Sentada en el
centro, con la espalda fría y los pies ahuecando la tierra, hundidos, yendo hacia lo profundo, percibo intensa y curiosa mi atrás.
Esa ansiedad se
apacigua cuando las manos finas, calientes y firmes, se asientan en mis hombros
y suben hasta mi mollera.
Las manos invaden con ese gesto mi cabellera, mis sienes, de allí arriba recorro desde afuera, acaricio mi pelo, mi piel, llego al interior y de allí voy bajando hasta los pies. Un susurro lejano, confuso, resuena… volvé,
no te vayas…escucho palabras pequeñas, sutiles, entrecortadas, mezcladas,
vibrantes.
Habito las
penumbras del humo blanco en algún lugar oscuro, como esas estelas que atraviesan
mi cuerpo, mis poros, los huecos en mis axilas. Los dedos de las manos rodean mi cintura,
contorneo las piernas, respiro hondo, exhalo y vuelvo las manos a la mollera, ¿para qué? Para liberar
mis miedos.
*Belén Calapeña
*Bailarina,
coreógrafa y directora
*Especial para
Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos
*Ilustración:
Marina Pérez // www.marinaperez.com.ar