Resulta interesante
leer las respuestas que muchas veces ofrecen aquellas personas que ya
saborearon las mieles del éxito. Se ha dicho aquí, en este blog, cómo llama
la atención el trato amable, humilde, que brindan cuando son consultadas por su
universo personal, o el laboral, que suelen ser lo mismo.
Hace algunos meses comenzamos a hablar de cine
y de teatro y también de México (su país), hablamos de la vida misma. En ese
devenir me tomé el atrevimiento de preguntarle si quería ser la prologuista de
las traducciones de uno de mis libros. Accedió de inmediato. Cada vez que nos
comunicamos manifestó el mejor de los humores, la mejor de las voluntades. Yo ya
tenía una leve idea de quién era, amistades del país azteca me habían hablado
con entusiasmo de la serie, y posteriormente película, ¨Las Aparicio¨, vista por
millones de personas en la tele y luego por los suscriptores de Netflix.
Con el correr del tiempo me fui enterando de
su carrera descomunal. Vivimos en un mundo globalizado, pero muchas veces nos
cuesta ver qué sucede más allá de nuestras propias fronteras. Algo parecido,
digamos, sucede con las películas o las series de televisión, incluso con
muchas obras de teatro: uno por lo general se acuerda del actor o la actriz
principal, luego del director, o directora, tal vez algún/a secundario/a… ¿pero
de los guionistas, quién se acuerda? Seguramente el núcleo duro de estudiosos
que habita esos universos, cinéfilos y televidentes muy entusiastas, pero
luego… ¿quién? Y es algo que, en fin, resulta un tanto curioso, injusto me
atrevo a decir, ya que ellos son los que plantan la semilla fundamental para
que luego se desarrolle y tome envión todo el aparataje que dará como resultado
esa película, esa serie de televisión o esa obra de teatro. Sin guion no
existiría nada de eso, cero, naranja, así de sencillo. El guion es lo primero
que te solicita, por ejemplo, un/a productor/a a la hora de comenzar a contemplar
todo lo que vendrá después. El guion es el alma que luego, si, van corporizando
el resto de los protagonistas. Así las cosas, es un honor contar con la
presencia en este espacio de nuestra querida Verde Honoraria: Leticia López
Margalli, una de las guionistas más importantes de la actualidad.
*¿Cómo decidiste ser
guionista?, ¿por qué?
LLM.- Debo confesar que
no lo decidí. Estudié Historia, según yo, con esa sabiduría que tiene uno a los
dieciocho años, porque si estudiaba Letras me iba a morir de hambre (como si
los historiadores se hicieran millonarios). Sin embargo, la vida me fue
llevando hacia aquello que desde pequeña –intuía--, era lo mío: escribir. Así
fue como alguien me inscribió sin preguntarme en un “casting” para ser
libretista del gran escritor colombiano Bernardo Romero(qepd), el autor de Mirada de Mujer. Hicimos la
prueba veinte escritores, de los cuales sólo dos no habíamos escrito televisión
jamás. Y justamente nos quedamos esas dos. ¿La razón? Que no teníamos los
vicios que entonces tenían los escritores de telenovela tradicional. Desde
entonces (1999), empecé ese camino en el que estoy a punto de cumplir 20 años.
*Netflix presenta a tu
creación (escrita junto a Verónica Bellver) Las Aparicio, como ¨tres
generaciones de mujeres que comparten una extraña tradición familiar:
todas han quedado viudas en circunstancias extraordinarias; todas dan a
luz exclusivamente a niñas¨. Son 120 capítulos, una película, la serie más
vista en México…se dice que ha revolucionado, o al menos inquietado bastante, a
varios paradigmas que hoy en día ya comienzan a quedar obsoletos. Se dice que
ha cambiado las reglas de la televisión mexicana y varias televisiones de
Latinoamérica. Puedo imaginar el
vértigo, la pasión, la intensidad mientras escribías cada capítulo/episodio, el
conjunto en su totalidad, lo que ocasionaba en los espectadores, la adaptación
a la pantalla grande...¿cómo fue el proceso de escritura, estreno, recepción,
que respuestas hubo y cómo te sentías y seguís sintiendo con eso?
LLM.- Las
Aparicio nacieron, como muchas otras tantas buenas ideas, en un mantel de
papel de un café en Coyoacán, el barrio donde vivíamos Verónica Bellver y yo.
Surgieron de una de esas oportunidades con las que todos los guionistas
soñamos: un canal emergente de televisión abierta (Cadena Tres), que quería
lanzarse con un producto que escandalizara, que hiciera ruido. “Me quiero
encuerar en Paseo de la Reforma; quiero acumular multas de Gobernación”, fue la
instrucción que el dueño del canal le dio al productor Epigmenio Ibarra, el director
de Argos, la casa productora que hizo la serie. Fue así como Vero (quien por
cierto, nació en Buenos Aires) y yo nos embarcamos en esa suerte de “Primavera
de Praga” que fue para nosotras Las Aparicio. Por entonces, yo traía la
inquietud de hacer una versión a la mexicana de la historia de Heidi Fleiss,
mejor conocida como la madame de
Hollywood en los años 80, sólo que en nuestro caso, el personaje de Alma Aparicio
sería la dueña de un exclusivo y discreto servicio de escorts masculinos para mujeres, con fines terapéuticos. El resto
de la familia, la “maldición” que las hacía parir solamente niñas y que sus maridos
murieran jóvenes, el extraño imaginario alrededor de esa peculiar familia, se
fueron agregando después. Y nacieron de una necesidad muy nuestra (de Vero y
mía), de contar una historia de mujeres que fueran más reales, más parecidas a
nosotras, a nuestras amigas de la vida real; la ausencia de hombres en la
familia como metáfora de las mujeres “solas”, aquellas que por elección o por circunstancias
decidimos construir nuestras vidas al margen de una pareja --que puede
existir, o no--, pero a la cual no necesitamos para ser. Queríamos alejarnos del paradigma de la Cenicienta que hasta entonces regía la gran mayoría de las
telenovelas mexicanas, en un híbrido que, según el pitching que hicimos en aquel entonces, combinaba lo mejor de tres
tradiciones: “la contemporaneidad de la serie norteamericana; el desparpajo de
la telenovela brasileira y la entrañabilidad del melodrama mexicano”. Si lo
logramos o no, se lo dejo al gusto del público que nos vio, pero la serie tuvo
muy buena acogida tanto en raiting
como en crítica (por cierto que fuimos el Titanic
en la edición 2011 de los premios FyMT, en Mar de Plata, Argentina).
Desde luego, en el
proceso hubo vértigo, pasión, intensidad, muchos temores (a mí Las Aparicio me costaron más de una
visita al psiquiatra). Pero a final de
cuentas, como todo lo que se escribe desde el corazón y las tripas, valió la
pena. De la adaptación cinematográfica prefiero no hablar porque en el proceso
intervinieron otras manos (entre ellas las del director, que cambió el guión
sin consultarnos); pero definitivamente la serie es, hasta hoy, el producto que
puedo considerar más mío… y casi estoy segura de que en el caso de Vero
también.
*Escribiste el guion de la exitosa comedia/dramática No
se aceptan devoluciones (junto al afamado Eugenio Derbez y a Guillermo Ríos) y
resultó ser la película mexicana más taquillera en la historia de ese país, y también la película
hablada en castellano más taquillera en la historia en los Estados Unidos. Luego
se hizo la remake Dos son familia, para el exigente público francés, que
también fue un gran éxito en la taquilla. ¿Participaste en el proceso/progreso
de adaptación? ¿Qué sentiste al ver parte de tu autoría trasladada a otro
universo, similar, pero distinto al mismo tiempo?
LLM.- No tuvimos el
gusto de participar en la adaptación francesa, ni tampoco en otras dos que se
hicieron: una versión turca y una brasileira. Pero vi la versión francesa y me
parece que los guionistas hicieron un excelente trabajo de adaptación. La
verdad es que no me extraña pues, a pesar de los localismos que la hacían una
historia muy mexicana, el tema era lo bastante universal como para tener éxito
en cualquier país en que la hicieran. Desde luego es lindo ver a personajes que
uno creó, hablando en otros idiomas y respirando aires distintos al de uno. Y
también me atrevo a decir que hablo por Guillermo Ríos, el talentoso escritor
con el que compartí la paternidad de esta historia.
*¿En qué estás
trabajando ahora?
LLM.- Después de varios
años de trabajar para otras empresas, regresé a Argos, la casa productora que
considero mi alma mater, para desarrollar
series para Netflix. En febrero de
2020 se estrenará en esa plataforma una historia original mía que yo titulé
“Todo por ti”, pero creo que ellos exhibirán con el título de Oscuro Deseo. Se trata de un thriller que también contiene elementos
de género importantes, con la participación en el elenco de Maite Perroni,
Erick Hayser y Alejandro Speitzer. Actualmente
estoy trabajando en una serie de época acerca de un famoso asesino mexicano, de
la cual no puedo avanzar mayores detalles por un asunto de confidencialidad,
pero de la que espero, pronto sabrán.
Nicolás García Sáez