sábado, 17 de junio de 2023

El vacío


Regresé a la vivienda de Nora. La extraño. Papá vendió el resto de los muebles. La casa está desocupada, se siente muerta y ha alcanzado una sonoridad peculiar, cada paso que doy me grita su ausencia. La única lámpara que queda en pie emana una luz mortecina, por lo que prefiero abrir el ventanal; afuera el paisaje de otoño muestra los primeros árboles desnudos. Me siento frente a las cajas que aún guardan los chirimbolos y adornos diversos que le regalaron a la abuela, pienso en la cantidad de objetos que atesoramos, a los que a veces nos aferramos y nos sobreviven, ahí están, como queriendo contarnos alguna anécdota, o tal vez quieran decirnos que nada de esto tiene sentido, perdemos horas trabajando para comprar cosas mientras dejamos que el tiempo se escurra y la vida se desvanezca. Paso mis manos por la superficie de esos cartones polvorientos. Me invaden las ganas de llorar, pero me contengo. Paseo entre las paredes que alguna vez abrigaron a Nora, siento que su energía aún se conserva, que me abraza desde lo infinito, desde lo eterno. Me tumbo boca arriba en el suelo, extiendo los brazos en cruz, cierro los ojos y me entrego al silencio. Imagino su cuerpo, su particular rostro curtido por el tiempo y la dulce mirada; lo que fue, y ahora… todo eso… tragado por la tierra.

Dicen que uno decide el momento en el que llega a este mundo. Me pregunto por qué habré elegido este tiempo tan extraño, cuál es mi propósito y si es que realmente tengo alguno. Un gran vacío me invade. Llevo en la mochila, a todas partes, el cuaderno de la abuela, su bitácora. En las últimas páginas ella escribió una gran cantidad de frases, versículos y extractos de diferentes filósofos y avatares de la humanidad. Nora leía cuanto texto llegara a sus manos y de ahí rescataba lo bueno. La abuela parece comunicarse conmigo a través de sus apuntes. Abro el libro al azar y encuentro la respuesta a mi pregunta: “Cada cosa tiene su estación y cada propósito su tiempo bajo el cielo”.

 

Texto (inédito): Laura Chiavetta

Imagen (inédita): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos