viernes, 15 de febrero de 2019

Replik, clásico & posmoderno



Hoy, en el diario que tantos dicen que tiene una napia más larga que la de Pinocho, se anuncia por medio de un estudio que los centennials, la franja etaria 0/18, no puede prestar más de cinco segundos de atención a un estímulo, a una frase escrita, a un diálogo, a nada que no sea el zapping desquiciado y permanente que esta nueva era regala como reguero de pólvora virtual. Lo que sería la cima iluminada, el súmmum, el quid del ideal gestáltico (devoto del sahumerio de sándalo y tan apegado al sanar, al vibrar, al resonar, al soltar, ideal encandilado con el aquí y el ahora) preocupa al resto de la humanidad más o menos instruida, más o menos sensible, más o menos curiosa. Una horda de zombies teen con cara de pantalla multimedia parece asolar a un futuro muy cercano, incierto y desesperanzado. Mientras esto sucede (o no sucede, según como se lo mire) un joven que acaba de cumplir los 18 años de edad la va rompiendo una y otra vez por los cuatro puntos cardinales del Universo del rap argento, e incluso un poco más allá. Manu, para la familia y los amigos. Replik, su seudónimo de batalla verbal. Cuando Manu se transforma en Replik uno acostumbra a ver (sobre todo en los videos de you tube que lo tienen como protagonista, y que cuentan con millones y millones de visitas) a su interlocutor (por lo general con un físico orondo que lo dobla o triplica en tamaño) transpirando y tartamudeando sus pensamientos y su postura corporal y una caripela inevitable (inolvidable, inigualable) de: ¨Mamita, y ahora qué le contesto a este pibe?¨. Replik, micrófono en mano, y casi siempre en algún estadio o teatro populoso que alberga a un público entusiasta, suele acribillar a sus contrincantes con la prosa elevada del que -se nota, y bien, y mucho- toma su tiempo para paladear la lectura de los Clásicos, el tiempo para reflexionar lo leído, y luego contemplar, y así depositar en algún cuaderno sus dardos maravillosamente envenenados. Y ese exorcismo lo vemos (y sobre todo lo escuchamos) cuando este payador del nuevo milenio electrifica su lengua con perlas cultivadas en lo más profundo del hemisferio derecho del cerebro que, luego, baja al llano junto a una catarata vehemente de vituperios barriobajeros que deja en estado de shock a la lengua de su rival. Y así, escuchándolo, viéndolo, emocionándose incluso mientras emite una carcajada fruto de su ocurrencia, uno entiende por qué todas las grandes discográficas quieren hoy y ahora su firma, una verba explosiva y privilegiada que, si se lo propone, puede noquear al mismísimo Tyson con una de esas frases espontáneas, improvisadas al toque que muchos de sus contemporáneos, los centennials, no te retienen ni clonados de Newton o Einstein. Manu es un adolescente encantador, amiguero, familiero. Replik es un personaje muy bravo, salido del fuego más sólido, disciplinado e intenso de Dante. Recordamos que Manu/Replik estrenó en noviembre del año pasado su mayoría de edad; si quería viajar a Formosa, Florianópolis o Dubai aún necesitaba el permiso de sus padres. Hoy y ahora parece ser el pájaro con más vuelo en el firmamento del flow. Aprovechamos también este espacio para mencionar que Manu es el retoño mayor de nuestra querida Verde, su madre siempre orgullosa Catherine Biquard.  


                                                                                               Nicolás García Sáez