lunes, 28 de septiembre de 2020

Un café de domingo lluvioso en esta bicentena (o cuareterna, o la ya muy mal denominada cuarentena, la más extensa y cuestionada del planeta)

 


En esos días en que la gravedad y su fuerza caen sobre uno mismo, en que la densidad del tiempo cobra otra dimensión y hace de nuestra historia una propiedad y un enraizamiento profundo, desde allí se van entramando un mar de posibilidades, un devenir quizás diferente, cargado de novedades, con todo lo que ello implica / Allí comienza la complejidad y un mar, también de dudas y contradicciones, quizás afortunadas. La pregunta cobra relevancia y la historia se teje con otros. Y gracias a esos otros nuestra casa pierde paredes y se arma un mundo y hasta un Universo, galaxias, y finitudes infinitas / Hay días donde esa densidad, esa gravedad tan mortal y tan humana nos opaca y nos acerca, nos hace vernos y extendernos mutuamente a una exterioridad compartida, a una interioridad desplegada. Esa inmensidad nos mueve hacia adentro, tan fractales y tan complejos, nos mueve hacia afuera, tan extensos y tan diversos / Afortunadamente nos vemos mutuamente, ahí, en ese tiempo, de encuentro y desencuentro, siendo tan otros, tan vivos. Ahí, en ese acontecimiento cotidiano, solo el Amor nos salva del miedo.

                                                                                                                   Marina Pérez

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos

Boceto: Irupé Roch