En
la isla inundada de Reunión, escuchándote, con la totalidad del Silencio. No
vaya a ser que lo que salga no sea, ni por asomo, lo que crea que pueda poder
decir. Caímos en la cuenta de lo que dijimos, cuando lo dijimos. Allí pudimos
dar Testimonio de los remedios. ¿O no tenemos remedio?
La
Palabra habita la capacidad de entrar en la caja mágica, codifica, emite
codificada, llega con más o menos onda a receptores, como partículas. ¿Seremos
capaces de dimensionar la magnitud de nuestras audiencias?
Apenas
podemos discernir qué es ser auditados con carácter legítimo. Anhelamos
profundamente tener llegada, allí, como destino, podemos apreciar la calidad,
todo toma la temperatura apropiada.
¿En
calidad de qué o de quién emito? ¿En calidad de qué o de quien recepciono?
Hay
desórdenes milimétricos que nos tienen como funambulistas, por el eje, como
rail en función de la palabra. Nos toca el bulbo raquídeo con su aliento
pasando por escurridizos pasajes, como los bucles como rediles. Alberga la
ingravidez inmutable inexplorada, reabre expedientes como indicios, un
principio de Delta, un deltoideo resbaladizo, un patinazo de aquellos, siempre
inconcluso en los recibos donde refugiarnos. Solo nos queda desearnos Suerte
Texto (inédito): Ruth Moratilla Sanz
Imagen (inédita): Analía Saharrea
Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes
Platónicos