jueves, 23 de febrero de 2023

Florecer

Estoy sentada frente a uno de los varios cuadernos donde plasmo ideas a diario, bajo pensamientos al papel para liberar una mente ajetreada. Me descubro  haciendo dibujos de pequeñas flores de cinco pétalos y, con actitud meditativa, suelto mi mano y dejo que se arme un marco floral que adorna la hoja. No recuerdo desde cuando mi mano dibuja flores.

Espejos simbólicos en forma de líneas y colores, reflejando nuestra preciada imaginación. Un hilo invisible une nuestra mano a nuestra alma, para quien busque  expresarse, sacar afuera todo un mundo maravilloso creado por pensamientos, deseos, algunas represiones y mucha magia.

Dejar salir todo ese caudal de información tan íntima, saltando la razón, sorteando el propio juicio de lo bello o lo incorrecto.

Dibujar es el lenguaje que habla de nuestro ser más auténtico, quizás por esto, los dibujos que hicimos de niños nos llaman tanto la atención y nos evocan recuerdos de la tierna infancia, donde fuimos seres tan puros, transparentes y libres, que no temíamos escuchar ese deseo de registrar lo que pasaba por nuestra mente, la interpretación de la realidad o lo que sentíamos.

Poderoso espacio de creación, de libertad que, en ocasiones, se presenta como estar de pie frente a un abismo de grandiosidad.

Esa hoja en blanco que espera por tu visión, aguarda esa mirada que aparece cuando cerras tus ojos físicos y comienzan a llegar las imágenes verdaderas, los colores más brillantes, que buscan ser observados, ser vistos.

Ese espejo se presenta ante vos, a veces en forma de hoja, de una agenda o un papelito solitario que estaba sobre tu escritorio. Si tu mano comienza a dibujar, solo hay que dejarla florecer.

 


Texto (inédito): María José Quiroga*

Imagen(inédita): LVP

*Terapeuta

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos