Resulta imposible -o al menos increíble- creer que un argentino, nacido en 1926, pudiera escribir en 1929 ese texto. La mayoría de nosotros sufre a los políticos desde que nace, pero no los conoce realmente hasta pasada la tierna infancia, dado que nuestros padres intentan preservarnos de su influencia -a menos que nos cuelguen sus retratos en las aulas desde infantil o nos adoctrinen, Mussolini, Hitler y Stalin se sostuvieron así, por ejemplo, pero ellos no eran argentinos. Y de la Casa Rosada, se sabe que es rosada, pero se ignora lo que dentro se cocina hasta pasaditos los dieciséis, cuando nos empiezan a patear las jóvenas (me marca error), o como se las nombre ahora. EL AUTOR.
Si dijera "pan", ¿a qué te suena?
¿Y "dulce"?. ¿Y "queso"?
¿Y "cama templadita"?
Si dijera "sol", y "mar",
y “empanadilla”, y "paseo por montaña", ¿...qué?
¿Te suceden las palabras esas?
Si dijera "verde prado en flor";
"fértiles llanuras"; "hondos valles"...
Si dijera "montaña", ¿qué se escucharía?
¿Y "ropa limpia"?; ¿y "techo sin goteras"?
¿Y "libros de leer"?; ¿y "sones de escuchar"?
Y ¿"caricia de las manos más amantes más queridas"?
¿Qué te expresa la palabra "bueno"?
Y la palabra "sueño", ¿qué te aviva ?
Y si digo: "ayerhoymañanasiempre" todo junto,
¿de qué estaría hablando?
Si a todas las palabras, que no invento,
y que escuché tanto en la vida, les quitara “algo”
-tal vez el peso mismo de lo que cada nombra-
¿no oirías acaso de mi boca la tristeza
de lo que pudo ser pero no ha sido?
Ya sé que son letra tras letra,
signos y no más; signos cualesquiera...
pero: cuanto significan esos signos...
Si mi lengua decidiera:
“sólo son quimeras vagas",
"dentelladas al vacío",
"aproximaciones a la nada"...
¿qué de algo aportaría?
Palabras, tan palabras como siempre,
las tenemos a ellas y nada garantizan
Palabras que no saben lo que invocan
queriendo ser la voz de lo que imitan ser
Y si no fueran eso... ¿qué serían...?
¿Podríamos decirlo sin palabras...?
“Palabras”.
Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires. Enero 1922.
Azalea Góngora de Bianchi, poetisa de San Rafael (Mendoza) asegura en su
libro “Con cuánto, casi nada”, haber escuchado de propios labios
de Alberto Carlos Bustos: -"Nací en Mendoza, capital, un *26 de
noviembre de 1906*, llovía torrencialmente y el médico de mi madre se llamaba
Noé. Curioso, ¿no?: Noé me trajo al mundo en el mismísimo día del gran diluvio
universal, aunque cinco mil años después; de ahí vendrá, digo, esa costumbre
mía de llevarme bien con los animales y de chapotear en las acequias..."
Nota del
Autor (2): Ésta fecha ya parece más razonable.
("La Vendimia".
Nª 11. Junio de 1951.)
Pero Aquiles Bianchi (ornitólogo)
manifiesta que: - "...Azalea (su esposa)-, mitómana
por naturaleza, jamás escribió una coma ni dos letras seguidas y arrastra su
existir entre un analfabetismo precoz y alarmante y la mitomanía; y no es
oriunda de Mendoza, sino de Quilmes (provincia de Buenos
Aires). Que él jamás escuchó de sus fantasiosos labios el ridículo
nombre de ese sujeto, a quien -enfatiza, más que
vehementemente-, tampoco conoció, ni conocerá”. Agrega,
además: "... Ningún padre decente puede llamar a un hijo Alberto
Carlos Bustos, ni juez inscribirlo en un registro, ni cura bautizarlo, sin
temer posteriores represalias por parte del susodicho, de la justicia, de los
enólogos y de Dios.
("La Vendimia".
Octubre de 1952. Nº 14)
Su hermano menor, Romeo Bianchi, contradice esta versión: -"...
Aquiles es quien falsea la verdad; todos en la familia conocimos al antes
nombrado, fue más que amigo de Azalea -brillante artista de las letras, por cierto- quien, consumida por el
amor que aquél despertara en ella, intentó disolver varias veces el vínculo
marital que la atara a mi hermano..."-.
(”La Vendimia”. Junio de
1953. Nº 35)
De la misma opinión es
una vecina, Almendrina Urdaín -trascripción textual del original, que en la
página 16, bajo el innecesario título catástrofe: “El escándalo cobra
ribetes insospechados”, que el mensuario publicara sobre el caso-: "Azalea
fue desflorada por Alberto Carlos el 16 de septiembre de 1943, a la hora del
crepúsculo, en el cobertizo mayor de la estancia "La Tumbona" de la
familia Góngora. Tras esta fugaz y meritoria intromisión en su cuerpo,
Bustos preñó a Azalea”. “Los progenitores (¿real, ella?, ¿ficticio,
él?), fueron conminados a trasladarse de territorio por el mismísimo Gobernador
Don Pedro Pi”. “Aquiles
Bianchi -continúa la nota en
cuestión-, interesado en la fortuna de los Góngora -opina la
cronista social-, asume la paternidad de los trillizos, a quienes hace
bautizar Aquiles Primero, Aquiles Segundo y Aquiles Tercero, casase con Azalea,
y recompone una situación económica familiar más que comprometida debido a las
deudas de juego contraídas por su padre, Rómulo Bianchi”.
Quien suscribe, a pie de nota, agrega que: "Fausto Mendieta,
sordomudo, profesor de lenguas muertas, especializado en latín y arameo,
oriundo de Adrogué (provincia de Buenos Aires), radicado en
Godoy Cruz (Mendoza), a la sazón de visita en la chacra de la
señorita Urdaín, ratifica y complementa esta versión mediante cabeceos y señas,
en las que mixtura “delicadísimas expresiones propias de su especialización,
viabilizadas a través del alfabeto gestual con el que acostumbra
explayarse”... Al demandársele si conoció a Alberto Carlos Bustos,
asiente utilizando el índice y el dedo medio de la mano derecha
llevándolos a los ojos -gesto que interpreta esta cronista, como un claro: -"De
vista, nomás..."-. Suma, al instante, el pulgar erecto y el puño
cerrado de su mano izquierda, agregando, deduzco: -"Gran tipo”-.
La Vendimia.
Octubre de 1956. Nº 63.
No sé ya que inventar, últimamente,
padezco de vacío
Presiento que una ausencia es lo que nombra
todo este tema mío...
Me cuentan mis amigos, las cosas de sus vidas,
y no retengo casi nada...
Les presto una sonrisa, y me abandono
a imaginarte en esa cama...
Hoy estoy triste, un poco raro...
Y cómo pasa el día, y nada de él
me ha pertenecido...
Y esta espera es un momento repetido
pero en vano, y mi deseo,
es como este día: de otro,
de cualquiera, menos mío.
No sé ya que inventar...
“Estado de ánimo”. Urbana
de balada. Letra y música: Alberto Carlos Bustos. Suipacha. Octubre. 1923.
LLAMADO A LA SOLIDARIDAD 1 (Falta el cifrado. Quizás Oscar Righi se acuerde de la melodí y,
si lee esto, pueda colaborar para hacer la debida notación) A propósito, debe
el Autor hacer otra Nota (la 3): Oscar fue quien supo darle nombre a
esa voz que no dejaba de hablarme permanentemente. Un día lo nombró. Dijo:
“Bustos… Alberto Carlos. Es él, seguro”, y, al bautizarla, ésa voz, dejó de
urgirme tanto. Al preguntarle, ¿cómo sabés su nombre?, respondió: “Porque,
Borges, no es”… Y tan tranquilos.
NOTA DEL AUTOR (4). Dicen muy pocos (casi todos fallecidos ya y
yo, porque me lo dijo alguien antes de irse al otro barrio), que la
citada Urbana de Balada (recordarme aclarar qué significa la
palabra Urbana), de la que no existe más constancia que ésta
-gracias, de nada-, la escribió Bustos -a la sombra de algo que no recuerdo
cómo se llamaba ni si era un árbol o una especie de sandía, a su querida Azalea
–ya internada por don Aquiles en el Nosocomio “Hermanos del Cuello Largo SRL”
en Chacharramendi, La Pampa. Advirtiendo el mismo autor de la Nota del
Autor que del citado “albergue” no se tiene registro catastral alguno.
Lo hace para que no busquen al divino botón los doce lectores de la provincia
de mis amores que le siguen y así estamos todos en paz.
Desde Madrid, texto (inédito): Miguel Ángel
Solá
Dibujo (a sus siete años): Nicolás García Sáez
Especial para Los Verdes Platónicos y Los
Verdes Paralelos