Oyuki es delicada como el terciopelo, misteriosa como
el lado oscuro de la luna y silenciosa como la casa embrujada del bosque más
inhóspito entre las noches de invierno
de Surinam. Ella lucha por causas nobles, y convoca a músicos de toda índole
para que desplieguen sus talentos en un geriátrico, y extraña el butoh, y
difunde sesiones de osteopatía de un tal Cocoroco, y se pregunta que quieren
los hombres de hoy que se criaron con el discurso de ayer, y difunde las clases
de danza africana de sus amigas, y hace fotos de sierras solitarias con luna
casi llena que asoma entre la inminencia de un royal blue...y además es
astróloga, de las buenas, de las que no confunden a Sagitario con Escorpio,
ni a Capricornio con Virgo, también es madre y actúa, y dicen que muy bien.