Aulas,
calles, avenidas vacías, locales comerciales cerrados, pérdidas de cientos de
miles de trabajos, hambre. Pantallas ardientes, mails kilométricos, consejos para lavarnos las manos como si tuviésemos cinco años de edad. Grupos de
familias en whatsApp que pelean con docentes, la clase en Zoom, las video llamadas, la tecnología,
más que nunca, al servicio de la continuidad pedagógica implementada hace unos
cuantos años. Las nuevas generaciones nacen con Google incorporado, lo que
importa es el dato, después vemos y diseñamos la estrategia que lo haga eficaz
para salir al mercado. Tips de rutinas de ejercicios para no oxidarnos en medio de
este confinamiento involuntario. Solo se trata de continuar ¿Qué mejor entonces que capitalizar el tiempo
en casa? La cuota se paga igual, hay que adquirir los aprendizajes programados,
no perder el año escolar, no perder el tiempo. “Continuidad pedagógica se
garantiza”, frase que se reproduce hasta el hartazgo. ¿Continuidad? ¿Garantizar? Vaya paradoja. ¿Y nuestros
derechos más esenciales? Mal, gracias. Las exigencias se propagan más que el
virus, desparejas y exponencialmente,
pero al revés.
La carrera sigue, hay que ganarle al tiempo, la
eficacia antes que nada ¿Eficacia? En el mundo virtual impuesto hace semanas ¿quién
dice que el afuera es lo mismo que el adentro? Porque el adentro es estar fuera
de lo que no quiero o elijo, y ahora quiero estar afuera , tal vez para estar
dentro mío, sea este momento, al menos,
cuando paseo a mi perro para no presenciar discusiones y llantos continuos y
maltratos naturalizados. Mi perro, que tiene más tiempo para pasear que el
¨permitido¨ a un niño, que, luego de más de un mes de soportar encierros en
palacios, monoambientes o taperas malolientes ¨solo¨ puede caminar 500 metros
acompañado de sus padres. Aturde lo ominoso que insiste en interrumpir la tan
deseada continuidad, una gran diferencia que hará a la diferencia, si percibimos
que el aprendizaje más valioso surgirá del
reporte vivencial, que hará sesgo de época, si al
escuchar a niños y adolescentes podemos transmitir la señal de una incertidumbre cuestionadora,
condición necesaria para que sea creadora, ya que nos atraviesa a todas y todos.
Antonio se pasa todo el día en su cama, come
muy poco y se niega a tomar su sesión o jugar como lo hacía a la play en red
con sus compañeros. Después de dos semanas acepta hablar, y dice:
“Para
que me voy a sacar el piyama si no nos dejan salir. Primero te dicen que sí y después te dicen que no”. Emociones simples
de un niño quedan subestimadas en las contradicciones arbitrarias de los...adultos,
los niños como mascotas. Desgranar el real conocimiento de lo que hoy diría es una
llamada en espera, ¿acaso puede esperar y entender un niño que no puede correr
y sentir el sol? El tiempo pasa y la simpleza de alojar tristezas y enojos hizo
síntoma en la oscura antesala de la espera. Y en medio de este discurrir la
angustia se transforma en exigencias y
sobre exigencias para distraer al Saber, ¿estará el DSM V o VI codificando nuevos cuadros Psicopatológicos y
la medicación indicada? Complot al Saber que aún, en la dificultad, irrumpirá para
fluir allí, en lo discontinuo.
Si hay algo que no se puede negar es la
producción escrita, y en estas circunstancias, de lo que está sucediendo en el
mundo. Como siempre, a la Cultura no se le dará ni deberá nada, ella siempre
trabaja a destajo, las 24 horas del día, y agrega tiempo de su tiempo para,
muchas veces, ni siquiera recibir un aplauso. Nada. Los cincuenta o cien
nombres famosos de siempre cobrarán su tajada, pero el resto, multitudinario,
valiosísimo, continuará remando en un mar de incertidumbre y escasez. Y es
curioso ya que La Cultura es La Gran Compañera de todas y todos en este
confinamiento exigido por las autoridades de turno. Benditos sean los libros,
los cuentos, los poemas. Puertas adentro, y en pausa activa, el pensamiento
trabaja sin descanso, aún en la imposibilidad de lo impensable acerca de lo que
sucederá el día después. Se escriben páginas y páginas haciendo debatir las
diferentes posturas, conjeturas y pronósticos, no obstante, solo sabemos que
somos actuales, víctimas y victimarios de este acontecimiento histórico ¿Será
un acontecimiento que deje huella o solo el prólogo de lo que aún no sucedió?
Tal vez todo siga igual. Ventaja no
saberlo.
Lo de siempre seguramente quedará plasmado en
textos lineales, coherentes y políticamente correctos del poder de turno, pero
el Saber hace arte en otras escenas: en el niño que escribió un cuento de
terror y lágrimas mientras soportaba el encierro, en el mural pintado a las apuradas,
o en la anécdota del pánico que se
atrevió a interrogar. El deslizamiento de sentidos diversos, controversiales en
todas sus gamas de factibilidad y credibilidad, aún sin una causa única y
certera (se puede prescindir) y los mundos imaginarios y anónimos llenos de
abrazos largos en el tiempo. El mejor aporte, tal vez, para cimentar la construcción de una lectura
más justa y verdadera de la Historia. Por ahora el Saber permanece agazapado.
* Silvia Chaher
*
Psicoanalista, orientadora y coordinadora educacional, trabaja con niños y
adolescentes. Tiene un libro de cuentos inédito que publicará en breve
Especial
para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos
Ilustración:
Irupé Roch