos. La casa de la provincia de Corrientes en CABA recibe donaciones, algunos de los elementos que necesitan son: agua mineral, bebidas energizantes, agua destilada, gasas estériles, gasas furacinadas, cintas de papel, soluciones con electrolitos, antibióticos, analgésicos, productos de higiene, indumentaria para los bomberos, y un largo etcétera. También se reciben donaciones de dinero a ONG a través de Mercado Pago.

Tomemos esto como un aprendizaje y reflexionemos sobre el país que deseamos crear. El verdadero poder reside en el pueblo, una vez que este despierta.

 

Texto (inédito): Laura Chiavetta

Ilustración (inédita) de yacaré correntino: Irupé Roch

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

sábado, 19 de febrero de 2022

Introducción a la vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro.

“La historia a la que sistemáticamente hacemos referencia es la del atropello consumado, la de la epidemia de poder que ha atacado a ciertos humanos, febriles en su ignominia. Pero, si la historia contada no debiera ser esa: ¿Cuál...? ¿Cuál, que no fundara su epicentro en muertos y heridos...? ¿Cuál, que sacudiera la morbosa letanía de quienes cómodamente reciben la buena nueva de que sus ejércitos han invadido, han destruido, han matado, han violado, han implantado el nuevo orden y regresado con el botín macilento de lo olvidable...?”

Esto fue lo que me dijo esa voz, así me habló y trasladé a mi primer cuaderno sobre él, Alberto Carlos Bustos, un 20 de marzo de 1984.

¿Por qué me eligió?... ni idea… la cuestión es que, desde ese día, regularmente, avanza en mis oídos internos su palabra -una voz temblona como pidiendo permiso pero sin dar oportunidad a decir: “No, por aquí no se entra”-, que aparece y se impone sin exigencia alguna. Esa voz que, con el tiempo, me ayudaron a expandir unos pocos amigos de distintos sexos que iré presentando al correr de mi cuento.

Nunca me hizo daño –esa voz, digo-, me fui acostumbrando a ella y -salvo en los estados de ostracismo que heredé de mi padre o los de profunda melancolía (esa que hoy se entiende como depresión) que me espejan a mi madre, escucho a Bustos y me apuro a encontrar el lápiz y el papel que lo plasme porque “la inspiración huye como una gaviota”, a su decir. Lo escribo a mano sí, y con una letra pequeñísima -nada parecida a la mía-, que me obliga a montarla sobre letra pequeñísima (literal: escribo sobre lo ya escrito), para devanar luego todo ese lío de pensamientos y emociones, como se hace con un ovillo enredado por un gatito juguetón.

Al transcribir lo dictado, puede que haya equivocaciones y hasta “ayuditas” -ni pedidas ni necesitadas por el verdadero autor-, pero no voy a pedir disculpas. Errar es humano y esa voz aparece cuando quiere y dónde quiere y todas sus palabras -por más diferenciadas a lo largo de los siglos-, cuando sólo el sentido del oído concurre a recibirlas, pueden necesitar atraparse con la ayuda de la imaginación. Y la imaginación cocina, deja el plato servido y se va. Y uno come, a veces sin saber qué. En menudo trabajo me ha metido esa voz…

La palabra “archivos” rebota en mi cabeza. Archivos sin amor, o con mucho amor, o despiadado amor, archivos de amores llenos de luces y sombras… amor a borbotones, que la voz va olvidando en mí como si fuera alguien confiable.

Hagan el esfuerzo de entenderme: pasé estos últimos años negándome a escucharla.

No quiero su poesía; no quiero su absurda manera de vivir respondiendo a cada frustración con un acto creativo –práctica que se ha trepado como hiedra a mi árbol; al sexual, también-, ahogando mi propia vida, impidiendo mi sanación. ¿Cuál…?

Esa voz es parte de mí, temo que al abrir las compuertas, todo su palabrerío acumulado me esclavice al lápiz y al papel, pero sin esos amigos con quienes cantarla y decirla y musicar sus dolores y alegrías, me siento perdido.

Es parte de mí, sí, no quiero matarla ni ser poco agradecido con la cantidad de archivos de los que me hizo depositario porque sí, pero tampoco quiero aguantarla a su manera. No a esta edad mía y sintiéndome tan solo como el dueño de esa voz a sus treinta y cuarenta y cincuenta y… impidiéndome escuchar otro sonido. Siento que me inyectó algo -quizá tan potente como las mismas vacunas contra esta puta pandemia que ha transformado mi final de fiesta en un no poder ver las hermosas bocas y lenguas que la divinidad nos dio para lucir y lucirnos, en algo muy privado.

Año 2022. Me llamo Miguel Ángel Solá Vehil. Tengo setenta y un años, necesito -si quiero seguir viviendo algo más- y dada la soledad que me rodea y pone en duda mi animal social, letrigrafiar esa voz -con nombre, apellido, oficio y vocación-, ante el pequeño mundo que va a leer a continuación. Si quiere. Yo lo cuento igual…

Poco se sabe de Alberto Carlos Bustos, o casi nada… municipal de trabajo, pájaro de vocación; padre y propulsor del estilo "ad-hoc-quino" -a propósito de adoquines-, la más virtuosa expresión en adoquinado pictórico plano, conocida hasta hoy. Artista. Partícipe en casi todo; dueño de nada. Algo parecido a quienes vemos en una semilla la manifestación más acabada de la fe.  Sienten ganas de presentarles el fruto de varios años de reconstrucción de hechos y circunstancias que hacen a la existencia de datos sobre la vida, obra, sueños y sexo de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro; y a la casualidad, si la hubiera, que me ligó a su indudable paso por esta tierra. Y la voz dijo…

 “¡Adelante, amigos! ¡Pasen y vean

cómo engorda la miseria alrededor...!

¡Pasen y vean! ¡Ya no cantan los pájaros

y las arañas tejen paralelas sin apoyo...!

¡Pasen y vean a las vacas viviendo en hormigueros

y a las tortugas agitando alas de murciélago...!

¡Pasen y vean, señoras!

Hay de todo, como en botica: mucosidades pastosas llenas de consuelo;

premios medianos como alopecias, micosis, sarnas, culebrillas...

O bien premios mayores a elegir: sífilis; tuberculosis;

cánceres de cualquier tipo; algún infarto al miocardio;

y hasta un almuerzo con el de facto Prescindente de la Nación Argentina...!

¡Pasen y sientan el asco que brota de los cerebros libres,

de los corazones tumultuosos, de los pulmones hechos al aire no contaminado...!

¡Pasen y asómense al bestialismo, a la ignorancia, a la incapacidad,

a la corrupción, a la vulgaridad, a la tiranía...!

¡Pasen, señores...! ¡Enfréntense a estos espejos que todo deforman.

Observen detenidamente en qué se han convertido por obra y gracia

de unos feriantes siniestros...!

¡Sí, pundonorosos cómplices de toda la cobardía que tolera y calla,

renegando del elemental instinto de conservación...! ¡Pasen y vean…!

¡Pasen, señores y señoras...! ¡Han pagado la entrada y merecen todo;

 y si bien buscan, mal encontrarán mucho más...!

¡Hombres y mujeres de ésta tierra!:

¡Pasen y diviértanse a lo ancho y a lo largo y a lo alto

de esta casa color rosado; construida para hombres

y habitada por intermediarios de la ignorancia que esclaviza...!

¡Luego, saciados ya, regresen a sus constituidos hogares

y arropen a sus criaturas, relatándoles cuentos de hadas buenas,

gnomos guardianes príncipes azules y brujas verdes…

porque lo que aquí vivan, jamás podrán contarlo si les queda un gramo de vergüenza...!

¡Ustedes permiten la existencia de este barracón de horrores que,

por ahora, les permite dormir, aunque les robe el sueño...!

Devendrá el insomnio que trae remordimiento y sacrifica criaturas...

¿Quiere usted saber por qué será filicida...?

¡Pase y vea, señora...! ¡Pase y vea, señor...!

¡Pasen y vean...!


 “Visita guiada:  Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires, septiembre de 1929.

“Alberto Carlos Bustos nace en Tanti, poblado cordobés de la República Argentina, el 31 de enero de 1926 bajo el patrocinio de una lluvia torrencial", según el historiador Maximino Bengolea, habitante de Merlo (provincia de San Luis). Sin embargo, Terencio Gómez de la Serna -historiógrafo del coronel Amancio Virá Pomeo-, adjudica a “Rosario (provincia de Santa Fe) la cuna del antes nombrado, en fecha no establecida del mes de agosto del mismo 1926”. -

"El Pregonero". Agosto 23 de 1956.)

 Belisario Rosquet, abogado, oriundo de la localidad de Venado Tuerto (Santa Fe) -aunque establecido en la Capital Federal desde los ocho años- sostiene, a su vez, que: “Alberto Carlos Bustos, nació un 8 de junio, también de 1926, en Lincoln, provincia de Buenos Aires.-

 Maximino Bengolea, ortopedista, refuta esta versión, advirtiendo que: "Belisario Rosquet no existe en los padrones de Venado Tuerto ni en los de la Capital Federal y que, por tanto, sospecha sea un "pista falsa" de las sembradas por ciertos detractores de Bustos que  hicieran circular para negar a éste identidad, terruño y fiesta de cumpleaños". Y añade: “La fecha de nacimiento de Alberto, de no ser la del 31 de enero de 1926, podría situarse en algún día del mes de mayo de 1926 y sin lugar a dudas en Córdoba ciudad".

"La Saeta Cordobesa".  Marzo de 1959 

 


Desde Madrid: texto/ficción (inédita): Miguel Ángel Solá

Dibujo (inédito) hecho a sus ocho años de edad: Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos