miércoles, 31 de mayo de 2023

Hay ciertas vocales

Hay ciertas vocales / que se abren insomnes / a la sombra de la luna. / Roces de signos erizados / sobre el teclado oscuro / que alumbran y desfallecen luego / en la solitaria cueva / del yo, / cueva o cuervo: / nunca más, nevermore / (estribillo mentiroso que te canta las verdades.  / No todas).

Sin embargo, las vocales estremecidas, / pliegues de un olvido, / vuelven a abrirse / en los pezones impuros del ritual, / otra vez,  / otras veces. / Desmesura que enceguece el lenguaje  / y se desflora latiendo / en los pulsos de la madrugada. /  Vocales inaudibles / clavadas en la angustia del reloj, / soñadoras de éxtasis, / ingenuas de ansias sin domesticar. / Vocales fieras que se lanzan / en las garras abiertas / de la noche./ Un hombre quiere pronunciarlas / (hombre o tigre del deseo).

Hay ciertas vocales / que se abren insomnes / a la sombra de la luna.

El tigre acecha.  / Yo espero en el día / para volver a nacerlas.

 

Desde Uruguay, poema (inédito): Sandra Escames

Foto (inédita): María Paz German

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

domingo, 28 de mayo de 2023

Nadie busca lo que no conoce

Dicen que el alma se escapa durante el sueño. Ayer soñé.

Mi ser físico reposaba en la cama, lo contemplé con amor y alcé el vuelo. Afuera, en el bosque, la oscuridad crecía y la vida dormitaba invisible. / Levanté la mirada, sobre mi cabeza incorpórea danzaban los astros, huérfanos perdidos en la negra inmensidad, siempre ahí, como centinelas de exploradores, náufragos y trotamundos.

 El viento inclemente movía las ramas y desencadenaba un cuchicheo musical. Murciélagos y búhos se hundían en el impenetrable cielo nocturno. A lo lejos, la ciudad emanaba una claridad inquietante, tan falsa como ilusoria.  Reposaban los pájaros en pajareras y los humanos en humaneras, sí, ya sé, no existe esa palabra en el diccionario de la Real Academia Española, pero no me importa; su definición sería: el lugar donde descansan, entre paredes, los Homo sapiens. Esa imagen me producía cierto desasosiego. Necesitaba comprender, hallar las respuestas a las preguntas insondables. En ese estado podía verlo todo, aunque permanecí agazapada entre los abedules, contemplando el fluir de la existencia. Mi escondite quedó al descubierto cuando fui rodeada por una nube de luciérnagas, entonces decidí continuar por otros derroteros. 

Cada ensueño me proporciona una ducha de libertad, ahí donde las épocas y el espacio se derrumban. Una brisa aliciente me ayuda a regresar al confinamiento de la materia, de lo apócrifo, a un mundo con polaridades tan marcadas que, a veces, se torna denso y pesado. Intento descubrir un misterio que me es inescrutable, puesto que, en definitiva, soy parte del mismo. Cada noche me aventuro hacia la búsqueda del amor incondicional, como es sabido, nadie busca lo que no conoce.

Mientras oía gruñir las campanas del tiempo los latidos del reloj me despertaron.

 


Texto (inédito): Laura Chiavetta

Imagen (inédita): María Paz German

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

domingo, 21 de mayo de 2023

Cultura Api

Cuando uno cree que no sabe nada, tal vez no sea tan así, está entendiendo algo que viene del futuro.

Hace mucho tiempo, luego de terminar la secundaria y antes de empezar la carrera universitaria, tuve la posibilidad de sumergirme, durante todo un año, en el fascinante mundo de las abejas y obtener así mi tecnicatura de apicultora. Jamás ejercí ninguna tarea en dicho rubro, pero si me quedé impregnada por un profundo amor y respeto hacia estos pequeños seres que siempre admiro y observo. 

El intercambio que el sistema productivo ejerce para con ellas, aún no me convence del todo: pureza absoluta desde su parte, suplantada por productos artificiales y químicos desde la nuestra.

Jamás imaginé que, con el transcurrir del tiempo (y muy merecidamente) ellas se convertirían en los seres más importantes del planeta, para permitir la supervivencia de nuestra especie.  La clasificación en reina, zánganos y obreras está fuera de los paradigmas de la realidad actual. Se comprende que esta terminología proviene desde otro marco temporal y dentro de estructuras que, si bien no faltas de investigación y precisión, tenían el foco puesto en procesos socio económicos sostenidos por modelos de esos otros momentos.

De las pocas cosas que me producen verdadera envidia, la que más destaco es la de observar a las abejas volando, para luego entrar en contacto sutil con alguna flor, la parte más efímera, pura y elevada del reino vegetal. Además, ven los colores de una manera inaudita, se saben guiar por el sol, se alimentan de néctar clarificado y poli-motivan todo a su alrededor.

Cada colmena lleva la vida como si fuera un único ser autoconsciente. Habita recíprocamente con el ambiente que la rodea y la suma de todas sus pequeñas acciones hacen que su aporte sea invaluable. Su estructura de funcionamiento enlaza, por un lado, roles muy específicos que se deben cumplir con ciertos dones que cada individuo va desarrollando en su propia anatomía. Por el otro, en etapas y según requerimientos, todo esto sucede conjuntamente y de modo equilibrado, como si hubiera un sistema de organigrama muy preciso e invisible que ellas van incorporando al respirar, momento a momento, siempre actualizado.

Al nacer, al salir de las celdas, puede vislumbrarse, en una abeja bebé, el tamaño corporal que tendrán el resto de sus vidas. Saben lo que deben hacer mientras se desarrollan sus alas. Las tareas van oscilando entre quehaceres de orden y limpieza; pasando por el cuidado, aseo y alimentación de las larvas. También tendrán que pasar una temporada siendo guardianas y defensoras en los accesos, impidiendo el ingreso de cualquier ser extraño. En verano, ya con las alas desarrolladas, ventilarán la colmena, haciendo circular aire puro y fresco por todos los corredores. En invierno, en cambio, se agruparán todas juntas e intercalarán posiciones, en una especie de espera, para mantener la temperatura ideal y lograr atravesar este período hasta la llegada del clima más venidero y gentil. Algunas conformaran el séquito de la reina, haciendo que nunca le falte nada. Durante un breve período, se les activarán ciertas glándulas que secretaran la cera, que luego será utilizada para la construcción de sus paneles con celdas hexagonales, donde algunas albergaran a sus futuras crías y otras serán destinadas para la inmensa reserva de alimento. También generarán, durante un corto lapso, la preciada jalea real, ese súper alimento que, según las cantidades proveídas en sus estadios larvarios, dará como resultado una abeja o una reina.  El propóleo, ese ungüento poderoso, siendo una mezcla de resinas varias, se utiliza para sellar grietas y orificios en donde la colmena lo requiera. 

La reina es una madre, en cierto sentido mamífero, ella jamás cuidará ni alimentará a sus crías. La diferencia en su tamaño, respecto de las demás abejas, radica en que tiene los órganos reproductores plenamente desarrollados, eso, como se ha dicho, gracias al aporte de jalea que le suministraron cuando aún era una larva igual a las demás. Una vez lista, ella hará un único vuelo nupcial fuera de la colmena, seguida de todos los machos que hubiera en ese momento. Saldrá volando virgen y volverá plena, llevando dentro de si toda la carga genética de su especie, para cumplir su valiosa misión. Jamás volverá a ver al sol brillante, solo será a través de la claridad que permean las membranas de la colmena, donde ella sabrá que cada día es un nuevo día. En silencio, con humildad, procederá a realizar su tarea, aparentemente sencilla y pequeña, pero realmente exponencial y grandiosa. Y es así como cada ser sostiene la magia para la cual fue creado.

Es el tamaño de las celdas de cría el que engendrará a una abeja o a un zángano. Los diámetros pequeños presionaran el abdomen de la reina y harán que un óvulo y un paquete de esperma se depositen en ese pequeño y cálido espacio, dando lugar al comienzo de la vida de una abeja. En cambio, las celdas de mayor diámetro, que son las menores, no presionarán su abdomen, de este modo bajará solo un óvulo, que permitirá el desarrollo de un macho.

Los zánganos, en sí mismos, no desarrollan ninguna tarea, ni dentro ni fuera de la colmena, más que la de, en caso de ser necesario, y eso suele suceder luego de periodos prolongados, fecundar a la nueva reina. Son como kamikazes del amor, su finalidad es su propio fin. Los que logren esta tarea serán los más veloces, fuertes, astutos. Pero morirán luego de este acto. Y los demás también, ya que no se les permitirá volver a ingresar en la comodidad y seguridad de la colmena.

Mientras todo se va sucediendo, llega el gran día en que cada abeja estará lista para salir al exterior de la colmena.  Abandonar, por primera vez, el único lugar conocido para salir a explorar la maravilla del mundo. Al guiarse por el sol, también utilizan matemáticas “básicas” y se comunican mediante una especie de danza para ubicar los lugares de cosecha. Algunas no volverán, otras pocas se convertirán en incansables exploradoras y la mayoría estará por encima de todas las cosas y se conectarán magistralmente entre ellas.

Las flores desplegarán su belleza, aroma y sabores para albergar a sus aliadas. Las abejas, disfrutarán, cada vez, de ese momento ultra sensorial único, tomarán la materia del alimento que es brindado para ellas y, a cambio, trasladarán el polen-oro como promesa de ese acuerdo de abundancia, biodiversidad y futuro.


Texto (inédito): Carolina Heinrich

Video abeja bebé (inédito): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos

 

jueves, 11 de mayo de 2023

Feria del Libro de Buenos Aires / La salud del lado B

 

Ingreso al espacio que La Rural siempre reserva para este grandísimo evento. Observo en dirección al parque, en donde se encuentran los paneles de energía solar. Luego el cielo.  Quiero averiguar algo que, con destellos de más o menos intensidad, me viene intranquilizando un poco durante estos últimos días: ¿ cuál es el estado de salud del libro? Más allá de cifras nacionales y globales, de datos certeros o inventados, hay algo, como la huella de uno o el adn, que se puede captar en medio del aleteo de los sentidos y en un par de recorridos puntuales, aquí y en las calles. Allí suele surgir una epifanía que no falla a la hora de dictaminar su primera impresión, que en estos casos siempre es la que vale.

¿El objeto/libro es un portal que nos abre las posibilidades a un Universo de sueños y viajes a lo inesperado o es mera y fría mercancía? Estreno esta libretita de musas y anotaciones sentado en uno de esos bancos kilométricos de madera que datan de mediados avanzados del mil ochocientos. Simil Moleskine, color naranja funky, anoto aquí mismo lo siguiente: ¨averiguar la marca del impregnante a prueba de balas con el que han sido untadas estas piezas de museo, de asombrosa utilidad hoy en día¨ . Algunos conversan, otros observan la arena barrida por donde ha circulado -cuando aún estaba con vida-buena parte de la fauna argentina.

Atraído por la escasez de público que hay en ese espacio, me detengo en la esquina de un stand para escuchar algo sobre el ardid de mis colegas a la hora de embellecer los recuerdos. Es curioso evocar un pasado remoto junto a la ópera prima de un escritor, que se presenta entre el azar y la repetición de uno de los recorridos. El autor comienza a hablar con tensión sobre un novelista francés que desconozco… y entonces continúo con mi camino. Un dibujante está siendo entrevistado por un periodista o alguien que parece interesado en su obra. Somos alrededor de diez personas escuchándolos. El hombre habla con un tono que va boyando entre lo triste y lo épico, le pone garra, menciona algo sobre las bolsas de papel y el mainstream. Los dos protagonistas permanecen bastante quietos, un tanto rígidos. Sigo, rumiando acerca de esa tendencia que tenemos todos a ser y enarbolar la bandera ¨anti sistema¨, protestando desde plataformas que son El Sistema. ¿Black Mirror? Bien, gracias. A dos minutos de allí hay un stand en donde un estudiante de ingeniería habla sobre la inteligencia artificial. Levanto la mano para hacer una pregunta, tengo muchas dudas. El estudiante me ignora. ¿Parezco demasiado humano? Por suerte después me encuentro a ese duende que sonríe y te enchufa sus poemarios artesanales, un eufemismo para decir fotocopias recortadas en cuatro y cosidas a mano. A metros del arenal centenario, él te persigue y te convence con sus modales del romanticismo, promociona su producto infinitamente mejor que cualquier multimedios clonado con sombras de tiburón.

Luego, claro, más o menos lo mismo de siempre: libros y libros y toneladas de libros. Salas azules, rojas, verdes, amarillas. Conferencias. Firmódromos.  Presentaciones. Nombres y apellidos de autores y autoras para hacer una mermelada descomunal. Veo un par de títulos de mi autoría, uno de ellos, de cara al público… ¿ aún continúa como la ¨primera edición¨? Entiendo perfectamente que esa tanda inicial se agotó hace años. Los editores también sufren la crisis, no hay un mango, pero cuando el fruto ofrecido durante lustros es uno de tus hijos… en fin. Camino. Me detengo. Me llevo uno  interesante, prolijo, bien editado sobre la vida y obra de Paul McCartney, su precio es inferior al de un café con leche. Anoto en mi libretita: ¨quién no lee es porque no quiere¨. Hay momentos en los que cuesta caminar entre los pasillos de la feria, abarrotados de muchedumbres. Hay jeroglíficos indescifrables. Hay clásicos apetecibles. Hay posmodernos best sellers muy legibles o infumables. Hay cómics y literatura infantil y más libros que los puede leer un ciego. Filmo un poquito. Aún hay mucho que aprender sobre la Feria de Frankfurt y la de Guadalajara. Así las cosas, siempre hay algo para captar, algo que recibir. Considerada la tercera más importante del mundo, la Feria de Buenos Aires suele ser muy generosa, la gente siempre responde muy bien, no hay que olvidar que estamos en la ciudad con más librerías por habitante que hay en el planeta. Pero desmenuzar este ítem tal vez sea como rescatar un síntoma en lo más glamoroso de Palermo, cuando el estado general de las cosas abarca un territorio muchísimo más amplio. Intento debatir conmigo, gana mi optimismo y llego a la misma conclusión: ¨aquel que no lee un libro, es porque no quiere, no porque no puede¨. Exceptuando a muy pocos, ahora ampliado, vuelvo a anotarlo en mi libretita naranja. Vengan de a uno.


 Texto y video (inéditos): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos


domingo, 7 de mayo de 2023

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (quincuagésima quinta entrega)


FEBO

¿Para qué dar luz a semejante idiota,

que se sube a las paredes,

por un hueco entre unas piernas níveas

-estando Nerja entera y sus cavernas,

a unas horas de avión, o bien, Altamira,

a su disposición y no a la mía,

porque más allá de la entrada

estoy prohibido en ambas

desde el plioceno hasta estos días

Humillación… ¡oh, cómo me humillas!

Un mero Ayuntamiento, una Alcaldía,

impiden a este Dios-Astro una visita

a la oscura caverna mítica,

en la que el hombre y la mujer

ejercieron fornicio por primera vez

con la excusa de ¡llegó la primavera!...

¿Qué tiene la caverna que no tenga yo?

Oscuridad, tal vez, y yo lo alumbro todo.

(Mira al poca cosa -Bustos-, y mastica)

¿Por qué no se decide este ancianito,

se casca el pedernal por un ratito,

y, ya sedada su manía reprimida,

aparezco yo, a mi hora, y lo despierto con mi brillo.  

 

¡No me puedo dormir, esto no es cama!

Y dice Bustos: -y es lo único que dice en este acto,

gracias al cielo, a la eternidad y al hecho, que es real)

¡Sin ella y sin conmigo, no habrá cama que lo sea y basta!

 

Desde Madrid, quincuagésima quinta entrega. Texto y ficción (inéditos): Miguel Ángel Solá

Video, imágenes y edición (inéditos): Nicolás García Sáez

 Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos