Hoy, en el diario
que tantos dicen que tiene una napia más larga que la de Pinocho, se anuncia por medio de un estudio que
los centennials, la franja etaria 0/18, no puede prestar más de cinco segundos
de atención a un estímulo, a una frase escrita, a un diálogo, a nada que no sea
el zapping desquiciado y permanente que esta nueva era regala como reguero de
pólvora virtual. Lo que sería la cima iluminada, el súmmum, el quid del ideal
gestáltico (devoto del sahumerio de sándalo y tan apegado al sanar, al vibrar,
al resonar, al soltar, ideal encandilado con el
aquí y el ahora) preocupa al resto de la humanidad más o menos instruida, más o
menos sensible, más o menos curiosa. Una horda de zombies teen con cara de
pantalla multimedia parece asolar a un futuro muy cercano, incierto y
desesperanzado. Mientras esto sucede (o no sucede, según como se lo mire) un
joven que acaba de cumplir los 18 años de edad la va rompiendo una y otra vez por
los cuatro puntos cardinales del Universo del rap argento, e incluso un poco
más allá. Manu, para la familia y los amigos. Replik, su seudónimo de batalla
verbal. Cuando Manu se transforma en Replik uno acostumbra a ver (sobre todo en
los videos de you tube que lo tienen como protagonista, y que cuentan con millones y millones de visitas) a su
interlocutor (por lo general con un físico orondo que lo dobla o triplica en tamaño) transpirando y tartamudeando sus pensamientos y su postura corporal y una caripela inevitable
(inolvidable, inigualable) de: ¨Mamita, y ahora qué le contesto a este pibe?¨.
Replik, micrófono en mano, y casi siempre en algún estadio o teatro populoso que alberga
a un público entusiasta, suele acribillar a sus contrincantes con la prosa
elevada del que -se nota, y bien, y mucho- toma su tiempo para paladear la
lectura de los Clásicos, el tiempo para reflexionar lo leído, y luego
contemplar, y así depositar en algún cuaderno sus dardos maravillosamente
envenenados. Y ese exorcismo lo vemos (y sobre todo lo escuchamos) cuando este
payador del nuevo milenio electrifica su lengua con perlas cultivadas en lo más
profundo del hemisferio derecho del cerebro que, luego, baja al llano junto a
una catarata vehemente de vituperios barriobajeros que deja en estado de shock
a la lengua de su rival. Y así, escuchándolo, viéndolo, emocionándose incluso
mientras emite una carcajada fruto de su ocurrencia, uno entiende por qué todas
las grandes discográficas quieren hoy y ahora su firma, una verba explosiva y privilegiada
que, si se lo propone, puede noquear al mismísimo Tyson con una de esas frases espontáneas, improvisadas al toque que muchos de sus contemporáneos, los centennials, no te retienen ni clonados de Newton o Einstein.
Manu es un adolescente encantador, amiguero, familiero. Replik es un personaje
muy bravo, salido del fuego más sólido, disciplinado e intenso de Dante. Recordamos
que Manu/Replik estrenó en noviembre del año pasado su mayoría de edad; si quería viajar a
Formosa, Florianópolis o Dubai aún necesitaba el permiso de sus padres. Hoy y ahora parece ser el pájaro con más vuelo en el firmamento del flow. Aprovechamos
también este espacio para mencionar que Manu es el retoño mayor de nuestra
querida Verde, su madre siempre orgullosa Catherine Biquard.
Nicolás García Sáez
Nicolás García Sáez