jueves, 11 de mayo de 2023

Feria del Libro de Buenos Aires / La salud del lado B

 

Ingreso al espacio que La Rural siempre reserva para este grandísimo evento. Observo en dirección al parque, en donde se encuentran los paneles de energía solar. Luego el cielo.  Quiero averiguar algo que, con destellos de más o menos intensidad, me viene intranquilizando un poco durante estos últimos días: ¿ cuál es el estado de salud del libro? Más allá de cifras nacionales y globales, de datos certeros o inventados, hay algo, como la huella de uno o el adn, que se puede captar en medio del aleteo de los sentidos y en un par de recorridos puntuales, aquí y en las calles. Allí suele surgir una epifanía que no falla a la hora de dictaminar su primera impresión, que en estos casos siempre es la que vale.

¿El objeto/libro es un portal que nos abre las posibilidades a un Universo de sueños y viajes a lo inesperado o es mera y fría mercancía? Estreno esta libretita de musas y anotaciones sentado en uno de esos bancos kilométricos de madera que datan de mediados avanzados del mil ochocientos. Simil Moleskine, color naranja funky, anoto aquí mismo lo siguiente: ¨averiguar la marca del impregnante a prueba de balas con el que han sido untadas estas piezas de museo, de asombrosa utilidad hoy en día¨ . Algunos conversan, otros observan la arena barrida por donde ha circulado -cuando aún estaba con vida-buena parte de la fauna argentina.

Atraído por la escasez de público que hay en ese espacio, me detengo en la esquina de un stand para escuchar algo sobre el ardid de mis colegas a la hora de embellecer los recuerdos. Es curioso evocar un pasado remoto junto a la ópera prima de un escritor, que se presenta entre el azar y la repetición de uno de los recorridos. El autor comienza a hablar con tensión sobre un novelista francés que desconozco… y entonces continúo con mi camino. Un dibujante está siendo entrevistado por un periodista o alguien que parece interesado en su obra. Somos alrededor de diez personas escuchándolos. El hombre habla con un tono que va boyando entre lo triste y lo épico, le pone garra, menciona algo sobre las bolsas de papel y el mainstream. Los dos protagonistas permanecen bastante quietos, un tanto rígidos. Sigo, rumiando acerca de esa tendencia que tenemos todos a ser y enarbolar la bandera ¨anti sistema¨, protestando desde plataformas que son El Sistema. ¿Black Mirror? Bien, gracias. A dos minutos de allí hay un stand en donde un estudiante de ingeniería habla sobre la inteligencia artificial. Levanto la mano para hacer una pregunta, tengo muchas dudas. El estudiante me ignora. ¿Parezco demasiado humano? Por suerte después me encuentro a ese duende que sonríe y te enchufa sus poemarios artesanales, un eufemismo para decir fotocopias recortadas en cuatro y cosidas a mano. A metros del arenal centenario, él te persigue y te convence con sus modales del romanticismo, promociona su producto infinitamente mejor que cualquier multimedios clonado con sombras de tiburón.

Luego, claro, más o menos lo mismo de siempre: libros y libros y toneladas de libros. Salas azules, rojas, verdes, amarillas. Conferencias. Firmódromos.  Presentaciones. Nombres y apellidos de autores y autoras para hacer una mermelada descomunal. Veo un par de títulos de mi autoría, uno de ellos, de cara al público… ¿ aún continúa como la ¨primera edición¨? Entiendo perfectamente que esa tanda inicial se agotó hace años. Los editores también sufren la crisis, no hay un mango, pero cuando el fruto ofrecido durante lustros es uno de tus hijos… en fin. Camino. Me detengo. Me llevo uno  interesante, prolijo, bien editado sobre la vida y obra de Paul McCartney, su precio es inferior al de un café con leche. Anoto en mi libretita: ¨quién no lee es porque no quiere¨. Hay momentos en los que cuesta caminar entre los pasillos de la feria, abarrotados de muchedumbres. Hay jeroglíficos indescifrables. Hay clásicos apetecibles. Hay posmodernos best sellers muy legibles o infumables. Hay cómics y literatura infantil y más libros que los puede leer un ciego. Filmo un poquito. Aún hay mucho que aprender sobre la Feria de Frankfurt y la de Guadalajara. Así las cosas, siempre hay algo para captar, algo que recibir. Considerada la tercera más importante del mundo, la Feria de Buenos Aires suele ser muy generosa, la gente siempre responde muy bien, no hay que olvidar que estamos en la ciudad con más librerías por habitante que hay en el planeta. Pero desmenuzar este ítem tal vez sea como rescatar un síntoma en lo más glamoroso de Palermo, cuando el estado general de las cosas abarca un territorio muchísimo más amplio. Intento debatir conmigo, gana mi optimismo y llego a la misma conclusión: ¨aquel que no lee un libro, es porque no quiere, no porque no puede¨. Exceptuando a muy pocos, ahora ampliado, vuelvo a anotarlo en mi libretita naranja. Vengan de a uno.


 Texto y video (inéditos): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos