domingo, 30 de abril de 2023

BAFICI / Dos y pico

Nicolás García Sáez BAFICI

                                              
NICOLÁS GARCÍA SÁEZ BAFICI


Creado en 1999, el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires no para de crecer, consolidándose entre los más fuertes y prestigiosos del mundo. No voy a hablar aquí de los galardonados muy recientemente, con preferencia por los documentales (pueden consultarlos en infinidad de lugares), si lo haré sobre los dos largometrajes y el corto a los que me invitaron y a los cuales quiero retribuir gratamente con este texto.

Uno puede asomarse y pispear el abismo entre las escaleras mecánicas, momento idóneo para tantear nuestro nivel de vértigo, allí, varios pisos hacia abajo, en el cine anexado del Centro Cultural San Martín, hijo ultra moderno de la emblemática Sala Lugones.  Mediante la sección competitiva ¨Rescates¨ accedo a la sala número dos para ver una ópera prima chilena de título austero: ¨Educación Física¨, dirigida y protagonizada por el talentoso Pablo Cerdá, que aquí nace y se va haciendo como un profesor de colegio costero, en San Antonio, un tipo más bien tranquilo y de luces tenues, con el agua que le llega al tanque en cámara lenta, digamos, un fortachón con alma de niño que a menudo anda ataviado con joggings multicolores, hombre sin mucho que decir ni hacer más que dar sus clases de gimnasia, acompañar la cotidianidad de su padre, comer hamburguesas completas, beber hectolitros de gaseosas, ver la tele, recibir la visita de su hermana o conversar con su amigo barbudo y melenudo que de repente ¨cambia su vida¨ gracias a un libro de autoayuda. Costumbrismo extremo pero con ritmo sostenido, no me aburro durante un solo segundo y el film capta toda mi atención. En medio de la tragedia pinta un romance efímero y las luces que eran tenues se vuelven cada vez más tristes. Gran obra. Mi aplauso para todo su equipo. No recuerdo una sola película chilena, de la veintena que he visto en mi vida, que me haya decepcionado alguna vez.

Invitado también a la función de clausura, en el Gaumont (nuestro querido y mítico complejo de cine porteño, el de siempre, por favor que a ningún gobernante de turno se le ocurra hacer algún desastre ahí adentro), me siento a una butaca de distancia del director de la película. Se apagan las luces. Algunos entrañables talibanes de la indignación selectiva abuchean una propaganda bancada forzosamente por toda la ciudadanía, en la que aparece el masculino calvo que gobierna actualmente la metrópoli. Luego comienza un cortometraje titulado ¨Ángel y Perla¨, realizado por la dupla Merla & Anzarut, comedia argentina muy bien lograda, con timing millenial y  velocidad de entrega de pizzas a domicilio, sin dejar de lado los guiños a la ciudad más psicoanalizada del mundo, estamos hablando de Buenos Aires, claro, tiembla Woody Allen.

El largometraje español titulado ¨Soy una buena persona¨, que aquí debuta con su premiere mundial, pertenece a su director: Norberto Ramos del Val, referente del under hispano y exponente de los presupuestos low cost. Es el mismo que nos preguntará, al finalizar la función, cuantos de nosotros nos hemos o nos estamos psicoanalizando: lo dicho, más de las tres cuartas partes de la concurrencia levanta la mano. /  Puede parecer un Tarantino dando sus primeros pasos, al menos en lo que se refiere a los diálogos, con una historia que avanza atropelladamente  en el medio de algún rincón oscuro y bizarro de un aparente Lavapiés o de alguno de esos barrios con más aroma a cutre y orgullo que otra cosa. Hay que tener en cuenta que es un director con experiencia y cierta solidez, pero no dejo de extrañar al Gran Wyoming y a Torrente y a la excelsa Alaska. Hay ecos del primer Almodovar, guiños al cine clase B. El director intenta mostrarnos lo difícil que la tiene cualquier mortal en la capital española a la hora de conseguir un trabajo decente y bien remunerado y las artimañas a las que se puede recurrir para conseguir ¨un sueldo digno¨.  Así las cosas, no hay prurito ni falta de humor a la hora de interpelar a un combo progre y burgués un tanto inquisidor, otro tanto agonizante, ¿tal vez recalcitrante?, aquel que no pudo terminar de imponer sus directivas en la sociedad global y occidental. También arremete con algunos sectores conservadores que, bien visto, o pensado, pueden complementarse con aquel como dos caras de una misma moneda que siempre se proyectan y necesitan mutuamente. En el camino la ligan los capitalistas, los comunistas, los hombres, las mujeres, los trans, los negros (o gente ¨de color¨), la izquierda, la derecha, los tartamudos, la comunidad htlgbxyz (¿a quién le cuesta mencionarla de corrido?), el lenguaje exclusivo (o inclusivo), los drogadictos, los empresarios, los artistas, los narcisistas, los desempleados, los jóvenes, los viejos, los bobos,  los adictos a las redes sociales, en fin, la vida misma. Hay fragmentos hilarantes en una película jugada, simpática y simétrica en su incoherencia o asimétrica en sus intentos de lucidez que ameritan carcajadas, otros pasajes invitan a la mera sonrisa, algunos y algunas percibieron cierta indignación, no fueron pocos los que, ofendides y/o muy susceptibles, se levantaron de sus butacas, aunque tal vez tenían alguna urgencia en la vejiga.

Muy Buena peli. Vuelvo a agradecer la invitación. Ya estoy pensando en comerme una uña mientras espero impaciente el vigésimo quinto BAFICI del año que viene.

Texto y fotos (inéditos): Nicolás García Sáez 

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos