En el Delta, el agua manda, baja y sube, a veces ambas, como capricho de adolescente. Si está muy baja, los chicos no van a la escuela, si está muy alta (sudestada) tampoco. Aunque parezca raro, estos vaivenes de incertidumbre le ponen una cuota de adrenalina densa a este gran humedal y a su diario vivir: ir o no al continente o que pase o no la almacenera, dejando atrás cualquier necesidad citadina.
A esto se le suman las
lluvias constantes y copiosas, ansiadas en épocas no tan lejanas y las
constantes sudestadas, compitiendo por ver quien alborota más. La tierra se
afloja y los árboles se caen, hoy fue el turno de nuestro manzano, ojalá prenda
nuevamente y nos regale esas manzanas verdes, especiales para el postre que, amablemente
y en total convivencia, comparto con los pájaros, sobre todo con las pavas de
monte, me gusta su canto, su andar en familia.
Hoy la luna llena se
siente alta, luminosa y magnífica. No se ve porque llueve copiosamente, se
cortó la luz , la única vela que tengo me ilumina y parpadea al son de la radio a pila y de voces lejanas, Blues, mi perrita, come. Seguro mañana vuelve la
luz y sale el sol.
Video y relato (inéditos): María Paz German
Especial para Los
Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos