sábado, 2 de mayo de 2020

El saber agazapado



Aulas, calles, avenidas vacías, locales comerciales cerrados, pérdidas de cientos de miles de trabajos, hambre. Pantallas ardientes, mails kilométricos, consejos para lavarnos las manos como si tuviésemos cinco años de edad. Grupos de familias en whatsApp que pelean con docentes,  la clase en Zoom, las video llamadas, la tecnología, más que nunca, al servicio de la continuidad pedagógica implementada hace unos cuantos años. Las nuevas generaciones nacen con Google incorporado, lo que importa es el dato, después vemos y diseñamos la estrategia que lo haga eficaz para salir al mercado. Tips de rutinas de ejercicios para no oxidarnos en medio de este confinamiento involuntario. Solo se trata de continuar  ¿Qué mejor entonces que capitalizar el tiempo en casa? La cuota se paga igual, hay que adquirir los aprendizajes programados, no perder el año escolar, no perder el tiempo. “Continuidad pedagógica se garantiza”, frase que se reproduce hasta el hartazgo. ¿Continuidad?  ¿Garantizar? Vaya paradoja. ¿Y nuestros derechos más esenciales? Mal, gracias. Las exigencias se propagan más que el virus, desparejas y  exponencialmente, pero al revés.  

 La carrera sigue, hay que ganarle al tiempo, la eficacia antes que nada ¿Eficacia? En el mundo virtual impuesto hace semanas ¿quién dice que el afuera es lo mismo que el adentro? Porque el adentro es estar fuera de lo que no quiero o elijo, y ahora quiero estar afuera , tal vez para estar dentro mío,  sea este momento, al menos, cuando paseo a mi perro para no presenciar discusiones y llantos continuos y maltratos naturalizados. Mi perro, que tiene más tiempo para pasear que el ¨permitido¨ a un niño, que, luego de más de un mes de soportar encierros en palacios, monoambientes o taperas malolientes ¨solo¨ puede caminar 500 metros acompañado de sus padres. Aturde lo ominoso que insiste en interrumpir la tan deseada continuidad, una gran diferencia que hará a la diferencia, si percibimos que el aprendizaje más valioso surgirá del  reporte  vivencial, que hará sesgo de época, si al escuchar a niños y adolescentes podemos transmitir la señal de una incertidumbre cuestionadora, condición necesaria para que sea creadora, ya que nos atraviesa a todas y todos.

 Antonio se pasa todo el día en su cama, come muy poco y se niega a tomar su sesión o jugar como lo hacía a la play en red con sus compañeros. Después de dos semanas acepta hablar, y dice:

“Para que me voy a sacar el piyama si no nos dejan salir. Primero te dicen que sí  y después te dicen que no”. Emociones simples de un niño quedan subestimadas en las contradicciones arbitrarias de los...adultos, los niños como mascotas. Desgranar el real conocimiento de lo que hoy diría es una llamada en espera, ¿acaso puede esperar y entender un niño que no puede correr y sentir el sol? El tiempo pasa y la simpleza de alojar tristezas y enojos hizo síntoma en la oscura antesala de la espera. Y en medio de este discurrir la angustia  se transforma en exigencias y sobre exigencias para distraer al Saber, ¿estará el DSM V o VI  codificando nuevos cuadros Psicopatológicos y la medicación indicada? Complot al Saber que aún, en la dificultad, irrumpirá para fluir allí, en lo discontinuo.

 Si hay algo que no se puede negar es la producción escrita, y en estas circunstancias, de lo que está sucediendo en el mundo. Como siempre, a la Cultura no se le dará ni deberá nada, ella siempre trabaja a destajo, las 24 horas del día, y agrega tiempo de su tiempo para, muchas veces, ni siquiera recibir un aplauso. Nada. Los cincuenta o cien nombres famosos de siempre cobrarán su tajada, pero el resto, multitudinario, valiosísimo, continuará remando en un mar de incertidumbre y escasez. Y es curioso ya que La Cultura es La Gran Compañera de todas y todos en este confinamiento exigido por las autoridades de turno. Benditos sean los libros, los cuentos, los poemas. Puertas adentro, y en pausa activa, el pensamiento trabaja sin descanso, aún en la imposibilidad de lo impensable acerca de lo que sucederá el día después. Se escriben  páginas y páginas haciendo debatir las diferentes posturas, conjeturas y pronósticos, no obstante, solo sabemos que somos actuales, víctimas y victimarios de este acontecimiento histórico ¿Será un acontecimiento que deje huella o solo el prólogo de lo que aún no sucedió? Tal vez todo siga igual.  Ventaja no saberlo.

 Lo de siempre seguramente quedará plasmado en textos lineales, coherentes y políticamente correctos del poder de turno, pero el Saber hace arte en otras escenas: en el niño que escribió un cuento de terror y lágrimas mientras soportaba el encierro, en el mural pintado a las apuradas,  o en la anécdota del pánico que se atrevió a interrogar. El deslizamiento de sentidos diversos, controversiales en todas sus gamas de factibilidad y credibilidad, aún sin una causa única y certera (se puede prescindir) y los  mundos imaginarios y anónimos llenos de abrazos largos en el tiempo. El mejor aporte, tal vez,  para cimentar la construcción de una lectura más justa y verdadera de la Historia. Por ahora el Saber permanece agazapado.      

                                                                                                       * Silvia Chaher

* Psicoanalista, orientadora y coordinadora educacional, trabaja con niños y adolescentes. Tiene un libro de cuentos inédito que publicará en breve

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos

Ilustración: Irupé Roch