Él vio como lo mataron,
pero no su rostro / se escondió en su madriguera, pura cobardía / sin prisa, siguió
caminando mientras esquivaba atajos / aturdió sus pensamientos profanos y viajó
a lugares extraños / se exhibió descaradamente bello / bajo un cielo cobrizo como
único testigo, gritó su locura.
Brilló, entre faros que
encandilan, ensayó una sonrisa y se creyó eterno, como si nada más existiera /
concursó su vida en la cúspide de un solo encuentro, inconmensurable, único
amor / él no sabe de distancias, ni tiempo perdido / pequeño mundo, calmó su
sed.
Lloró de espantos y alegrías / sobrevoló la
rutina de sus días en ruina / restó dolor a crímenes secretos / para olvidar
por un instante la presencia sibilina hecha
cuerpo / los años en horas marginales se fueron desprendiendo / quizás solo de eso se trataba / y fue feliz, sin darse cuenta.
Él vio como lo mataron y se acercó despacio /
tapó su herida, cerró sus ojos / se durmió a su lado.
Ya era tarde.
Texto (inédito): Silvia Chaher
Pintura (inédita): Analía Saharrea
Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes
Platónicos