Percibo el vuelo del venteveo, más allá de los últimos fríos intensos. Él sabe de un lugar, me hace saber de
un lugar, y ese lugar es tu lugar. Es el espacio donde deseamos encontrarnos,
desde donde nos vemos verdaderamente.
Las alas de este pájaro magnífico vuelan sobre
cualquier paisaje desolado, llenándolos de color y vitalidad. Les silba sus
melodías ventoleras, invitándolos a transformarse en países de maravilla. En su
vuelo, el venteveo no solo ve, sino que crea. Nos recuerda que lo que
percibimos y cómo lo hacemos es lo que da forma a nuestra realidad. El paisaje
desolado no es un hecho, sino una percepción que podemos cambiar.
Es el momento de salir
del lomo de las leguas sombrías, de una vez por todas.
Texto cronometrado* y acuarela (inéditas): Ruth Moratilla Sanz
*Seis minutos, ejercicio para el taller de escritura cronometrada y
espontánea
Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos