martes, 12 de agosto de 2025

El espejo de los tiempos vacíos (2)

La libertad, en esta lógica, ha perdido hondura, se ha vaciado de responsabilidad. El/la narcisista moderno/a, no empatiza: exige. No ama: compite, intenta controlar y ser admirado/a. No escucha: publica. Y en esa falsa libertad —limitada, sin entrega, sin deuda amorosa—, solo queda una soledad adornada de estímulos.

Amar verdaderamente implica aceptar la presencia del otro, reconocer su misterio y, con él, la propia vulnerabilidad. Implica abrir deudas simbólicas, nutrir y ser nutrido, dar y recibir sin contabilidad. Pero, para eso, es indispensable algo más que el deseo: se necesita coherencia. Y eso, en este mundo superficial, parece haberse vuelto un lujo extraño.

Hoy, muchos vínculos se tornan narcisistas porque hemos olvidado que amar es ceder, elegir, mirar de verdad. Porque, en el fondo, ya no se quiere amar, solo se quiere ser amado. Y eso no tiene nada que ver con la reciprocidad.


Texto y boceto (inéditos): Mariana Godino

Doce minutos, ejercicio para el taller de escritura cronometrada y espontánea

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos