lunes, 27 de julio de 2020

Acerca del Amor y el fanatismo



  Girondo lo asociaba al vuelo, a la transgresión, a ese festival donde se han entrelazado en pleno apogeo las miradas y las palabras. Pero puede deambular desembarcando en nombres, llantos, abrazos interminables,  dudas o en el trino de los pájaros que avisan de incendios cercanos que anidan el fuego sin tenerlo.

También hay que decir que se tensiona cuando observa a algunos que pasean taciturnos, queriendo parecerse en todo, desatendiendo la individualidad para enfrentar a los mismos contrarios, haciendo invisibles sus desemejanzas ,que no es lo mismo que desasociar sus deseos.

El amor es difícil de definir, acaso lo más sencillo es reconocerlo en el brillo de las retinas, que no tienen la saña de mentir, aunque  para declararse seguramente no necesita de un rival, o de un espejo, ni depende de la presencia de un enemigo. Su única antagonista es la actitud que puede asumir alguno de los enamorados, queriendo imponer su mundo, sus criterios al otro, sin sostener la diferencia, algo que puede llevar a su final.

La relación amorosa con sus insólitos también circula por los sufrimientos, los imposibles, los avatares del encuentro con lo distinto y conserva, aunque a veces lo asocien, una clara divergencia con el hecho político, donde masas dóciles que aparentar estar enceguecidas buscan la fraternidad orientada hacia un mismo fin, igual que en el terreno religioso se sigue a grandes guías o gurúes y lo subjetivo pierde Libertad por devoción, demostrando un apego empecinado, que al fin de cuentas no es más que pura veneración.

En el amor se confía en la diferencia, en lugar de ponerla en sospecha. En política se  desconfía de la discrepancia, todo sea por conservar la ¨identidad¨.  En el enamoramiento hay fascinación hacia quien se ama, en política se mantiene viva la ceguera y deviene en el culto de los fieles empecinados hacia sus dirigentes.

En el caso de la política partidaria, cuando alcanza el poder, se traslada del “amor” de las muchedumbres a la burocratización, porque su finalidad es acceder al control del aparato estatal, algo que no sucede o no suele suceder en asociaciones, organizaciones barriales y colectivos independientes cuyo fin es lograr mayores niveles de visualización de sus problemáticas e igualdad, participación comunitaria horizontal.

La cuarentena puede pensarse como una prueba para ir viendo como las masas se someten: whatsapp, computadoras encendidas durante todo el día, internet como vía de intercambio social, todos nuevos medios para cancelar el humano deseo de la comunicación próxima, mediada por la presencia. Falta, claro, el repaso visual de los gestos o la percepción nítida de  las inflexiones de voz que se dan cuando estamos empapados por la cercanía.

Así, se trastoca todo con la frialdad de lo virtual, se vuelve instrumento de comercialización. Cualquier tipo de relación comunicacional es captada para generar consumo, de cada perfil se suponen gustos, intereses que serán monitoreados para guiarlos hacia próximas ventas. Casi una trampa por la que hay que sentirse feliz, como pasa con el aislamiento obligatorio, que no termina de generar conciencia sobre qué lo provocó, ni acciones concretas, sólo necesidad de que suceda rápido. Al principio era el miedo, el desconcierto, hoy es la avidez por escapar de las imposibilidades del encierro.

Nuestros gobernantes no utilizan este aislamiento impuesto por ellos para educar sobre el desordenado uso que hacemos de la Naturaleza, ni militan por un cambio, en un futuro cercano, luego de la epidemia, para gestionar nuevas formas de producir, de vivir, de alimentarnos sanamente, hacen, más bien, todo lo contrario mientras la discusión gira unilateralmente hacia el covid 19.

Se puede orientar la opinión pública de diferentes maneras, pero actualmente hay fuentes unidireccionales y precisas de aturdimiento social y son las nuevas formas comunicacionales, que aparentemente ningún funcionario discute, a menos que se vea afectado, porque no importa si se precarizan con esto los vínculos humanos o si predominan las relaciones sin profundidad ni compromiso. Los sentimientos fluyen como el agua de un río, van y vienen…en la pecera virtual. Y con esa liviandad todos permanecen entretenidos. Mientras tanto, a pasos agigantados el poder político y económico cada día vigila, inspecciona y controla  mejor.

