domingo, 27 de febrero de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (tercera entrega)



-"Dudo que su nacimiento y crianza se produjera en Córdoba, pues carecía de la tonada que caracteriza a los naturales de La Docta ciudad..."-, argumenta Jorge Luis Borges, en el reportaje que el escritor y poeta Rodolfo Braceli le hiciera el 6 de septiembre de 1974.

-"(...) Lo conocí en una situación extremadamente tensa en el club argentino de pato. Este hombre, Bustos, que, debo reconocer, produjo en mí una desmedida curiosidad momentánea, logró interrumpir la semifinal de un sanguinolento campeonato de pato, que disputaban "Las Cruces", de Pergamino y "Los Venados", de Balcarce, plantándose en el centro del campo de juego con un invento que le pertenecía, entre las manos: un balón con seis asas, con el que pretendía reemplazar al acogotado palmípedo de turno. Evidenció ese día, el muy impertinente, la valentía de un cuchillero entre cuchilleros, imponiendo su criterio tras amedrentarlos con la simple parada. Supe luego, en una charla informal, que el susodicho escribía; pero, urgido como me encontraba en satisfacer las demandas de los vericuetos insaciables de mi pobre imaginación, mis oídos ya no se prestaban. En cambio, nacía en ese mismo instante, "Hombre de la Esquina Rosada", y sus méritos, si los tuviera, los debe a ese mozo de rostro afilado y temple acerino, para rematar la charla con un: -"¿Braceli, es su nombre...? Vea, muchacho, al fulano que nos ocupa no lo recuerdo cordobés."-

 Honorio y Delfino Acuña, remontan al 1º de mayo de 1923 el nacimiento de Alberto Carlos Bustos. Hermanos gemelos y periodistas, ambos coinciden en que: “(...) Su tierra de origen - la de Bustos - fue Villa General Belgrano (Córdoba); trasladándose el grupo familiar (en ese entonces: padre, madre, su primogénito llamado Libador y Alberto Carlos, aún bebé) a la ciudad de Rosario para atender a este último de la ceguera que le afectara desde sus tres primeros días de vida". Este testimonio coincidiría con el de Olga Arce, que trató al afectado durante la enfermedad que lo acosara. No son los mismos, sin embargo, el lugar ni el año de su nacimiento.

 Heriberto Oyuela -anciano político cordobés-, asevera en su libro "Memorias de un canalla redimido", que la idea original de sus escritos le fue suministrada por su coterráneo Alberto Carlos Bustos, y que por lo tanto a él debe la fortuna acumulada por sus ventas en veintiséis países: -“ (...) evitándome así proseguir utilizando las tan malas artes acostumbradas en mis colegas para hacer dinero". “(...) Yo era de los que opinaba livianamente: “Hay que invertir donde corra la sangre, aunque sea la mía”.  Hoy, arrepentido del daño que pude hacer, soy asesor de la ONU, vocal primero de UNICEF y consejero de Mujeres Maltratadas en toda América. Por eso, cada 1º de mayo, levanto mi copa en honor de quien me ayudó a cambiar...". Este último dato, podría bien ser tomado como una salutación al día en que su inspirador iniciaba un nuevo año de vida. Su cumpleaños, digo.


"Veo sangre en los ojos del siglo.

Encaramados al poder de lo imposible, los sentidos vagan por la insensatez.

He visto estrellas encenderse y apagarse luego, como si sobraran, como si no les estuviera permitido más que ese parpadeo miserable.

He visto sangrar a los ojos del siglo.

Tras cada gota, el destino, ahogando el fuego sagrado que protege del invierno a los sentimientos.

 Mi mano imaginaria percibió ayer la dureza de las almas que conducen esta renovada vieja historia.

 Tocó a un tiempo, todas las piedras -corazones de latires ahogados-, y golpeó urgida, puño cerrado, para hacerse evidente; pero mi oído fantaseado le avisó que de cada cerebro manaban cataratas que, por espesas parecían órdenes y que éstas fluían por ojos inertes y mandíbulas tiesas desde el miedo inventado.

Veo sangre en los ojos del siglo.

Quise besar la boca que me mordió.

Quise sorber la saliva virgen que, como esas estrellas del débil parpadeo, mudó sin transición en baba rabiosa.

Quise lamer su hendidura más profunda y en ella: un sello, un himno, una bandera fronteriza y lo aprendido de memoria y repetido hasta el hartazgo en la búsqueda del odio suficiente que por suficiente justifique.

Veo sangre en los ojos del siglo.

No es sangre conocida.

Es sangre de números, de contabilidades, de memoria y balance, de utilidad, de pragmatismo.

No es sangre de la que hace brotar vida.

Es sangre de vencer o morir.

Es sangre de ni un paso atrás.

Es sangre de matémonos los unos a los otros.

No van a derramar lo vital los mandantes dedicados a "ultimar detalles"; escudados en soberanías, honores y valentías fingidas; surcos por donde la sangre del siglo veo correr.

Quiero olvidar que mis ojos ven, no sólo lo que ven, quiero cegarlos de visiones, equivocarlos, hundirlos en la nada del vacío.

No basta con cerrarlos.

No basta con llevarlos al sueño.

 Sigo viendo, y lo que veo es sangre de siglos en el siglo que me toca vagar por estos ojos, que apenas parpadean."

 

 ¨Siglo¨, de Alberto Carlos Bustos. Buenos Aires. Diciembre. 1936.Prólogo en “Memorias de un canalla redimido”. 


 

Desde Madrid, texto, ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (a sus seis años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos