En el bosque de ida y vuelta se puede caminar sobre las hojas caídas del invierno. Hace frío. Silencio. Al respirar el aire puro, que deambula entre el ukelele y el río, podremos ver el resplandor del amarillo, las sutilezas ocres quebradizas y el añil del cielo.
Es un bosque mágico, definitivamente. Hay un ciclista que no deja de dar vueltas, partiendo siempre desde el mismo lugar. Hay, también, movimientos leves y un paisaje que es espejo de otro a la hora de una siesta que nadie duerme. Los céfiros, comparados con el sonido del agua transparente, son mínimos, sobrevuelan las piedras y provocan un oleaje que parece soplado por liliputienses.
A medida que se avanza, el bosque va enseñando sus particularidades. Cada rincón celebra tener a la Naturaleza como única protagonista.
*Se recomienda ver la película completa para aprovechar al máximo su aporte sensorial y audiovisual
Guion, videos y texto: ©Nicolás García Sáez
Guion, edición y traducción: Florencia Suárez Guerrini
Diseño: FSG & NGS
©Casi un Nirvana