viernes, 20 de enero de 2023

Entre el verde y la sequía

Este verano estuve unos días en el Valle de Punilla, los suficientes para percibir el clima de entusiasmo de algunos pequeños emprendedores al ofrecer alimentos agroecológicos y orgánicos de la zona, que caracterizan a la región y también a sus habitantes. En sólo tres esquinas de San Marcos Sierras, estaba concentrada una parte generosa de la producción del lugar: miel y sus derivados, olivas, queso de cabra, verduras, legumbres, alguna que otra aromática…

De pronto me encontré pensando en la necesidad de retornar a las raíces, al contacto con la tierra, a observar cómo se desarrollan las plantas, cómo nacen sus flores, sus frutos, de respirar profundo e intentar saber a qué saben o a qué lugar y momento nos remiten. Yo misma tengo un rincón de aromáticas y el ritual de levantarme a contemplarlas, regarlas y, cuando aparece un brote nuevo, reproducirlas, son de las cosas sencillas que generan un gran bien-estar, aquí y ahora. No me quiero olvidar de mis cuatro plantas de tomate cherry que fueron invadidas y usurpadas por arañas rojas, ni de las albahacas que las custodian, con mucha presencia, pero con poco éxito.

Siempre tuvimos quinta en casa, ahora le llamamos “huerta”, aunque vivíamos a cuatro cuadras de la plaza, lejos del campo, claro, y recuerdo muy bien al tío Tomás, un tío de mi padre. Mi progenitor fue un carpintero dedicado, un orfebre de la madera y era un placer verlo conversar con Tomás, que de oficio era quintero. También recuerdo a un señor que llevaba todas las semanas berro, recogido de las orillas de algún río o arroyo cercano, totalmente despreocupado de los agroquímicos.

De vez en cuando, al mediodía, acostumbro ver un programa de televisión rural. Suelen pasar programas sobre emprendedores y emprendimientos (una manera muy noble y sincera de empoderarse) , historias de lugares, de hombres y mujeres que hicieron la diferencia apostando a algún cultivo, a la investigación, a la producción, no sin voluntad, persistencia y mucho trabajo. En estos días abruman las malas noticias del campo, sin embargo, he escuchado y visto más publicaciones sobre Shakira, que sobre la sequía. Las cifras de las pérdidas son millonarias y no sólo van a repercutir en los productores, sino en la economía del país entero y en la economía global. Ya nos estaba costando bastante mantener el prestigio en el mercado internacional, cada vez más competitivo, por medidas desafortunadas, que nuestros vecinos y hermanos supieron aprovechar: menor ingreso de divisa por la disminución de las exportaciones por la pérdida de los cultivos y toda la actividad económica relacionada con la actividad agropecuaria afectada, disminuida, achicada.

La condición climática está haciendo estragos en la economía nacional y regional. El interior y las economías regionales están siendo brutalmente afectados, pérdidas en las cosechas de soja y maíz y en las producciones de arroz, cítricos, yerba y mandioca. Ya a mediados del 2022, había escasez de mandioca y no se conseguían las bolsas de 25 kg, que se redujeron a paquetes de un kilogramo y a un precio muy elevado. Es una materia prima que usamos mucho en la elaboración de alimentos sin gluten. También afecta a la ganadería. Si no hay pasto, no hay vaca, si no hay vaca, no hay leche, si no hay leche… Dónde termina todo es predecible. Esto no sucedió de un día para otro, entiendo que van tres años consecutivos de adversidad climática y el gobierno, según una publicación del 15 de enero, está evaluando medidas. Me quedé sin palabras.

 En estos últimos años, el campo ha venido soportando la presión y la carga del desborde de la economía argentina y la actividad agropecuaria ha sido rodeada de un halo de resentimiento muy grande por parte de ciertos sectores que, de paso, lo han querido instalar en una porción del inconsciente colectivo. No soy economista, ni estadista, soy una simple observadora que admiro el trabajo del campo argentino y lo respeto. Por supuesto se pueden hacer análisis más técnicos y profesionales, no es la intención de este artículo. Si googlean “sequía en Argentina”, van a encontrar información con estadísticas, declaraciones y lamentaciones.

Mientras escribo, llueve, pienso tristemente que unas pocas gotas no alcanzan, es como una lavada de cara con agua fresca en un día caluroso de verano, una bocanada de aire fresco. Después de ver imágenes devastadoras de vacas muertas, peces sin río, campos secos y amarillos, vuelvo a la imagen que ilustra este texto, hoy más un deseo que una realidad. Brindis y plegarias por nuestro campo argentino.

 

Texto (inédito): Gloria Bono

Imagen (inédita): Denise Venier*

*Ingeniera agrónoma

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos