Que ya nada me extraña, araña:
desde el techo del salón huiste
y te escondías,
haciendo tu trabajo bajo (aunque era arriba),
hilando en la sombra, que busca y que nombra,
errante como el tango, araña tejedora,
tal vez errada. Cerrada red, casi al borde
de un tubo de luz apagado.
Que ya nada me extraña, araña:
estoy hecha de hilachas,
cosida en decepciones, y algunas
excepciones, por suerte,
araña displicente,
que te quedaste arriba, en el techo
del salón, casi escondida,
con tubo y sin luz.
Desde Uruguay, poema (inédito): Sandra Escames
Fotografía (inédita): Nicolás García Sáez
Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos