Tenía tanto campo a la
vista que decidió lanzarse a explorar la curvatura de un espacio olvidado. Nadie
en su destino puede domesticar al Tiempo.
Hay palabras que se
tambalean por la inconsistencia de quién las pronuncia. La oralidad asociada al
verbo interrumpe la conectividad por carácter de transmisión. Ambas comparten
un aspecto de amorosidad desabotonante.
Hay espacios con
ambientes, conscientes o inconscientes, llenos de ganas de agarrarte, a ti y a
un tiempo vacío de particularidades. Un espacio Moebio. Dulce. Que bien viene no comprenderlo para andar. Respirarlo nos sienta bien. Que bien nos viene. Un
trampantojo existencial. Una cúpula córnea catenaria junto a una parábola
excéntrica de nosotros mismos. Se encela el foco de no mirarnos ahí.
Rasga sus medias y
baila adentro de su pecera, allí, se comunica con las profundidades. Usa,
abusan, cierre de objetivo, trastienda de una transacción. Luego emerge, cada
noche, entre el signo y las fisuras de los transeúntes, con su tenue luz. De
fondo, el carillón de la plaza resuena mezclado entre humo cannábico, Una bicicleta
descansa sobre una farola que da al canal.
Apuntes (inéditos): Ruth Moratilla Sanz
Fotografía (inédita): Analía
Saharrea
Especial para Los Verdes Paralelos
y Los Verdes Platónicos