viernes, 8 de agosto de 2025

Nido

Me pasa que cuando escucho decir "seres", yo elijo de preferencia los "estares" o los "estandos", porque entre tanto simbolismo místico de randoneo, por ahí me espanto y vuelvo al nido, ahí, en el estar, como anclaje del siendo, como apoyo.

No se trata solo de la delicadeza de las plumas o del canto que a veces escuchamos, se trata de una metáfora viva de la atención plena, de la importancia de estar completamente presente.

Imagina por un momento ser ese pájaro. Tu mundo se reduce a la calidez de los ramitos, a la textura de tu nido. Tu mente no está volando hacia el pasado, o preocupada por el futuro, ni queriendo provocar nada. Está aquí, ahora, sintiendo el viento, escuchando los sonidos del bosque, protegiendo lo que más importa. Es una existencia sin distracciones, una concentración pura en el momento presente.

Esta evocación nos invita a encontrar ese nido dentro de nosotros mismos. A silenciar el ruido exterior y el incesante parloteo de nuestra mente. Nos enseña a valorar la seguridad y el refugio que podemos construir para nuestras propias ideas y proyectos, a cuidarlos con la misma dedicación con la que un pájaro incuba sus huevos.

En un mundo que nos exige estar en mil lugares a la vez, el pájaro en su nido nos susurra una verdad esencial: el verdadero crecimiento y la paz interior se encuentran cuando nos enfocamos en lo que está justo frente a nosotros, en el aquí y el ahora. Es un recordatorio sencillo, gentil y poderoso de que a veces, la mayor aventura, es la de estar completamente presentes en nuestro pequeño y sagrado rincón.

En mi cuarto de estar, en mi cuarta morada.

 

Texto cronometrado* y acuarela (inéditas): Ruth Moratilla Sanz

*Ocho minutos, ejercicio para el taller de escritura cronometrada y espontánea

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos