Los ángeles y
las hadas y los duendes y los elfos tiemblan cuando la escuchan cantar a Eve.
Se pellizcan embelesados entre ellos para corroborar si lo que aquella dama
acompaña con su guitarra es una canción o el mensaje divino de algún
extraterrestre que está haciendo campamento en una de las bases del Uritorco.
Eve trabaja la tierra y el alimento verde y practica a diario la liturgia
budista de Nichiren Daishonin junto a su media naranja, nuestro Verde Honorario: Claudio, artesano de metales y maderas a gran escala. Eve cree con firmeza que el mundo puede virar
hacia un lugar más amable y que la paz entre los humanos es una utopía
plausible.