Durante una pausa en el reportaje
conversamos afablemente acerca de teatro, periodismo y el mundillo editorial. Tito Cossa
mencionó con agradecimiento a Emilio Stevanovitch (ambos ganaron el prestigioso Premio Konex) y yo experimenté un sacudón
inmediato hacia mi pasado. Emilio fue/es un Capo (gugleadlo), fue/es mi Padrino Honorario, mi Referente y Gran Amigo Adulto cuando yo tenía flequillo y usaba bermudas de franela gris, fue también, y sigue siendo en mi recuerdo,
mi querido vecino durante casi 20 años, en Los Patos, Palermo, Baires. Gracias a
él, y a muy temprana edad (nueve, diez añitos) pude acercarme (sin Internet y sin
entender del todo, a esa altura de la vida, de quienes se trataba) a la música
de Zubin Mehta, a las aventuras de Jaques Cousteau, a las piruetas de
Baryshnikov, ellos y muchos más visitaban la Argentina en los tempranos 80 y Emilio, gran
anfitrión y traductor (hablaba siete idiomas, fue el primer intérprete
argentino en la ONU) los homenajeaba en su departamento, el sexto piso 128
que estaba frente a mi nido siempre numeroso y familiar, el 127. Coincidimos también en el
recuerdo de Lilia Ferreyra, la viuda de Rodolfo Walsh, con quien trabajé
durante varios años en el suplemento de viajes del diario Página 12 y en donde
Tito colabora actualmente con la contratapa titulada ¨Ocurrido y
Ocurrencias¨.
NGS