Lo paradójico, en medio de tanta información, es que podemos quedar prendidos a los monólogos que nos van llevando a escuchar un “discurso insuperable”, el cual, si objetamos, nos vuelve antagónicos de cara contraria al rebaño obediente y soñoliento, disidentes hacia la ceguera convencida y convenida, aunque ese antagonismo y esa disidencia predique la Libertad y promueva altísimos, honestos y nobles valores,  puntos de vista abiertos, fructíferos, inclusivos y tolerantes.

Es muy usual la agresividad frente a pensamientos disimiles, como si  imponer a la fuerza los argumentos arcaicos fuese un acto de reivindicación. Generalmente las discusiones fanáticas no son presenciales, son ciberpeleas,  hay un intento destructivo del adversario, una búsqueda de placer muy efímero del que obedece a rajatabla las premisas oficiales,  victorias de cotillón que nunca marcan el rumbo. En ese laberinto se pierde el sentido y los aportes de nuevos pensamientos. Sólo aparecen intentos de sostener los razonamientos avejentados,  las repeticiones llenas de descrédito al disidente.

Adherir a cualquier postura política es una decisión personal, acompañada de una técnica de convencimiento, por lo general sostenida en lo material. Te doy, me votás. La acción colectiva y comunitaria, en cambio, no suele organizarse bajo los efectos del odio. Allí no se aprecia  la alteridad, ni la frontera de lo que es desemejante, lo que aparece es un fenómeno vinculado a la solidaridad y una idea bastante precisa de lo que es la Humanidad, muy lejos de geopolíticas internacionales montadas para la esclavitud y los beneficios de la acumulación de riquezas para ciertos grupos, dentro de los que se encuentra la clase política

Al igual que las creencias populares que unifican, los fanatismos se perpetúan si quienes los alimentan encienden como indudables sus lemas, sus defensas, sus imaginarios atemporales que no son contrarrestados con el presente.  Esto es favorable para los dirigentes que se muestran aportando un cúmulo homogéneo de puntos de vista repetitivos que llegan fácilmente a razonamientos que tienden a la comodidad, logrando de esta manera una gran identificación y un alto número de simpatizantes que se sienten representados por frases hechas.

Trabajar por la prosperidad compartida y bienaventuranza de la mayoría no sólo es tratar de mostrar una solución a las necesidades laborales, económicas, sino  también culturales, arista que va unida a las anteriores, ya que crecer en el Universo Creativo es poblar de mayores significantes al mundo y eso va ligado al libre pensamiento. Mirar críticamente es poder llegar hasta donde los fanatismos no pueden ver, porque ellos neutralizan los interrogantes. Por eso es necesario asumir los riesgos de encontrar fallas en cualquier argumento, siempre, incluso en los propios, porque no hay una única forma de mirar, verdad de Perogrullo,  más bien hay múltiples percepciones.

En el amor, en la política, en las relaciones de reciprocidad se trata de anudar y vincular modos de pensar diversos, creando espacios para el intercambio respetuoso, para razonar más allá de la unicidad sin entresijos, de la admiración desproporcionada, de la abnegación, de la aceptación sin exigencia. Por eso, en la esfera social, lo ideal no es ser condescendiente sino participar con ojo crítico, de manera que la legitimidad hacia nuestros gobernantes se de en base a un miramiento amplio y analítico.

Hay algunos mitos sobre el amor donde aflora la entrega absoluta por el otro, incluso hasta perder la vida, uno de los actos más irracionales que se pueden concretar. Lo mismo sucede algunas veces con los grandes líderes, por lo que se cree que es preciso entregar todo, sin notar (otra verdad de Perogrullo) que ellos son tan humanos como nosotros y la mayor parte de las veces mucho más defectuosos. Además, que alguien sea tan eterno y constante en sus formas de interpretar la realidad, mientras pasan los años y cambia todo, denota lo poco meritorio que trasluce esa quietud en los pensamientos.

Quizás si fuésemos más pacientes e indulgentes con lo diferente a nosotros, que no implica tolerar todo, nos salvaríamos de muchos enfrentamientos y podríamos gestionar con mejores logros lo que precisamos o merecemos. Como Herman Hesse, deberíamos escuchar a la Naturaleza, a los árboles, centrarnos en su falta de apuro, así la rapidez de nuestras respuestas podrían no estar tan pendientes del tiempo y alcanzaríamos la profundidad del silencio, de la espera reflexiva que no se acelera por predicar doctrinas o recetas mohosas, sino que se detiene para encontrar los detalles más ínfimos y luminosos de la vida.

                                                                                                                         Olga Barzola

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos

Ilustración: Marina Pérez // www.marinaperez.com.ar