La señora Dellapianetti
acepta que, quizás, se conforme con una vida más mediocre. Lo dice en voz baja,
mirando hacia otro lado, hacia el cielo, más precisamente, mientras piensa en
el infierno que fue Dirckman.
“La señora Dellapianetti tiene el agrado de invitarles al tentempié organizado para festejar sus segundas náuseas producidas por un divertido embarazo psicológico del que signa como único responsable a su amadísimo nuevo consorte don Guadalmiro Pilatos. Asistirán a él sus gemelas que, a la sazón, ya son cuatro, por necesidad imperiosa de la biomuscularidad retrospectiva, según “Guada”; así como los finalistas del certamen.
El ágape, finalmente, coincidiría con el cierre del llamado a Concurso Público de Publicidades Institucionales patrocinado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires; habiéndose clausurado el plazo de entrega de las obras con la ya mencionada aceptación unánime -cuatro a favor y dos ausencias delegadas en el voto del Sr. Ataúlfo Benguimango-, del Jurado de Notables. Final: seis a cero y triunfo del oficialismo)
Tras una deliberación de una hora y treinta y dos
minutos surgen los nombres de los tres finalistas: Darío Sanjurjo (Paulis), Bustos (Bienvenido Chao), y Pep Martell
(seudónimo neutro del innombrable ex amigo de Bustos, quien nunca llegó a
conocer su verdadera cara, hasta que la conoció. Leer “Como por un tubo/Fonointerruptus”,
para poder ustedes conocerla también.
El premio para el ganador, resultaría del acumulado de la revisión y ajuste del P.B.I. de los últimos 70 meses, ascendiendo tal a la inimaginable suma de 250.000 pesos fuertes; una verdadera fortuna que Bustos jamás había imaginado llegar a contar con sus dedos. Y no lo hizo. No por no haber ganado el concurso, del que nunca se conoció el triunfador, sino por la mala suerte que lo acompañaba siempre.
A la misma hora del fallo del jurado, la Plaza de Mayo era tomada por militares revueltos contra el gobierno militar y un renovado golpe de estado, una nueva vieja forma de vida nuestra, se abatía sobre la República Argentina.
La señora Dellapianetti
trabaja en doble turno en una “tienda” y no se le caen los anillos por eso. El
señor Pilatos un día se lavó las manos y al siguiente se abstuvo. Bustos siguió
creando. El cuarto de millón se esfumó.
Nadie ha dicho nada. Sólo
las ovejas y las cabras del Pirineo que son testarudas como Isaletta, que ya es
doce hermanas que se quieren y cantan en el coro de la Divina Medalla.
Desde Madrid,
cuadragésima séptima entrega. Texto y ficción (inéditos): Miguel Ángel Solá
Dibujo (fragmentos inéditos) a
sus 6 y 7 años: Nicolás García Sáez