Pero también está el barrio, metafórico y
real, con otros individuos que hoy son más cercanos, más vigentes y más
visibles porque, lejos de alejarnos, esto nos acerca, en lo más humano y
primordial, en la fragilidad que nos
caracteriza, en la misma lucha. Solo venciendo intereses individuales y
arreglos y abusos, solo registrando nuestra propia mortalidad como una
oportunidad de cambio, haremos de este virus una puerta hacia otra forma de
estar en el mundo. Nos sentimos vulnerables porque lo somos, siempre lo fuimos, eso no es una novedad, esto que sucede nos lo recuerda a cada momento.
¿Qué hay de los
políticos y sus “recursos”, del sistema capitalista que lucra sin mesura a través
de la fragilidad del hombre? ¿Qué hay de una biología atravesada por ideologías
cambiantes y mercantilistas? Sin dudas hay un virus, que nos afecta el cuerpo,
pero hay otro virus mucho peor: el que contagian quienes hacen de esto una
oportunidad para lucrar, dañar, para beneficiar a ciertos sectores, para, en muchos
casos, hacer pasar el covid-19 por otras enfermedades cuyo fin es sacar un rédito
miserable, una oportunidad maliciosa para sumar números de casos y alarmar a una población que ya es
pobre y vulnerable, que ya, impactada por los acontecimientos, pierde algunas
defensas, gente conmocionada hasta el obedecimiento servil, que anula la subjetividad
gracias a los medios masivos de ¨comunicación¨. Una sobrecarga de información, la
mayor parte de las veces sin filtros, con un impacto que lleva a grados de
paranoia que solo deprimen y aíslan afectivamente a las personas, quitándoles
sus fuerzas, sus palabras, sus afectos. ¿Aparecerá en algún momento un medio de
¨comunicación¨ masiva que informe acerca de cómo fortalecerse en medio de este
caos?
La distancia
social no es la distancia afectiva. No permitamos que nos roben lo que nos hace
fuertes, el estar con otros, junto a otros en una lucha compartida. No hay peor
cosa que deprimir a las personas y, en consecuencia, su sistema inmunológico ¿Para
quién es el negocio? ¿Cuantos impactos y cuantos acontecimientos traumáticos
venimos viviendo como población? Hace ya mucho tiempo… Argentina y la
marginalidad. Argentina y la pobreza. Argentina y la violencia de género, la
explotación laboral, el abuso sexual infantil, la corrupción incorregible y voraz de los políticos,
la corrupción del sistema en su totalidad ¿Cuánto shock?
Infantilizan y
obnubilan esos reflectores que dejan a las personas en estados en los que no pueden pensar ni cuidar de sí mismas. Pero también está la gente que no se
cuida y sale y se expone… porque nadie es claro, porque no se sabe si les
interesa serlo. Pero tenemos un recurso: la palabra, la conexión entre las
personas, el diálogo, el otro como prioritario, como significativo en su
diferencia, como alguien a quien salvar, porque nadie se salva solo. Nadie.
Crear conciencia no es poner normas ridículas y confusas de cuidado, no es implementar una cuarentena flexible sin ningún registro de los riesgos. Crear conciencia es ayudar a que la gente piense por sí misma, registre la vulnerabilidad de la vida y los riesgos a los que puede estar expuesta ante algo que la Naturaleza manifiesta. Es ahí donde hay salida y cuidado, no en la alarma desmesurada, en el pánico, en el estrés por sobrecarga de información, en el estado de alerta causado por los medios, en la perdida de registro de la realidad y de perspectiva de lo que es prioritario e importante, de lo que no lo es. Las personas se paralizan ante el impacto, pierden sus recursos defensivos y siempre es ahí donde más cuidado hay que tener, porque hay muchos otros que saben cómo operar con eso a su favor. Es un trauma colectivo y llevar a la gente a un estado infantil solo asegura que haya líderes que afiancen su lugar. A alguien hay que seguir ante el desamparo y el desvalimiento. Cuando esto sucede, cuando no se genera conciencia en las personas, de que cuidarse es aprender a ver, a escuchar y a discernir, siempre habrá oportunistas, lucha de fuerzas en el sistema por sacar rédito de estos acontecimientos traumáticos.
Pero es entre algunos, entre nosotros, con otros,
donde estos discursos pueden cambiar y operar de una manera diferente,
constructiva, haciendo visibles los caminos a seguir, los de un cuidado
comunitario y preventivo que nos permita fortalecer tanto el cuerpo como la
mente y/o el espíritu, el ser en su totalidad. Aunque esto no sea conveniente
para un puñado de inhumanos, tengámoslo como objetivo prioritario en tiempo de
epidemia, que el virus no sea mayor que el hombre.
Texto y fragmento de morfometría (grafito sobre papel): Marina Pérez
www.marinaperez.com.ar
Especial para
Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos