La contemplación de un caracol siempre me ha resultado una experiencia de alto vuelo.
La pregunta suele ser recurrente: ¿Insectos o animales? Son moluscos, no tienen esqueleto, de allí su movimiento de bicho extraterrestre, ni hablar de esa vivienda perenne que llevan encima de su lomo. Mientras elongan, se contraen y vuelven a elongar, los caracoles pueden ser maestros a la hora de enseñar las virtudes del esfuerzo y la paciencia.
Y esos ojos en las puntas de sus antenas…¡qué maravilla! Tanto como el dron que lo sobrevuela. Algo se estarán diciendo. ¿Es una invasión o un lazo amistoso? Los caracoles suelen multiplicarse, los drones también. El dron viene a interpelar el punto de vista de los pájaros, la diferencia es que el aparato volador comparte lo que ha visto ¿Metáfora visual de nuestra era contemporánea de información y desinformación? ¿O convite delicado y con ritmo de tertulia entre la tierra y el aire? Los elementos se conjugan, comulgan, abren una nueva puerta para el diálogo.
© Nicolás García Sáez
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