Deodoro Roca -abogado
cordobés, lúcido y controvertido hombre del siglo XX-, asevera que:
"Alberto Carlos Bustos nació en Córdoba, capital, un 1º de mayo de 1900”.
Y dice más: lo vindica como “leal amigo y dilecto historiador de mis
actividades…” (las que Roca desarrollara durante los episodios que
desencadenaron los acontecimientos previos a la Reforma Universitaria de 1919)
“y mi acérrimo defensor en el lance epistolar que mantuve con el poeta Leopoldo
Lugones"... “Alberto Carlos: un artista con mayúsculas hasta en las
minúsculas -le definía-, que se desempeñaba hasta hace poco como secretario de
redacción en "El Municialpalo" (Órgano Erguido de la Comunidad Viva),
mensuario municipal de gran lectura e influencia entre los municipales de la
Capital, alrededores, y alrededores de los alrededores de la Ciudad de Buenos
Aires. Desde allí, alentado por un cariño generoso hacia mi persona, fustigó
con dureza a mi contrincante y a mis detractores. Fuimos inseparables en
nuestra primera adolescencia, compartiendo nuestros veranos en Tanti (Córdoba),
antes de que se trasladara junto a sus padres a la gran urbe. Aun así, nuestros
espaciados encuentros espaciados, conllevaron siempre una enorme felicidad
condimentada con elevados diálogos plagados de abierta inteligencia y cierto
grado de excentricidad..." (...)
"Sí, fuimos compinches de correrías durante nuestra afiebrada niñez y
primera juventud. Nos llamaban "los tres mosqueteros", a él, a mí y a
Pep (¿Martell?). Y nunca fuimos cuatro...".
"La Docta".
Nº 4. Mayo de 1931.
El astrólogo y
matemático finlandés Loja Lungkunnen, testimonia en "Gaceta Suez" del
14 de marzo de 1935, haber conocido a su paso por la población de Ramallo,
provincia de Buenos Aires, República Argentina, a un joven -"...cuyo
relevante poder energético y vitalidad creativa despertaron mi innata
curiosidad..." (...) "Convivía éste en ese entonces con dos
hermosísimas señoritas, a la par intensas, inteligentes y desprejuiciadas...
"(...)"... al permitírseme desentrañar tanto su carta natal como las
de ambas exquisitas damas, adujo no recordar con exactitud el minuto en que su
madre lo trajo al mundo; oscilando su duda entre las 06.30 y las 07.00 horas de
la mañana del primer día laborable del mes de mayo de 1910... Luego, generosamente, me obsequiaron los tres
con una *cena inolvidable*"(...)
MENSUARIO VOJTTISTTEN.
Página 72. “Loja habla de la vida según los astros que la rigen”.
NOTA
DEL AUTOR (La 7, creo, o no): No puedo asegurar que la
palabra “cena” fuese “cama”, pero, es posible, ya que en un dialecto indígena
finlandés cama y cena se dicen: “Iduj e idhuj” (hace tanto frío ahí) y vaya uno
a saber lo que en realidad dijo porque el periodismo obra como un teléfono
descompuesto la mayoría de las veces, y no por maldad, sino por alguna otra
cosa que nunca se sabe qué es. Pero sí cierto es que en 1934, Bustos convivía
con dos increíbles jóvenes -muy adelantadas a la época: Ivonna Beber y Mariana
Magnasco Guiñazú Prieto, quienes -la por Loja citada noche- fueron también
proyectadas al plano astral varias veces. Felices, felices, felices, diría el
Capitán Nemo. No necesito ahondar en el suceso, ustedes ya son mayorcitos y
tienen suficiente imaginación. Punto.
La
vida ya no espera,
y
el cuerpo amaneció de otra manera,
qué
alegría...
Burlona,
rebrotando en mi cabeza,
fantasía,
tan lejos como estaba, revivía...
Me
acaba la modorra...
Mi
mano organizando
este
deseo y yo mirando.
Su
sexo, en el espejo,
se
empapaba de otro sexo,
jugando
a conjugarse
en
las urgencias del deseo...
Curiosa
sensación...
en
sueños, el amor,
reinventa
en tres
lo
que hacen dos.
Creando,
haciendo magia,
el
sueño se hace cargo
de
la imagen reflejada.
El
cielo es de cobardes
si
el infierno en un alarde,
me
ofrece estas hogueras
de
abrasarme y no me quemo,
por
miedo a que en sus grietas
me
devore el fuego eterno...
Curiosa
sensación...
en
sueños, el amor,
reinventa
en tres
lo
que hacen dos.
Teléfono
de mierda,
que
suena justo cuando
me
adentraba en esas hembras
Borracho,
entre vapores,
y
olfateando hasta encontrarme
perdido
en el desierto
de
las selvas de sus carnes..
Ya
debo despertarme.
y
luego a calcinarme
bajo
el sol de un nuevo martes...
Si
fuera este calor el que me diera
la
vida entre las piernas de sus piernas.
Curiosa
sensación...
En
sueños, el amor,
reinventa
en tres
lo
que hacen dos..
“Martes mañanero”
(Urbana de canción espiralada). Letra y Música: Alberto Carlos Bustos. Marzo de
1935.
NOTA
DEL AUTOR (8): El testimonio del astrólogo y matemático
finlandés, redunda en innumerables detalles sobre el encuentro; pero, creo
necesario interrumpir su relato para celebrar una feliz coincidencia
testimonial entre la fecha que figura en la carta natal de Alberto Carlos Bustos
(que de él se trataba) y la indicada por Deodoro Roca, ya que el 1 de mayo era
día laborable (aún no se había declarado día de duelo internacional por los
mártires de Chicago), aunque no coincidan los años. Como tampoco coincide casi
ningún testimonio escrito sobre fechas y sobre “características” de Bustos,
“inclinaciones”, “gustos personales”, todo eso que hace tan interesantes a los
hoy llamados “Programas del Corazón” o “Programas Rosas o Rosados o Grotescos o
Amanerados o Insultantes hasta para una más que raquítica inteligencia”. Pero
Bustos no vivió ¿o también?, esta época repugnantita por donde se la vea. Aunque lo de Lungkunnen podría ser otra mina
anti-persona, sembrada para reñir aún más a Bustos con la moral y las
costumbres de la época.
Sigo tratando de ser
equidistante en la cuestión: ¿quién ha podido tomarse tanto trabajo para negar
a la nada? Bustos, si existió, era un humano cualquiera, sin poder de decisión,
sin armas, sin fortuna… Quiero decir: Si
Bustos fue un ignorado, ¿por qué armar tanto lío? Me fatiga un poco toda esta
recolección de testimonios sin pies ni cabeza. O no existió, o no han querido
(ni quieren) que exista, exceptuando a esa voz que zapatea en mi cerebro como
El Chúcaro y su ballet con boleadoras y Norma Viola y sus feminísimas y
erotizantes minués. Bustos, si fue, ha sido más o menos lo que estamos
asimilando: la nada ante un Arlt, un Cortázar, un Borges, un Macedonio, un
Oliverio, un Gumersindo Salvatierra. Más que una persona, parece un símbolo. O
un código. ¿Usado entre quienes? Y, sobre todo: ¿Para qué? Me voy a descansar.
Mañana tengo una entrevista con una bibliotecaria -muy viejecita y muy
jubilada, ella- del barrio Prosperidad en Madrid, para hablar de Bustos. “¡Mi
venerado Bustos!”, casi gimió lagrimeando María de la Salud Anérides Rincón, y
me cantó un chotis entero, cuya letra y música atribuye a Alberto Carlos.
Veremos qué me cuenta” (texto rescatado de entre mis papeles de 1988).
NOTA
DEL AUTOR: fui a su encuentro a la hora señalada, pero la
anciana bibliotecaria faltó a la cita debido a su deceso impensado. ¿Quién iba
a imaginarlo, si sólo íbamos a hablar?... En fin, la vida es un exceso, y
querer, María de la Salud Anérides Rincón, darme su testimonio, su emoción
la empujó al más allá del más acá. Lo
siento. QEPD. Podría haber mantenido el suspenso hasta la siguiente entrega,
pero soy tan bueno que no se me dio la gana. Lo redicho aunque me repita: la
vida es un exceso.
Texto/ficción (inédito),
desde Madrid: Miguel Ángel Solá
Dibujo (inédito), a sus 7 años: Nicolás García Sáez
Especial para Los
Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos