Entre la morosidad cómplice y el fuego, el desamparo avanza sin tregua. Despojos calcinados y rostros sin nada se amontonan, parpadean, resisten en su mirada y saben que no es el éxtasis de un acontecimiento espiritual, aquel que urde en algún ensueño. La predestinación de la Naturaleza se revela, inapelable, en su afán de majestuosa armonía, la señal viene de otro lado, directa y sin piedad.
Desde un discurso laboriosamente condimentado, negociado desde hace tiempo…¿quiénes llevan la cuenta? En una guerra sofisticada, silenciosa, los nombres propios permanecen impunes, algoritmos que los escudan juegan a la ruleta rusa, esperando el disfraz que toca para vestir. Brindan por la ¨moral¨ de turno, por investir el poder, el que habilita arrasar sin tapujos con la dignidad de pueblos que arden ¿La culpa es del fuego? No hay dudas, cuando es adrede y ya no se lo detiene, cuando los damnificados imploran la lluvia
Los reparos van perdiendo sus techos, a la par del bullicio, seductor de promesas ingenuas. Así, como proeza oscura, el humo se convertirá en un lecho de oxígeno. Cuando ya esté todo quemado, cuando lata la piel curtida, la que no cesa en su reclamo, se escucharán las voces para salvar la Vida.
Texto e imagen (inéditas): Silvia Chaher
Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos