martes, 31 de enero de 2023

Sátira y Musa y el Rock


 
Nicolás García Sáez

¿Qué son los silogismos, las sinergias, las sincronías? Básicamente, podemos decir que son potenciadores, multiplicadores.

Dice Brian Wilson, el otrora atormentado vocalista, líder y compositor de los Beach Boys, que se inspiró en el ¨Rubber Soul¨ de los Beatles para componer ¨Pet Sounds¨, su Obra Maestra, encomiada por absolutamente todo el mundillo especializado del Rock de todos los tiempos. Dicen los Beatles que se inspiraron en ¨Pet Sounds¨ para componer su legendario y archi escuchado ¨Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band¨. Y si bien esto sería algo así como un eco del eco de un silogismo, la metáfora de la sinergia, o algo así, un momento único, mejor dicho, sincronicidad teñida con el irrepetible espíritu de camaradería y dulce y lisérgica competitividad que había entre toda aquella entrañable manga de hiper inspirados (hoy todos abuelitos octogenarios, los que han sobrevivido), no deja de ser llamativo como siempre, si así lo deseamos, estamos a dos palmos de la Felicidad. Escuchen los discos mencionados si no nos creen. Así las cosas, por un mero silogismo, o la mera sinergia, o la inesperada asociación o sincronías variopintas, Sátira y Musa tuvo su nacimiento, al menos el implicado con el universo visual, acompañando, de una manera u otra, a la primera línea del Rock Nacional. Rock de cabotaje, dirá aquel que tiende, desde esta patria sufrida y saqueada, a mirar siempre con mejores ojos a lo que pasa en Europa o Estados Unidos. Pues no, querido/a nuestro/a, allá también se cuecen habas y acá no dejamos (cada vez más, gracias a los ¨gobernantes¨) de exportar talento Premium, del mejor y del más solicitado.

Hablando de Roma, o de Londres, o de California, podremos, por fin, ir al grano: Carina Ponieman, gran amiga de uno de los autores del primer catálogo de Sátira y Musa, fue la encargada de diseñar magistralmente las tres primeras tapas de esta editorial: la de ¨Rossetti¨, la de ¨24 horas con mi Álter Ego y mi Súper Yo¨ y la de ¨Contra Goliats¨. Hubo diseñadores que, con el lento o raudo paso del tiempo, se fueron acercando a estas obras, a esta editorial independiente incluso de las ¨independientes¨, que se gestó en el medio de las sierras cordobesas, sin Internet, con presupuesto cero y miles de contratiempos, todo gracias a -además de Carina- una pujante cofradía de autores y autoras y prologuistas inmensamente reconocidos, un Dream Team que nunca dejó de creer en el proyecto, una suerte de Fitzcarraldo editorial. Esos diseñadores, decíamos, tuvieron (y deben seguir teniendo) en sus manos estos tres libros y todos y todas coincidieron, sin ruborizarse, en algo: el diseño de Ponieman era perfecto, armonía entre los tonos elegidos y los trazos que acompañaban a cada tapa, conjugando al unísono en algo que hacía cosquilleos de placer, el súmmum de un gran logro visual. 

Carina es una de esas damas alegres y encantadoras que te caen un día de visita a las sierras de Córdoba y, en el medio de una charla en el living de tu casa, al rato, te dice: ¨ de acá me voy mañana para Mendoza, a lo de Gustavo, a escuchar su nuevo disco¨. Gustavo es Santaolalla, el músico Multioscar Multipremiado de mega fama mundial, que también vive en Los Ángeles, en donde también vive Brian Wilson y en donde también…ah, las sinergias, los silogismos, las asociaciones, las sincronías, la inspiración... Ponieman la tuvo en dosis exactas, perfectas.

Carina Ponieman fue la autora de las mejores tapas de nuestro Rock Nacional, recordamos aquí algunas de Charly García, de Nito Mestre, de Moris, de León Gieco, de Edelmiro Molinari, de Mercedes Sosa, de Divididos, de los Fabulosos Cadillacs…es, además, una de las integrantes de la foto más famosa de nuestro rock, aquella ochentosa en la que aparece junto a Spinetta, Charly, Santaolalla, Calamaro, Zabaleta, etcétera y fue también parte del primer semillero de la mítica revista ¨Cerdos y Peces¨ (googleadla, si no la conocéis). Dicho todo esto, y todo lo bueno que aún queda por decir, fue y sigue siendo un Gran Honor contar con su presencia en nuestro pequeño, primer, gran catálogo.

 

Sátira y Musa / Primer Catálogo

Rossetti, de Isabel Steinberg, prólogos de Amalia Sato y Walter Romero

24 horas con mi Álter Ego y mi Súper Yo, de Nicolás García Sáez, prólogos de Sandra Commisso e Isabel Steinberg

Contra Goliats, de Guillermo Soppe y Cecilia Galeano, prólogos de Jorge Palant y Maristella Svampa

Diseño de tapas: Carina Ponieman

Algunos trabajos de CP se pueden ver en:

algunastapas.blogspot.com

En la página de Facebook ¨Spinetta es inmortal¨ (30 de marzo de 2018), Hilda Lizarazu te cuenta la historia de la foto aquí mencionada


lunes, 30 de enero de 2023

Como Lázaro

Nicolás García Sáez

Y aún estás ahí, baladí, / buceando / en lo nauseabundo / del mudo vocablo. / Vanidoso valor.

Te hablan / del acto feroz  / de la piedra del hambre / lanzada a un niño y su abdomen, por ejemplo.  / La sólida acción petrificada. / El mundo te habla. / Nadie espera tu registro. 

Levántate y anda. / No te quedes pescando / algunas palabras. / A veces son peces muertos, / prematuros en su morir.

Calza tus ideas. / Deja que los peces respiren. / Levántate y anda.


 

Desde Uruguay, poema (inédito): Sandra Escames

Pintura (colección privada): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos


 


domingo, 29 de enero de 2023

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (cuadragésima octava entrega)

Nicolás García Sáez

Sean, de Alberto Carlos Bustos. Julio de ¿19...?

No vuelvas al pasado. Dejá entre desperdicios y tesoros lo vivido -cenizas informes del diario acontecer ya acontecido-; olvidá fechas de festejos, teléfonos y nombres y apellidos y todas las demás anotaciones. Son despojos. Borrá las huellas de los tiempos idos. Y los soles y las lunas que ya fueron. Y si son papel: quemálas. No sirven para nada. Nada las puede recordar tal cual han sido. Y si fueron ya, ¿no indica el tiempo de los verbos su derrota? Así como el espejo no retiene la implorante niñez, la salvaje juventud, la incertidumbre llena de embarazo, ni el aborto que vacía de ilusión hasta el desgarro el alma -si la hubiera, digo-; así, entre claroscuros, vamos. Y si el pasado -ese incierto espacio de lo que fue futuro entre presentes-, se obstina en querer resentir lo muy sentido por más que casi no se sienta -aun presintiendo posible lo imposible-, y tironeando como si existiera… no hagas caso. Resucitar del sueño eterno lo dormido y pretender beber del mismo una y otra vez: abisma y no da tregua a la esperanza. Te repito: no vuelvas, no te escudes en nostalgias por más deseadas y verdades que hayan sido -¡y cuánto y cómo y tanto!-, porque en cualquier hoy serían "nunca". Darán señales fantasmales de estar vivas. Ilusionan, como estrellas muertas que por años luz continúan parpadeando. No te engañes. No las llames. No las quieras reinventar. Ya tuvieron su verdad en el espacio sideral de entre tus brazos y tus piernas (quise decir "regazo", pero a mí me sale lo que a mí me entra). No te conozco. No sé si tenés piernas. Ni si tus brazos, doloridos, como el resto de tus ganas, sabrían abrazar, recordarían... Claro y conciso: no aceptes nada de eso, te decía, y sigo... Este escrito es largo y puede no gustarte, aunque sea una caricia de mis manos, escrita con tres dedos: los de pulsar todas estas teclas que me piden que te advierta -no siendo yo poeta, aunque sosteniendo el ritmo-: ¿dolor…? el justo, el admisible, y ¡adelante!... Respirá libre. Y no te duermas. Te toca la cornisa, como a todos. Y, luego: a dar el salto. Y a volar. Y a no estrellarte. Y a ser amor por el instante que te dure. Es lo que necesita y le venís debiendo a tu cerebro que no encuentra la paz. Y escribo más: “La araña que por fuera te envuelve con su seda de babear, de tus entrañas se alimenta”. Y así ha de ser hasta que despiertes y te quieras, niña. Regresá del mal sueño repetido a pulso. Leé: ya se ha vencido y su caducidad lo hace veneno. Y el veneno: envenemata, mi querida. No son Kerouac, Bukowski, tampoco el “Tempranillo”, lo que te desespera. Te falta lo sencillo, eso que siempre es,  eso que nace y muere en los sentidos siendo hoy. No eso que “ha sido -que ya fue-, y que -por quererse ir-, se ha ido. Lo que te anda faltando es quererte y ser querida. No se trata de memoria alguna. Si existiera, ya sabrías de qué daños y ladrillos estás hecha. Y qué de esa mala mezcla te deshizo. No preguntarías, ¿por qué me duele tanto...? Y el dolor -triste, indeseable-, se hallaría vaya a saber dónde… desaparecido. ¿O llegaste a creer que la muerte es para siempre? No, mi amiga... Menudo paliativo es ese para el que no se atreve a renacer todos los días. Jamás la poesía, amiga mía. Te falta retornar hoy mismo al hoy que es hoy. Es sólo eso. Y no mires atrás. No te merece. Hoy es: ¡adelante! y significa: poder tenerte siempre. Ser vos misma y a tu humano arbitrio; no al de otros y otras. Sólo al tuyo. Tenerte a vos con vos. Vos a vos misma. En tu arriba y en tu abajo, a tus costados, y en tu afuera, y en tus luces y en tus sombras. Y en tu adentro. En tu cada noche y cada día. Y estar, sentir, pensar, hacer en vos, con vos, lo que te de más ganas. ¿Sí que sí, entonces?... ¿Lo doy por entendido...? Porque, “honrarte” es eso: querer aún mucho más y más al tesoro inmenso que sos vos, para poder vivirlo como quieras. Tu tesoro viviente. Y bien vivido. Lo demás es “añadir” consonantes y vocales, que serán tu insignia, valga lo que valga tu poesía -la por vos creada, ¡jamás un paliativo!-, si lográs salir de la prisión y los castigos que te propinaste como premios: la ausencia de vos misma y el dolor, de los que mucho duelen, y que te dobla en dos. Vos o tu doble: la cuestión es esa. O quizás tu doble cara. Como las de los vinilos de mi tiempo, digo. Eso, tendrás que averiguarlo por las tuyas porque, hasta ahí, por más que quiera ahorrártelo, no llego. No sé quién pudo hundirte en un letargo semejante. Ni cómo aceptás ser ese dolor con veintitreinta casi. Creo, sí, que tu yo más mujer puede salvarte. Miráte -a la que sos ahora-, profunda, detenidamente, tal como hace con frecuencia Dios, que se observa en sus ojos chocolate amargo y dice, como yo en este momento, poeta dolorida, herida por el desamor, al que “amor” llama equivocadamente: ¡Vamos! ¡No te duelas! ¡Si estás llena de todo! ¡Si tu totalidad existe y está más que completa! ¡Lo que haya para vos, está a tu lado o va muy por delante! ¿Qué hacés ahí clavada como un poste, detenida, quieta? ¡Mové el culo! ¡No le des más peso a lo que nada pesa! “Hoy”. “Ahora”. “Quiero”. Repetílo. “Más”. “Más y abundante”. “Necesito”. “Quiero”. “El mundo es también mío”. Repetílo. “Quiero”. “Más”. Y lo que quieras, siempre, “en este mismo instante”. “El mundo fue hecho para mí”. “Nació de un pensamiento”. “Y yo también nací”. “Yo, para el mundo”. Convencida. Repetílo. No te canses. No te duelas. Repetílo. Y repetílo. Y repetílo. “Mundo”. “Mío”. “Para mí”. “Quiero”. Y, luego, lo que sientas. Respirá. Abrí el pecho y respirá feliz, profundo y convencida. Y caminá. Sola o con quien quieras. Repetí: “Mío”. “Más”. “Mío”. “Y ahora mismo”. “Mío”. Va a dejar de doler. Como en los libros. Como en los buenos cuentos con los que se llora por amor al arte o a la vida. O por ser niña o niño. Salió así, de un tirón, sin corregir. Para vos. Para que no te duela en Julio. Mil palabras justas. O mil ochenta. Da lo mismo. Sean.

 


Desde Madrid, cuadragésima octava entrega. Texto y ficción (inéditos): Miguel Ángel Solá

Imagen (inédita) a sus 8 años: Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

viernes, 20 de enero de 2023

Entre el verde y la sequía

Este verano estuve unos días en el Valle de Punilla, los suficientes para percibir el clima de entusiasmo de algunos pequeños emprendedores al ofrecer alimentos agroecológicos y orgánicos de la zona, que caracterizan a la región y también a sus habitantes. En sólo tres esquinas de San Marcos Sierras, estaba concentrada una parte generosa de la producción del lugar: miel y sus derivados, olivas, queso de cabra, verduras, legumbres, alguna que otra aromática…

De pronto me encontré pensando en la necesidad de retornar a las raíces, al contacto con la tierra, a observar cómo se desarrollan las plantas, cómo nacen sus flores, sus frutos, de respirar profundo e intentar saber a qué saben o a qué lugar y momento nos remiten. Yo misma tengo un rincón de aromáticas y el ritual de levantarme a contemplarlas, regarlas y, cuando aparece un brote nuevo, reproducirlas, son de las cosas sencillas que generan un gran bien-estar, aquí y ahora. No me quiero olvidar de mis cuatro plantas de tomate cherry que fueron invadidas y usurpadas por arañas rojas, ni de las albahacas que las custodian, con mucha presencia, pero con poco éxito.

Siempre tuvimos quinta en casa, ahora le llamamos “huerta”, aunque vivíamos a cuatro cuadras de la plaza, lejos del campo, claro, y recuerdo muy bien al tío Tomás, un tío de mi padre. Mi progenitor fue un carpintero dedicado, un orfebre de la madera y era un placer verlo conversar con Tomás, que de oficio era quintero. También recuerdo a un señor que llevaba todas las semanas berro, recogido de las orillas de algún río o arroyo cercano, totalmente despreocupado de los agroquímicos.

De vez en cuando, al mediodía, acostumbro ver un programa de televisión rural. Suelen pasar programas sobre emprendedores y emprendimientos (una manera muy noble y sincera de empoderarse) , historias de lugares, de hombres y mujeres que hicieron la diferencia apostando a algún cultivo, a la investigación, a la producción, no sin voluntad, persistencia y mucho trabajo. En estos días abruman las malas noticias del campo, sin embargo, he escuchado y visto más publicaciones sobre Shakira, que sobre la sequía. Las cifras de las pérdidas son millonarias y no sólo van a repercutir en los productores, sino en la economía del país entero y en la economía global. Ya nos estaba costando bastante mantener el prestigio en el mercado internacional, cada vez más competitivo, por medidas desafortunadas, que nuestros vecinos y hermanos supieron aprovechar: menor ingreso de divisa por la disminución de las exportaciones por la pérdida de los cultivos y toda la actividad económica relacionada con la actividad agropecuaria afectada, disminuida, achicada.

La condición climática está haciendo estragos en la economía nacional y regional. El interior y las economías regionales están siendo brutalmente afectados, pérdidas en las cosechas de soja y maíz y en las producciones de arroz, cítricos, yerba y mandioca. Ya a mediados del 2022, había escasez de mandioca y no se conseguían las bolsas de 25 kg, que se redujeron a paquetes de un kilogramo y a un precio muy elevado. Es una materia prima que usamos mucho en la elaboración de alimentos sin gluten. También afecta a la ganadería. Si no hay pasto, no hay vaca, si no hay vaca, no hay leche, si no hay leche… Dónde termina todo es predecible. Esto no sucedió de un día para otro, entiendo que van tres años consecutivos de adversidad climática y el gobierno, según una publicación del 15 de enero, está evaluando medidas. Me quedé sin palabras.

 En estos últimos años, el campo ha venido soportando la presión y la carga del desborde de la economía argentina y la actividad agropecuaria ha sido rodeada de un halo de resentimiento muy grande por parte de ciertos sectores que, de paso, lo han querido instalar en una porción del inconsciente colectivo. No soy economista, ni estadista, soy una simple observadora que admiro el trabajo del campo argentino y lo respeto. Por supuesto se pueden hacer análisis más técnicos y profesionales, no es la intención de este artículo. Si googlean “sequía en Argentina”, van a encontrar información con estadísticas, declaraciones y lamentaciones.

Mientras escribo, llueve, pienso tristemente que unas pocas gotas no alcanzan, es como una lavada de cara con agua fresca en un día caluroso de verano, una bocanada de aire fresco. Después de ver imágenes devastadoras de vacas muertas, peces sin río, campos secos y amarillos, vuelvo a la imagen que ilustra este texto, hoy más un deseo que una realidad. Brindis y plegarias por nuestro campo argentino.

 

Texto (inédito): Gloria Bono

Imagen (inédita): Denise Venier*

*Ingeniera agrónoma

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

miércoles, 18 de enero de 2023

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (cuadragésima séptima entrega)

Nicolás García Sáez

La señora Dellapianetti acepta que, quizás, se conforme con una vida más mediocre. Lo dice en voz baja, mirando hacia otro lado, hacia el cielo, más precisamente, mientras piensa en el infierno que fue Dirckman.

 “La señora Dellapianetti tiene el agrado de invitarles al tentempié organizado para festejar sus segundas náuseas producidas por un divertido embarazo psicológico del que signa como único responsable a su amadísimo nuevo consorte don Guadalmiro Pilatos. Asistirán a él sus gemelas que, a la sazón, ya son cuatro, por necesidad imperiosa de la biomuscularidad retrospectiva, según “Guada”; así como los finalistas del certamen.

El ágape, finalmente, coincidiría con el cierre del llamado a Concurso Público de Publicidades Institucionales patrocinado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires; habiéndose clausurado el plazo de entrega de las obras con la ya mencionada aceptación unánime -cuatro a favor y dos ausencias delegadas en el voto del Sr. Ataúlfo Benguimango-, del Jurado de Notables. Final: seis a cero y triunfo del oficialismo)

 

Tras una deliberación de una hora y treinta y dos minutos surgen los nombres de los tres finalistas: Darío Sanjurjo (Paulis), Bustos (Bienvenido Chao), y Pep Martell (seudónimo neutro del innombrable ex amigo de Bustos, quien nunca llegó a conocer su verdadera cara, hasta que la conoció. Leer “Como por un tubo/Fonointerruptus”, para poder ustedes conocerla también.

 El premio para el ganador, resultaría del acumulado de la revisión y ajuste del P.B.I. de los últimos 70 meses, ascendiendo tal a la inimaginable suma de 250.000 pesos fuertes; una verdadera fortuna que Bustos jamás había imaginado llegar a contar con sus dedos. Y no lo hizo. No por no haber ganado el concurso, del que nunca se conoció el triunfador, sino por la mala suerte que lo acompañaba siempre.

 A la misma hora del fallo del jurado, la Plaza de Mayo era tomada por militares revueltos contra el gobierno militar y un renovado golpe de estado, una nueva vieja forma de vida nuestra, se abatía sobre la República Argentina.

 

La señora Dellapianetti trabaja en doble turno en una “tienda” y no se le caen los anillos por eso. El señor Pilatos un día se lavó las manos y al siguiente se abstuvo. Bustos siguió creando. El cuarto de millón se esfumó.

Nadie ha dicho nada. Sólo las ovejas y las cabras del Pirineo que son testarudas como Isaletta, que ya es doce hermanas que se quieren y cantan en el coro de la Divina Medalla.



Desde Madrid, cuadragésima séptima entrega. Texto y ficción (inéditos): Miguel Ángel Solá

Dibujo (fragmentos inéditos) a sus 6 y 7 años: Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

lunes, 9 de enero de 2023

Plenilunio

Nicolás García Sáez

El plenilunio del verano nos viene a decir, por enésima vez, que la armonía entre todos los seres vivos es posible. ¿O acaso es una utopía ilusionarse con esto?  Muy probablemente lo sea.  Todos,  todas, o al menos casi todos y todas, ya sabemos que este milagro superlativo suspendido en el firmamento fusco y titilante -que ayer contó con la ausencia de sus protagonistas estelares- se da cuando podemos, desde aquí, sobre este planeta que nos cobija y aún no ha explotado, ser testigos de la alineación casi perfecta, comulgando entre la luna y el sol, ¿acaso un romance que se viene sosteniendo (y reafirmando) entre las eternidades del tiempo?

Para los incas esto siempre fue así, algo cabal a lo que le prestaban una atención infinita, una contemplación colectiva -que hoy ya casi no existe- hacia las deidades supremas con las que convivían a diario y a las que acudían para, además de rendirles pleitesía, velar e iluminar sus cosechas y aliviar sus penas y temores. No es para escandalizar a nadie, pero a los ardores divinos entre Mama Quilla y el Inti Sol, se sumaba, se dice, el fuego incestuoso. Allí abajo, mientras tanto, reptando, trotando y volando, las víboras, los pumas y las águilas sumaban su trilogía sagrada.

Recuerdo cuando, caminando las arenas pedregosas de una de las orillas del lago Titicaca,  me zambullí en sus aguas heladas y transparentes. Nadé y seguí nadando y volví a nadar hasta que me di cuenta que no iba a entrar en calor. Yo estaba habitando la Isla del Sol hacía casi un mes (mi objetivo, luego cumplido, era alcanzar, atravesando el camino del Inca, la cima del Macchu Picchu) y en aquel momento quería probar con un estímulo sucedáneo del Premio Mayor: llegar hasta la Isla de la Luna. Mientras daba una y otra y otra brazada , recordé las expediciones de Cousteau, a sus buzos galos, prepotentes, prejuiciosos, contabilizando muy mal a las ranas gigantescas (hoy en peligro de extinción) que habitaban y habitan hace miles de años en el fondo oscuro del lago boliviano. Allí mismo, flotando, me di cuenta que no lo iba a conseguir, pero mientras contemplaba a la isla más pequeña, observándome burlona desde enfrente, entendí que había algo muy parecido a cierta comunión que excedía lo terrestre.

Hoy mi afición sobre la luna no ha cesado ni cedido un palmo con el discurrir del tiempo, todo lo contrario. La festejo cada vez que la veo, llena, nueva, en su cuarto creciente o menguante y, además de llevarme a mis lugares remotos, me interpela para que la duda crezca y se pregunte si en este presente podremos empezar a construir un futuro más armonioso.

 

Texto y foto de la luna (inéditos): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos