domingo, 7 de marzo de 2021

Con pies de plomo

Nadie que esté mínimamente atento al devenir intenso de la vida salta sonriendo en una pata, o pierna, por recibir un pinchazo. Y mucho menos si lo que origina ese picoteo molesto es una aplicación de índole subcutánea cuyo contenido continúa siendo un enorme misterio. Y no, no es una app. Esta posmodernidad atiborrada de significantes y significados te confunde la onomatopeya (¡ay!) con la abreviatura británica. Llama la atención como ¨El Salvador¨, que homenajea a su satélite compatriota, va calando (no muy hondo todavía) en cierto sector de la ciudadanía mundial.

En este replanteo global, en este inevitable cambio de paradigmas que estamos atravesando, hay semigurúes más o menos interesantes que te mezclan o te integran (piense en el verbo que más le agrade) la energía del prójimo, con la algarabía de la soledad, con la inteligencia financiera, con el amor en pareja, con el veganismo, con la psicología, con el tarot, con la sociología postapocalíptica, con las acciones de Lufthansa, con Kurt Cobain, etcétera, y coinciden, o dicen, que la papa está en soltar al Estado, en ser autodidacta, emprender e invertir, en comer y beber sanito, en meditar y hacer ejercicio y dejar de lado, hoy, ya mismo, a todas las instituciones burocráticas, especuladoras, a todos/as los/as políticos/as, a todos los trabajos con jefes y jefas, a las licenciaturas universitarias que ya no tienen sentido (y mucho menos una salida laboral), a las filas interminables de un mar interminable de sórdida ignorancia…en fin, dicen (y no son los únicos, pero hoy se nos antoja poner un poco el foco en ellos) que toda esta Cosa que representan los ¨gobiernos¨  se desplace con diplomacia desde su actual lugar central (todo parece indicar que les queda demasiado grande) hasta la periferia que hace años les corresponde dentro de ese naufragio que respira los últimos coletazos, también dicen, de la Revolución Industrial, sumada, en fin, al agotado y viejo Capitalismo. ¿Será tan así? Y, mientras alguno de estos semigurúes apuestan a que el bitcoin va a ser más revolucionario que el Monotema (¿se acabaron los habanos cubanos?) revistas como The Lancet (un medio de comunicación atendible: la primera vez que sale al ruedo es en 1823) te baten que la Sputnik es la que va.

Uno, mientras tanto, en algún rincón de la Sudamérica más profunda, sigue escuchando a los semigurúes que te van diciendo que no hay que creerle nada a nadie, ni siquiera a ellos, que en lo único que hay que confiar, en fin, es en uno mismo mientras se tropieza y duda en el camino. Paradojas, otra vez, de esta época en donde el ombliguismo de la selfi (que denota un mega embole superlativo en los viajes hacia el interior que emprenden sus ejecutantes/as) va, a paso de tortuga y aparentemente, dejando lugar a un, vamos a llamarlo así: Narcisismo Solidario.

Mirate, explorate, sufrite, soltate, atravesate, convocate, aceptate, iluminate. Resoná y vibrá. Ahora sos un Ser de Luz.

Uno ya bosteza con la sarasa que viene escuchando desde su reencarnación anterior, pero, si lo toma con pinzas (o con lancets) hay algo cierto en todo ese bisbiseo que le viene faltando descomunalmente el respeto a las fuentes más sagradas del Budismo, entre otros/as. Lo cierto es que hoy, aquí, ahora, es más acertado invertir en el interior de uno mismo que en el interior del ¨Salvador¨, que no se sabe que contiene, cuánto dura, hacia adonde va o adonde te puede llevar. Y además está la molestia del pinchazo. Pero atención, damas y caballeros (pd: se aclara esto en pos de evitar, uf, futuras y aburridísimas contiendas entre seres tan queridos o cercanos, además de los/as conocidos/as) esta no es nuestra postura altermundista, anti sistema, de trasnochados/as que quieren okupar un lugar dentro las naves indignadas de la Rebelión Planetaria (hasta ahora puro piripipí virtual, salpicado con alguna que otra marchita o marcha multitudinaria), sino pragmatismo puro y duro, el mero abrir de medio ojo ante un plausible y enésimo atropello.

En este replanteo global, en este inevitable cambio de paradigmas que estamos atravesando…un momento, paren las rotativas. Detengámonos solo un instante a meditar en el año que se fue hace ya un par de meses. Pensemos a continuación en el ¨ Nuevo Orden Mundial¨, el concepto en boga que se paseó y se sigue paseando (cada vez con menos fuerza) por la pasarela de la perplejidad, el murmullo agitado y preocupado de todos y todas las que nos fumamos el aislamiento involuntario del 2020 (el más largo, ineficaz y perjudicial de todo el planeta, nuevo récord argento) esperando soluciones que aún no llegaron, o que supuestamente están llegando, con cuentagotas, siempre en medio de turbias polémicas. Dudamos con vehemencia que vaya a haber un ¨Nuevo Orden Mundial¨ por el simple hecho de que el ser humano, por Naturaleza, fue, es y será muy desordenado. Imaginamos, pues, que es una utopía de kinder ordenarse bajo alguna orden en un abrazo de reconstrucción global. Si remamos un poco este ¨concepto¨, que va boyando alegremente entre la ingenuidad y la ingenuidad ¨informada¨, podremos añadir una obviedad: el mundo está cambiando todo el tiempo, a cada minuto, a cada segundo, desde que existe Panthalassa, ponele, curioso ejemplo para dibujar transformaciones planetarias. No hace falta un virus de laboratorio para instaurar nada, por la simple razón de que la humanidad, en su atávico libre albedrío, en su enorme, extensa mayoría, va a continuar sin orden ni órdenes, por más que algún energúmeno de turno aparezca de repente y durante un ratito para creerse el dueño del Globo e intente hechizar con su miopía al/la obsecuente/a ávido de cualquier tipo de afecto, aunque sea el más tóxico, temeroso/a de que su pequeña tribu lo expulse si atraviesa valientemente el mono luego de dejar su  adicción al cada vez más visibilizado, cada vez más expuesto sesgo ideológico.

El tiempo…¿hay algo más cambiante y fascinante que el tiempo? Y mientras toda la atención sigue puesta ya casi maniática, obsesivamente, en el Monotema, la noticia más importante de los últimos años pasa casi desapercibida. ¿A cuantos y cuantas nos importó que hace poco más de una semana la Generación Beat haya dado su último suspiro? ¿Llegamos a captar el Inmenso Legado que nos dejaron esos marcianos alucinantes? Ferlinghetti vivió 101 años, vayan y hablen con él (bueno, ahora ya toca gestionar con el fantasma) vayan y pregúntenle que piensa, que opina acerca del tiempo.

Los semigurúes que arengan y te transmiten, según ellos, de qué se trata el Ego y la Abundancia (nótense las mayúsculas) tienen un par de puntos épicos (en lo verbal) que al oyente aficionado lo remiten, por ejemplo, a los Who cuando estrolan contra los escenarios batas con violas, o al  descarnado Geldof  que te rompe todo en The Wall* pero, en lugar de una Gibson Les Paul, ahí te la hace astillas con las pinceladas del marketing que ahora está un poco de moda dentro de cierta New Age, aquella que busca ¨despertarse¨ y ¨reinventarse¨. Interesante, Sobre todo cuando mezclan, o integran, lo espiritual con lo material. Público fértil que, en una primera instancia, acude a ellos, es aquel que habita hace décadas, por nacimiento o adopción, ¨paraísos¨ aguerridos y decadentes pletóricos de alexitimia, tal vez un oxímoron.

El Monotema dejó y sigue dejando al descubierto algunas contundentes y nobles verdades: nada es lo que casi nunca fue. No falta entre ese público ¨primermundista¨ y anafrodisíaco , o en el mismo semigurú disertador, quien aún señale a ¨alguno de esos países de Latinoamérica¨ en los que anduvo girando, como si fuesen el quinto fondo del rincón más oscuro del Congo (bello país) refiriéndose a nosotros/as, si es que vos, tú, lector o lectora, pertenecés a esta Inconmensurable Patria Grande (término popularizado por Manuel Ugarte en 1922).  Índices febrífugos los de ese público, que apenas te rasgan algunos gramos de atención y te hacen pensar, con ínfulas pírricas, en cientos de miles de korubos y kawahivas bailando en lo que queda del Amazonas, pájaros que pisan descalzos las brasas ardientes y se ríen de tus congéneres que caminan en pantuflas y viven, con 65 años, dentro de habitaciones chungas que también les alquilan a los adolescentes.

El Congo y la Argentina, por cierto, según algunos estudios, son los países que menos han crecido en los últimos 40 años. Si hay algo, alguito positivo entre las secuelas que dejó la traumática Cuareterna Medieval ( además de los refrescantes y necesarios sets de ese mago electrificado, un leonino casi sexagenario disfrazado de Fatbloy Slim, que se disfrazó de la Pantera Rosa para poder repartir su último disco) es que todos y todas tuvimos el tiempo necesario para profundizar en nuestros vínculos, fortalecerlos, hacerlos crecer en un terreno común. Y, con suerte, pudimos poner el foco en trabajar y ejercitarnos. También, todas y todos, si supimos aprovecharlo, tuvimos el tiempo necesario para informarnos acerca de un montón de temas. Nunca en la Historia de la Humanidad hubo tanta celeridad para formular pensamientos críticos como en estos días que corren. Las redes sociales confunden y aceleran. A veces despiertan. Y, si ya hablamos de milagros, incluso te iluminan. El ciudadano ¨común¨ hoy y ahora te cuestiona hasta el tuétano y ya no hay tutía. Su opinión, por supuesto, va a estar moderada, mediana, inmensa o completamente impregnada por su sesgo partidario/político/ideológico, como quieras llamarlo, aunque la ideología, si la influencia es completa, ya no es tal, sino mera y triste obsecuencia que amerita, digamos, un estudio psiquiátrico. Siempre, claro, está la sana opción del libre pensamiento, del fluir del río sobre aguas que se estancan… pero no nos vayamos por las ramas que pertenecen al mismo árbol, que no nos deja ver el bosque. O si, sigamos recorriendo los meandros que tal vez nos hagan desembocar en algún puerto concreto. A ver: el pavo real de turno despliega sus plumas monocromáticas y juega a escandalizarse con los privilegios que él mismo viene disfrutando. Entonces pide renuncia inmediata, eso sí, en año electoral. El/la más enterado/a puede pensar: ¨waw, que jugada¨. Pero no, es todo demasiado obvio. En cuestión de segundos nos enteramos todos/as, millones y millonas. Inmediatamente, la indignación. Pero ya estamos cansados/as de indignarnos. Hay que aliviar. Aparece el primer meme, el segundo, las risas, otro comentario que uno/a considera acertado. Ya está. En menos de un minuto se deja al descubierto una operación que antes podía tardar décadas en descubrirse. Pandemia, ya se ha dicho, mata misterio. El que antes te vendía espejitos de colores, ahora tiene que mirar 500 veces para todos lados antes de cruzar bajo el semáforo de una avenida muy transitada, un país entero, literalmente, le está poniendo una lupa ultra veloz sobre la espalda. El pavo real del turno anterior se ¨escandaliza¨ con el ¨escándalo¨ pero juega a olvidarse que él también hizo bosta la Salud Pública.

 ¿Usted quiso estar ahí? Sabe que sí. Ahora apechugue m´hijo, y empiece a resolver decentemente, desde la Nobleza, porque El Pueblo ya no te cree ese burdo espejismo repetido y oxidado en un desierto cada vez más amplio. El Pueblo, del latín ¨populus¨ y también: "la asociación basada en el consentimiento del derecho y en la comunidad de intereses", ¿quién lo dijo?, el amigo Marco Tulio Cicerón, que vivió en el siglo 1 antes de Cristo. El Pueblo. Pienso en algunos pueblos. En pueblos del Interior a la hora de la siesta. En pueblos costeros del Océano Atlántico, vacíos, en pleno invierno. Pienso en los pueblos de mi infancia. En los pueblos brasileros de mi adolescencia, en los pueblos bonaerenses. Recuerdo algunas plazas, de algunos pueblos. Esas mismas plazas, por la madrugada, durante un carnaval jujeño. O esas plazas de España, en donde todo era turbio trueque, falafel o Magia. Pienso en los pueblos de Uruguay, cerca del mar, en sus atardeceres, entre los más bellos del mundo. Pueblos. Pienso en los pueblos cerrados (algunos los llaman countries) en donde viven todos/as los/as políticos/as que se llenan la boca gracias al Pueblo.

El pavo real del turno actual repite una y otra vez las mismas gansadas venenosas y estériles de siempre, de paso acusa al pavo real del turno anterior para dejar contenta a la pava real del penúltimo turno. Mientras tanto, el iluso y la ilusa que tenían un gramo de esperanza de que allí se hablase de cosas definitivamente importantes (Salud, Economía, Ley de Humedales, Educación, Unidad, Paz Social y un largo etcétera absolutamente descuidado) se queda pensando que estos personajes, que han sido empleados para que cumplan una noble función (mientras siguen cobrando fortunas por esos mismos empleos) continúan delirando dentro de su propio naufragio, discursos con baranda a naftalina, baranda a humo que repiten y repiten... la nada misma, en concreto, tan dañina, que despierta un inmenso tsunami de vergüenza ajena. Las fortunas que cobran los empleados y empleadas del Pueblo van en aumento mientras El Pueblo también recibe aumentos, pero en todos los precios. Si un marciano, además de los fantasmas beatniks, descendiera sobre esta Tierra arrasada por la incongruencia… ¿llamaría a otro marciano, inmediatamente, para proponerle escribir la Divina Comedia de la actualidad?

Habrá que fumarse, en un futuro cercanísimo, las toneladas de películas, series, novelas, cuentos, canciones haciendo ¨catarsis¨ sobre el Monotema covídico, el ¨efecto Vietnam¨, vamos a llamarlo así, pero hiper multiplicado y en el que probablemente uno también incurra, concurra o recurra. ¿Tendremos ganas de recordar, de que nos cuenten por medio de la ficción algo que ya sabemos de memoria y de lo que ya estamos archi mega hartos y hartas? Mientras tanto los semigurúes te mezclan (o integran) el cambio clímático, con anécdotas personales bastante aburridas (en donde ellos siempre son los ¨pioneros¨ de lo que ahora consume ¨todo el mundo¨), con estrategias de venta que sí o sí van a funcionar…pero dentro de varios años de estricta disciplina más o menos impartida por ellos, o con estrategias de abundancia, de prosperidad, que sí o sí van a funcionar… pero dentro de varios años de estricto seguimiento a sus postulados revueltos o integrados. En el medio, por supuesto, te invitan a seguirlos por you tube, a comprar sus cursos, sus libros, a comprar tickets para sus conferencias ¨con protocolo¨, en fin, más claro, echale agüita, o el contenido misterioso de alguna vacuna. La zanahoria y el burro. Cualquier semejanza con la baba del pavo real no es pura coincidencia. De todas formas se invita desde esta trinchera a escuchar a estos semigurúes, prestarles cierta atención, al fin y al cabo la intuición nos dice que allí existen algunas buenas intenciones y más de una respuesta.

En la avenida demasiado transitada, hacia los costados, en las veredas, adentro, afuera de la grieta que cada vez es más y más evidente que no es tal sino un Bolazo Gigantesco para distraernos de lo que realmente importa…el mundo sigue su camino. ¿A quién creerle? Por mi parte decido depositar mi confianza en uno de los discos que más me sorprenden de Pink Floyd, banda con sonido onomatopýico como pocas y la obra elegida, ni te digo. Ummagumma es un banquete de sonidos. Me tiendo decúbito dorsal. Las estrellas flotan sobre el verano más contradictorio en la Historia de este país. Me llega un céfiro con el perfume del tiempo desde las sierras. Primer sonido, segundo, un río de sonidos…me pierdo y me encuentro en ellos.

 

Texto y video (inéditos): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos

*La maravillosa ópera de Pink Floyd fue estrenada en 1979. O sea…