¿Quién nos dirá lo que siente el lenguaje en su propia soledad? ¿Qué será de las nuevas formas comunicacionales que no hacen más que facilitarnos la mirada hacia nosotros mismos? Mientras, el ego corre los riesgos de la temible incomprensión. Cuesta aceptar que muchas de las cosas que se dan a conocer, no son más que un modo de imposibilitar la palabra profunda, que accede a lo íntimo sin necesidad de hacerlo visible.
Hoy parece atractivo escribir, expresar sentimientos y opiniones por las redes sociales. Y nos terminamos olvidando que el niño/a, sólo con su imaginación, puede crear personajes, inventar historias, hacerse amigo de una mascota, mantener escondido a un grillo y encontrar a la mariquita que nadie vio, adornando las hojas del jazmín. Que a la hora de indagar en el mundo no precisa de algo diseñado para entretener e hipnotizar. Porque va dibujando sus rutinas en una atmósfera montada en líneas irregulares, con trazos que ganan experiencia a medida que aprietan fuerte la hoja de la vida, con la sencillez de una mina de lápiz.
Sin embargo, esos que hablan con camaradas en la oscuridad y sueñan con superhéroes que lo ayudan cuando las sombras se vuelven muy grises, están expuestos a otros aprendizajes que los mantienen más sentados que con los pies curioseando el pasto. En tiempos demasiado recientes se ha colocado el centro del problema en el miedo a la enfermedad que vuelve ¨segura y confiable¨ la comunicación virtual. Así se juega, habla y trabaja desde las frías pantallas, que nunca pueden reemplazar los vínculos humanos directos
Conectarse con la vida del otro, con sus sufrimientos, deseos, emparentarse con su bulla es algo parecido a ser atrapados por la atención. Antes, abrir el oído se asemejaba a un recreo escolar, donde todo fluía de múltiples formas sin pausa o apuro, era crear un espacio vivo entre la historia de unos y otros. Ahora escuchar se parece más a curiosear en la vida de los usuarios que, descuidados o cómplices del sistema, muestran todo. Lo más preocupante es que tanto los estados como sus gobiernos, teledirigiendo a las masas, no aparentan desvelos.
Texto (inédito): Olga Barzola
Intervención con plasticola de colores sobre cartel urbano: Milagros Peñaloza
Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos