viernes, 11 de diciembre de 2020

La vida en Comunidad / Diálogo & reportaje con Morcy Requena, uno de los padres del Rock Nacional y miembro fundador de La Cofradía de la Flor Solar

¿Quién mejor que Morcy Requena, con su voz amable, curtida y pausada, para contarnos la historia del Colectivo Cultural más importante que tuvo nuestro país? ¿Quién mejor que él y sus cofrades para llevarnos de paseo hacia el recuerdo de aquellos días en que la palabra Utopía, la escribimos con mayúscula, era un horizonte al que se podía acceder mediante sueños palpables? Una melancolía extraña y ajena se apodera de quien no vivió aquella época, que irradiaba y hacía foco en un hervidero cultural del conurbano bonaerense, el más intenso y luminoso de esos días. Brota la sorpresa y crece dentro de un caleidoscopio de imágenes psicodélicas, coloridas o sepias, mientras un blues inspiradísimo y potente, germinado en la ciudad de las diagonales, nos invita a imaginar cómo un grupo indestructible de amigos volaban intrépida y mancomunadamente un montón de cabezas.

Porque, antes que todo y que nada, de eso se trataba: de trascender el culto a la Amistad, también la escribimos con mayúscula, luego de encausarla hacia su máxima expresión. Durante el verano del 67, adelantados al Mayo Francés (esa cosa tan argenta de vislumbrar un poco antes las cosas) este nutrido conjunto de estudiantes de Bellas Artes de la Universidad de La Plata, militantes de una agrupación independiente de tendencia anarquista, acosados por eso mismo y por las derivaciones que tuvo el golpe de Onganía, deciden mudarse a una pensión que no les cobraba el alquiler, ya que estaba a punto de ser demolida. Una vez  hecha escombros, se mudan a la mítica casa de las calles 72 con 122 y luego a una quinta de los arrabales platenses. En el medio y mientras tanto viven intensamente, al margen de casi todo y dentro de sus propias reglas, cumpliendo el sueño de la Comunidad con un objetivo muy claro y contundente: cambiar el mundo.

Ese mundo intentaba generarse uniendo el arte a la vida, desde adentro y hacia afuera y las primeras estaciones para sortear la insolvencia (que ha caracterizado desde el principio de los tiempos a todo estudiante o trabajador del Arte y la Cultura, algo que sigue resultando muy curioso, además de injusto) podían ser artesanías confeccionadas con infinito esmero (se dice que el concepto de ¨artesanía urbana¨ lo crearon ellos), talleres de serigrafía, para luego promocionar con afiches los espectáculos más importantes de la ciudad o el talento y la adaptabilidad de los músicos, que podían tocar en una orquesta, una peña o un cabaret. Hacían, además, servicio de sonido en todo tipo de eventos y de ahí a fundir la poesía con el rock había unos pocos pasos. Así las cosas y en el momento más adecuado, nace una de las bandas pioneras del Rock Nacional: La Cofradía de la Flor Solar.

No se consideraban jipis, más bien un grupo independiente, anarquista y de vanguardia, muy afines a disciplinas orientales como la meditación, que ejercían a diario y que contribuía considerablemente al buen funcionamiento de los cofrades. ¿Estaban organizados durante aquellos días? ¿Cómo eran e iban variando los roles de cada uno/a dentro del grupo y durante el transcurso de cada semana?

Morcy:. En 41 y 13 teníamos un taller, una pieza que daba a la calle con una ventana y ahí era donde atendíamos a nuestros clientes. La organización no era muy organizada, era muy libre. Abríamos más o menos a la misma hora y cada uno tomaba un trabajo y lo cumplía. Estaban Manija, Paul, Kubero, yo…siempre nos turnábamos, hacíamos carteras, cinturones, serigrafías…tomábamos los trabajos que nos venían bien, digamos, era algo free, la plata que conseguíamos se ponía en una carterita de cuero que teníamos ahí y cada uno iba sacando de acuerdo a sus necesidades: para comprar puchos, para comprar lo que uno quisiera, la comida, el alquiler, que a veces no lo podíamos pagar y nada…para comprar materiales, alguna herramientita, o sea, siempre estábamos atentos a que no nos faltara nada porque iba mucha gente a comprar cosas, en esa época nadie hacía ni carteras, ni cinturones con diseños locos, a las chicas les gustaba mucho, incluso hacíamos correas para guitarra de cuero, todo troquelado. Las primeras impresiones del Che, con la gorrita negra y la estrella, esas fueron nuestras. Después también trabajamos con una empresa que se llamaba Fonum, que nos hacia los equipos. Y pintábamos en los negocios, las vidrieras, con dibujos de colores psicodélicos, como se usaba en la época. Esas eran fundamentalmente las partes, digamos, que hacíamos manuales. También Hugo Pascua, que era el guitarrista de la Cofradía, lustraba pianos y era un muy buen luthier, se hizo una guitarra, una copia de una 335, una Gibson hermosa. Hacíamos instrumentos nosotros, hicimos un bajo, una guitarra, hacíamos los equipos. Esas eran nuestras artesanías.

Era una época divertida a nivel trabajo y organización dentro de la comunidad, que para nosotros no era tal, porque éramos todos amigos de corazón. Y casi todos, Kubero, Manija, yo, veníamos de Nogoyá, en Entre Ríos. Allá teníamos un grupo musical que se llamaba Los Grillos. Tocábamos desde que teníamos 13 años, hasta los 17, 18, que nos fuimos a vivir a La Plata y también nos llevamos al grupo, por eso también, al juntarnos con Néstor Candy, que era un gran poeta, estudiante de cine, que también era de la Cofradía, y con Rocambole, empezamos a componer temas nuevos y nos picó el bichito de armar una banda nuevamente. Entonces lo fuimos a buscar a Kubero (Díaz) a Nogoyá y nos lo trajimos con nosotros. Y creo que una de las mayores razones porque la comunidad funcionaba bien era por el comedor universitario. Casi todos éramos estudiantes, entonces teníamos la posibilidad de comprar la comida ahí, era muy barata y muy buena y eso posibilitó que la parte material fuera mucho menos importante para el desarrollo de los cofrades.

Y otra parte importante era la parte musical. Teníamos otra pieza donde estaban los instrumentos y ahí componíamos, ensayábamos las letras, escuchábamos música, hacíamos los arreglos, buscábamos la manera de componer en castellano, porque en esa época todas las letras eran en inglés y había que encontrar un lenguaje propio para nuestro rock, que era lo que hacían varias bandas de esa época, lo hacíamos todos en simultáneo. Tanto Almendra, Manal, Arco Iris, La Cofradía, todos buscábamos nuestra propia identidad argentina dentro de nuestras letras. Leíamos mucho, leíamos en esa época mucha ciencia–ficción, a los grandes autores, algunos de temas espirituales como Gurdjieff y toda esa parte interesante del Orientalismo que estaba llegando a Occidente, de revistas de contracultura como, qué se yo, ¨Eco Contemporáneo¨, que dirigía Miguel Grinberg, un amigo de la casa y un poco uno de los fundadores de La Cofradía y bueno, también hacíamos los trabajos de la Universidad, porque tanto Rocambole, como Manija Paz, como Isabel Vivanco, eran estudiantes de Bellas Artes y siempre había que hacer algún detalle para las materias, como escenografía, etcétera. También hacíamos nuestras propias luces, que eran inventadas por nosotros, para nuestros conciertos, con aceites de distintas densidades y colores a través de máquinas proyectoras. Nos divertíamos, era una comunidad creativa y a eso apuntábamos.

Mientras iban naciendo los primeros hijos podían hacer un picnic comunitario en la isla Paulino, frente a Berisso, debutar como banda el primer día de la primavera de 1967, hacer en el Di Tella una ópera basada en un cuento de Ray Bradbury, grabar el primer disco de la Cofradía, tocar en puntos del Conurbano y la Capital, con diferentes miembros pero con el mismo nombre de la banda (lo cual confundía mucho a la prensa, ya que aparecían por todos lados, sonando en simultáneo) o, también, organizar, en abril de 1970, el primer Mega Festival de Rock de la Argentina, en el Estadio Atenas, de La Plata, donde tocaron ininterrumpidamente durante casi tres días, alrededor de 200 bandas, entre las que estaban ustedes, Almendra, Manal, Vox Dei, Arco Iris, cantautores como Pajarito Zaguri y Facundo Cabral…lo que equivale a decir, más o menos, el nacimiento del Rock en nuestro país. ¿Qué recuerdos tenés de aquellos momentos, de aquellos recitales?

Morcy: Bueno, La Cofradía tocó siempre en muchos lugares, porque era una banda que empezó a meter mucha gente. Rocambole la manejaba y era muy hábil para conseguir los conciertos. De los más importantes que me acuerdo de esa época fue el BA Rock, el primero, que creo fue en el 69, fue una experiencia maravillosa porque se hizo en el velódromo de Buenos Aires y nunca los músicos argentinos habíamos visto tanta gente junta. Había como 10.000 personas, que para nosotros era algo inimaginable. Fuimos una de las bandas que más gustó, porque en esa época los músicos y el público éramos lo mismo, no había mucha diferencia. El público iba a una fiesta, más que a escuchar a una banda. Iba a encontrarse con sus iguales, iba a romper un poco el cartonazo que se vivía en esa época. Eran épocas bravas porque había mucho fachismo, mucha cosa pesada y la sociedad era muy, no sé la palabra exacta, muy fachista, para mi es la palabra justa, porque si eras barbudo, tenías pelo largo o te vestías con ropa colorida te gritaban ¨puto¨, de todo, bah, te tiraban con un medio ladrillo de una obra, ¨Cafrune¨, también te gritaban, te agarraba la policía y te metía preso. Y después tocamos en montones de lugares, tocamos para el padre Mugica en una villa donde estaba él, tocamos arriba del techo de una casita, tocamos para la liberación de gente del Erp, tocamos para las 30 horas de rock en La Plata, que fue una de las primeras experiencias grupales del Rock Argentino, donde tocaron las mejores bandas del país. Fue todo ininterrumpido, o sea que empezó una noche y hasta tres días después no paró. Tocaban a las 9 de la mañana, a las 2 de la tarde, a las 5, a las 12 de la noche, una cosa hermosa…también hacíamos experiencias musicales en el Instituto Di Tella, hicimos la ópera, había también un alemán, que ya no me acuerdo el nombre, que estaba investigando sobre computadoras y sonidos, entonces nos llamaba para que hiciéramos experiencias sonoras con una computadora gigantesca. Después también tocamos en el Caic, en una época que se hacían los happenings. En el primer piso estaba Christo, que era un artista plástico que hacía recubrimientos en el piso intermedio, mientras nosotros tocábamos y en el piso de abajo había un tigre de Bengala. Después tocábamos en festivales pin up, que no era muy divertido porque veníamos tocando desde los 13 años en bailes y todas esas cosas, tocábamos temas de Los Beatles, de Los Iracundos y teníamos un repertorio muy grande. O sea que la parte formal de las actuaciones ya la habíamos cumplido como artistas, entonces, más bien, nos interesaba el tema de, que se yo, fumarnos un porro. Subíamos a tocar y tocábamos cualquier cosa y tocábamos al lado de Arco Iris, por ejemplo, que era una banda súper bien armadita: ellos empezaban todos los temas bien, tocaban todo perfecto y terminaban todo bien. Iban súper bien vestiditos y nosotros no, nosotros íbamos todos con sandalias, con pantalones de cualquier manera y tocábamos de cualquier manera y era lo que nos divertía en esa época, ¿no? Con Spinetta, cuando nos encontrábamos, contábamos a ver quién tenía más agujeros en la ropa. Él, por ejemplo, decía: ¨uh, yo tengo diez¨ y yo decía: ¨ uh, yo tengo doce¨.

Actualmente sos el que mantiene viva la llama de la Cofradía de la Flor Solar, un fuego que en pleno 2020, más de 50 años después, no se apagó. A tu nombre se suman, en los inicios o el devenir de esta historia, algunos/as célebres o conocidos/as (fundadores o participantes) como los ya mencionados Rocambole, Spinetta, Kubero Díaz, Isabel Vivanco, Miguel Grinberg, Manija Paz y también Billy Bond, Skay Beillinson, La Negra Poly, Miguel Abuelo, Miguel Cantilo, Jorge Pinchevsky, Quique Gornatti, Alejandro Medina, Javier Martínez, Rodolfo García, Claudio Gabis, los Vox Dei…un dream team, otra vez la primera línea inaugural del Rock Argentino. Se dice también que ustedes fueron la gran semilla que luego originó a Los Redondos. ¿Vos te dabas cuenta de lo que estaban generando, intuían la grandísima movida que estaban gestando y que luego irradiaría en las mentes de varias generaciones?

 Morcy: Yo creo que en esa época era tan fuerte todo lo que vivíamos, en la época de 41 y 13 y de 122 (calles de la ciudad de La Plata) que no teníamos tiempo de darnos cuenta si estábamos generando una movida que iba a tener algún impacto, digamos, en generaciones futuras, simplemente la estábamos viviendo y la hacíamos. Lo que pasa es que llega un momento en que fue tan fuerte todo eso, que tuvo repercusiones políticas, porque en el año 72, cuando estábamos haciendo conciertos en Mar del Plata con Pedro y Pablo y La Cofradia, que antes se llamaba Energía Total,  en el Teatro de la Comedia, hubo una orden directa del gobierno de aniquilar la comunidad y desde ahí empezamos a tener problemas para vivir todos juntos, porque empezamos a ser perseguidos. Yo me tuve que ir a vivir a Brasil, porque me amenazaron de muerte si seguía viviendo en La Plata, y todos nos disgregamos un poco y nos fuimos juntando en distintos lados, como que se fue agrandando la cosa. Vivimos juntos en Buzios, después yo volví y nos fuimos a vivir a El Bolsón. Volvimos del Bolsón e hicimos una gira por toda Argentina y grabamos ¨Apóstoles¨, después salió como Pedro y Pablo, pero al principio se llamaba Energía Total.

Mientras sucede la diáspora de la cofradía aparece Europa en el mapa: Ibiza, Madrid, París, Londres, Amsterdam…¿Qué destacás de aquella época?

Morcy:  Ya a fin del año 74, digamos a principios del 75, gracias a un querido amigo, el Flaco Leña, cofrade inolvidable que tuvo la suerte de sacarse la lotería, pudimos migrar a Europa y allá tuvimos la época de La Cofradía europea, que fue muy difícil, pero bueno, la bancamos y la hicimos. En esa época estuvimos viviendo en Londres, después vivimos en Amsterdam, donde nos juntábamos con Miguel Abuelo y salíamos a tocar por los pubs. Después nos fuimos a vivir a Ibiza, donde hicimos los últimos conciertos de La Cofradía, ya con Miguel Cantilo como la voz principal, Kubero, yo… hubo varios bateros, entre ellos Black Amaya. Después, más o menos a fines del 76, nos fuimos con Miguel (Cantilo) a vivir a Madrid y de ahí yo me fui a vivir a Mallorca, a tocar con Isa Portugheis, con una banda que teníamos allá. Ahí ya armamos otra vez, otro anclaje, digamos cofrade, y armamos Punch, grabamos dos discos, que salió como ¨Miguel Cantilo y Punch¨, en realidad el grupo se llamaba Punch, nada más, pero cambió por cuestiones discográficas argentinas. Después Punch terminó porque a Miguel (Cantilo) le propusieron armar Pedro y Pablo. Y volvimos a la Argentina con la idea de grabar algunos discos de acá, pero allá. Ya había vuelto la Negra Sosa, había vuelto Piero, Miguel Abuelo. Cuando nos avisaron, nos dieron garantías de que podíamos volver a la Argentina y de que no íbamos a ser eliminados.

Estás viviendo en Mendoza desde comienzos de la Democracia. En el medio grabaste varios discos de la banda con algunos cambios en sus integrantes ¿Cómo son tus días en la región cuyana? Me contaste también que actualmente estás grabando un disco solista, con instrumentos hechos por vos ¿De qué se trata? ¿Qué instrumentos son?

Morcy: Yo me fui a tocar con Piero en el año 83. Cuando empezó la Democracia me vine a vivir a Mendoza, con la esperanza de ver crecer a mis hijos en un lugar mucho más tranquilo que Buenos Aires. Vine para poder tener tiempo para estar con ellos en sus primeros años. Y de ahí ya me quedé a vivir acá, o sea que soy un mendocino más.

En Mendoza fui director de la galería de arte Praxis, una filial de la de Buenos Aires, me dediqué mucho a la parte práctica. Después tuve una galería en Buenos Aires de pintura europea del siglo 19. Y después volví a las andadas con la música, que es mi pasión fundamental, tocando jazz, con un grupo que se llamaba ¨La Mendoza Hot Jazz¨. También estuve trabajando con un sello discográfico incipiente que se llamaba ¨Mendoza Suena¨,  que terminó, pero yo lo seguí de manera independiente, como ¨La Cofra Records¨ y adonde edité muchísima música mendocina, sobre todo folklórica, de altísima calidad y varios grupos también, que no eran folklore pero que eran muy interesantes, porque la música mendocina es realmente muy buena. También grabé discos de La Cofradía (¨El café de los ciegos¨, con arte de tapa de Rocambole, ¨Cofradika¨, ¨Histórico¨ y ¨Kundabuffer¨) y bueno, terminó esa etapa de la edición de discos físicos porque ya no daba más, ahora es todo digital, y yo no quería hacer un sello digital, y entonces me dediqué un poco a la construcción de instrumentos, me puse a hacer guitarrones, guitarras, requintos, tres cubanos, cuatro venezolanos, todos instrumentos de cuerdas de nylon, digamos, fui recolectando todos esos instrumentos y ahora estoy terminando de grabar un disco que se llama ¨Carta para un amigo¨,  que está grabado todo por mí, todos los instrumentos los toco yo y son todos instrumentos hechos por mí y me he divertido mucho y estoy tranquilo, viendo cómo pasa el tiempo y en contacto siempre con los cofrades, con Rocambole, con Kubero, con todos los amigos del alma que dejó esa experiencia comunitaria maravillosa. Y siempre mirando adelante y viendo que cosas interesantes me depara la vida para seguir creciendo.

                                                                                                              Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos

Imagen: Anita Requena