miércoles, 5 de enero de 2022

Breve pero necesaria catarsis Verde, Platónica y Paralela para comenzar el año y despegar hacia un horizonte más despejado

 La pregunta que varias decenas de millones de personas nos hacemos, cada vez con más insistencia, es: ¿qué tendrán adentro del marote (coloquial, apto en Argentina y Uruguay)  aquellos y aquellas que juegan todo el tiempo con nuestras vidas? ¿de donde les brota tanta desidia, tanto turpitudo, tanta dummheit desenfrenada?  Corazón, ese organito, ya nos hemos dado cuenta y hace muchísimo tiempo,  no lo tienen, no hay, no existe, o al menos hacen todo lo posible para demostrarnos que ahí ya no late nada y, si queda algo, probablemente esté  criogenizado , como el mito de Walt Disney, claro, con la diferencia de que les incansables corruptes de siempre (en este espacio a veces agregamos la ¨e¨, por si entre los/as/es lectores existe algún/a/e aficionado/a/e al dialecto que nos remite al tereré) no tienen ningún tipo de gracia, mucho menos podemos pensar en alguna clase de talento. 

En medio de una tercera ola repleta de contagios que (luego de un enésimo año imposible de remar, en lo económico y en lo sanitario, además de varios etcéteras tan argentinamente remados) nos está nublando, otra vez,  el verano a todos/as/es, lo telúrico parece ir horadando hacia futuros sismos mientras el maniqueísmo infantiloide sigue haciendo estragos en una (aún) considerable porción de la ciudadanía. ¿Ser cómplice silencioso de estos ixodoideos/as, de estos παράσιτος (en griego, del original) cuya bandera es la inconmensurable estulticia. la inacabable rapiña, la altísima hipocresía…es formar parte del problema? ¿usted opina que si o que no? ¿y la indiferencia ombliguista? ¿y la indignación selectiva de aquel o aquella o aquelle que solo ve/vislumbra/capta el inconveniente cuando lo tiene frente a sus narices? Antes, durante o después muchos y muchas y muches ignorarán olímpicamente todas las alarmas que se están encendiendo cuando, por ejemplo, se estén incendiando la mitad de las provincias de su/nuestro amado país, o cuando extraigan o birlen (como ya lo hicieron antiguamente los españoles) la riqueza que nos sigue dando nuestro subsuelo y/o la Pachamama. Ahora, por si no fuere o fuese suficiente con las decisiones que toman estos  cráneos iluminados del desencanto,  nos desayunamos, en medio de esta variante covídica impronunciable, con la mala nueva de que se habilitó la exploración en la costa de Buenos Aires. Suponemos, casi podemos asegurar, que alguno/a/e se alertará con este tema, o se enterará de su existencia, cuando esté chapoteando alegremente entre las olas del Atlántico y, en lugar de la deliciosa y refrescante agua salada, se trague un litro de petróleo, de allí nuestra imagen del día de hoy.

¿El Estado es un reflejo nuestro, tuyo, vuestro? Estimados gurúes de la New Age más comercial: a veces si, a veces no, puede que si, aunque en este o estos casos es casi seguro que no, pero en ese purgatorio y en esa duda es donde nace otra oportunidad.

¿Hasta cuando se seguirá bicicleteando la Ley de Humedales? (¡Ley de Humedales YA, ¿qué es lo que no se entiende de su imperiosa necesidad?!) ¿ hasta cuando el glifosato envenenará diariamente nuestra comida?. Mientras tanto se les sigue pagando, con inmensos esfuerzos ajenos, o sea, que no les pertenecen, sueldos siderales a empleados nuestros que (lo dijeron un montón de pajaritos) solo se dedican a beneficiarse entre ellos y a complacer a sus amigues, pleno 2022, no sin antes complicar la existencia de quienes los sostienen. Ya se ha dicho alguna vez en este espacio: el día que un extraterrestre aterrice en este país, no va a poder creer que aún exista esta Divina Comedia posmoderna, que en realidad es más vieja que nuestra escarapela. 

Todos y todas y todes son amables participantes/as de la voluntad que le ponemos y le seguiremos poniendo a este año para que por fin despegue y se destaque (para bien) del resto de los años, uno más infumable que el otro, si miramos para afuera, rescatables si nos miramos hacia adentro y a nosotros mismos. Quejarse, resta. Agradecer, suma. Pero la ecuación será sincera y realizable cuando dejen de perturbar nuestro día a día. Mientras tanto, a esos de siempre, ni las gracias por nada.

CCLVP&P