miércoles, 13 de octubre de 2021

En el día del psicólogo (y la psicóloga) una destacada psicoanalista interpreta maravillosa y freudianamente uno de los poemas emblemáticos de ¨Los sueños ajenos¨

-Comenzamos hoy la grata tarea de interpretar (tal vez desmenuzar) cuatro poemas de ¨Los sueños ajenos¨, el primer volumen (hay una continuación) de uno de los tantos libros escritos por Nicolás García Sáez, una travesía lúdica en la cual somos actores, protagonistas de sus palabras, en tanto nos sumergen en los rincones del alma humana, allí donde el misterio y la sorpresa nunca están ausentes. El poeta nos lleva de la mano a visitar y rastrear, cual arqueólogos, diversos sitios y personajes célebres de la historia. En tanto sueños, “vía regia del inconsciente”, metáfora, metonimia y otros recursos de estilo, burlan las defensas y juegan a un decir que no sería posible de otro modo.

Partimos hoy, en este día particular, con un ego que se toma la licencia, el atrevimiento, de emparentarse con Dios, en una suerte de mimesis colectiva, para deslizar la pregunta (lamento adelantar el final) si tiene Dios un Dios al cual dirigirse. Dice el poema y su título, siempre sugerente:

 

 

POEMA QUE PUDO HABER SOÑADO ALGUIEN QUE SE ACOSTÓ PENSANDO EN EL EGO

Si yo me creo Dios /y tú te crees Dios / y él y ella se creen Dios y Diosa /y nosotros y nosotras nos creemos Dioses y Diosas / y vosotros y vosotras os creéis Dioses y Diosas /y ellos y ellas se creen Dioses y Diosas / y…

 Dios, ¿Quién creerá que es? 

 

 

-En épocas de selfies y de seguidores virtuales, de engaños y autoengaños, la antigua fama se ha diluido y expandido hasta construir esta suerte de palimpsesto un tanto infantil, un tanto monstruoso, de susceptibilidades extremas, a menudo enfermizas. Pero también allí pueden brillar los talentos que se han democratizado y antes eran ocultos por un capricho de selección casi autoritaria y unidireccional. Cada cual atiende y se hace cargo de su juego. Por otro lado, si yo, tú, él, ella, nosotros/as, vosotros/as, ellos/as nos creemos Dios, se desliza, consecuentemente, que, en nuestro interior, alberga la creencia de algún Dios, a quien clamamos nuestras plegarias, anhelos, esperanzas, a quien hacemos responsable de nuestro destino, como si fuera autor y escriba de nuestras historias. Así, yo, tú, él, ella, nosotros/as, vosotros/as, ello/as consumimos esa creencia, que, al igual que un narcótico, adormece y anestesia nuestros sentires.

En esta insistencia colectiva, Dios, en tanto construcción de nuestra neurosis, asume miles de nombres, de quienes nos hacemos servidores; un amo para cubrir los agujeros que nos constituyen y se nos ofrece a cada vuelta del camino.


Texto (inédito): Marcela Farías

Poema: Nicolás García Sáez

Tapa: Hollis Brown Thorton / Zindo & Gafuri

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos