Este verano estuve unos días en el Valle de Punilla, los suficientes para
percibir el clima de entusiasmo de algunos pequeños emprendedores al ofrecer
alimentos agroecológicos y orgánicos de la zona, que caracterizan a la región y
también a sus habitantes. En sólo tres esquinas de San Marcos Sierras, estaba
concentrada una parte generosa de la producción del lugar: miel y sus
derivados, olivas, queso de cabra, verduras, legumbres, alguna que otra aromática…
De pronto me encontré pensando en la necesidad de retornar a las raíces, al
contacto con la tierra, a observar cómo se desarrollan las plantas, cómo nacen
sus flores, sus frutos, de respirar profundo e intentar saber a qué saben o a
qué lugar y momento nos remiten. Yo misma tengo un rincón de aromáticas y el
ritual de levantarme a contemplarlas, regarlas y, cuando aparece un brote
nuevo, reproducirlas, son de las cosas sencillas que generan un gran bien-estar, aquí y ahora. No me quiero
olvidar de mis cuatro plantas de tomate cherry que fueron invadidas y usurpadas
por arañas rojas, ni de las albahacas que las custodian, con mucha presencia,
pero con poco éxito.
Siempre tuvimos quinta en casa, ahora le llamamos “huerta”, aunque vivíamos
a cuatro cuadras de la plaza, lejos del campo, claro, y recuerdo muy bien al
tío Tomás, un tío de mi padre. Mi progenitor fue un carpintero dedicado, un
orfebre de la madera y era un placer verlo conversar con Tomás, que de oficio era quintero. También recuerdo a un señor que llevaba todas las semanas berro,
recogido de las orillas de algún río o arroyo cercano, totalmente despreocupado
de los agroquímicos.
De vez en cuando, al mediodía, acostumbro ver un programa de televisión
rural. Suelen pasar programas sobre emprendedores y emprendimientos (una manera
muy noble y sincera de empoderarse) , historias de lugares,
de hombres y mujeres que hicieron la diferencia apostando a algún cultivo, a la
investigación, a la producción, no sin voluntad, persistencia y mucho trabajo. En
estos días abruman las malas noticias del campo, sin embargo, he escuchado y
visto más publicaciones sobre Shakira, que sobre la sequía. Las cifras de las
pérdidas son millonarias y no sólo van a repercutir en los productores, sino en
la economía del país entero y en la economía global. Ya nos estaba costando
bastante mantener el prestigio en el mercado internacional, cada vez más
competitivo, por medidas desafortunadas, que nuestros vecinos y hermanos
supieron aprovechar: menor ingreso de divisa por la disminución de las
exportaciones por la pérdida de los cultivos y toda la actividad económica
relacionada con la actividad agropecuaria afectada, disminuida, achicada.
La condición climática está haciendo estragos en la economía nacional y regional.
El interior y las economías regionales están siendo brutalmente afectados,
pérdidas en las cosechas de soja y maíz y en las producciones de arroz, cítricos,
yerba y mandioca. Ya a mediados del 2022, había escasez de mandioca y no se
conseguían las bolsas de 25 kg, que se redujeron a paquetes de un kilogramo y a
un precio muy elevado. Es una materia prima que usamos mucho en la elaboración
de alimentos sin gluten. También afecta a la ganadería. Si no hay pasto, no hay
vaca, si no hay vaca, no hay leche, si no hay leche… Dónde termina todo es
predecible. Esto no sucedió de un día para otro, entiendo que van tres años
consecutivos de adversidad climática y el gobierno, según una publicación del
15 de enero, está evaluando medidas.
Me quedé sin palabras.
En estos últimos años, el campo ha
venido soportando la presión y la carga del desborde de la economía argentina y
la actividad agropecuaria ha sido rodeada de un halo de resentimiento muy
grande por parte de ciertos sectores que, de paso, lo han querido instalar en
una porción del inconsciente colectivo. No soy economista, ni estadista, soy
una simple observadora que admiro el trabajo del campo argentino y lo respeto.
Por supuesto se pueden hacer análisis más técnicos y profesionales, no es la intención
de este artículo. Si googlean “sequía en Argentina”, van a encontrar
información con estadísticas, declaraciones y lamentaciones.
Mientras escribo, llueve, pienso tristemente que unas pocas gotas no
alcanzan, es como una lavada de cara con agua fresca en un día caluroso de
verano, una bocanada de aire fresco. Después de ver imágenes devastadoras de
vacas muertas, peces sin río, campos secos y amarillos, vuelvo a la imagen que
ilustra este texto, hoy más un deseo que una realidad. Brindis y plegarias por
nuestro campo argentino.
Texto (inédito): Gloria Bono
Imagen (inédita): Denise Venier*
*Ingeniera agrónoma
Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos