lunes, 27 de abril de 2020

Más allá de una grieta


Para analizar el tiempo actual, hay que llevar adelante una labor como la del artesano, que logra ir uniendo con cierta destreza y creatividad elementos heterogéneos. Es un trabajo hermenéutico sobre la perplejidad de lo real y sus múltiples apariencias: el lenguaje, la creación de conocimientos, la producción económica, el trabajo, la salud, la educación y los vaivenes gubernamentales entre otras cosas.

En la Naturaleza, cuando se abre la tierra, va formando un pasaje estrecho cuyo vacío marca la separación de la capa que antes estaba unida, este fenómeno producto del movimiento, no suele ser usual pero si muy temido, porque al desplegarse arrasa con lo que está a su paso. Las aperturas y los desprendimientos en el terreno de las ideas pueden (o no) ser diferentes, pues en algunos casos marcan divergencia y desacuerdo.

La grieta política en nuestro país es tan picante como el fruto del  aguaribay, pero al igual que este árbol crece con mucha velocidad y se ajusta con destreza o facilidad  a espacios, en apariencia, distintos.

Si bien no lleva mucho tiempo, es una constante que se ha trasladado desde la discusión en medios de comunicación hasta cafés y reuniones familiares o de amigos. Tal como las dos caras de una moneda que viven opuestas en una misma unidad, la disputa está formada por dos posiciones diferentes pero que en puntos muy importantes no se separan tajantemente:

Una podemos decir que es la corriente liberal o de derecha, que se asocia a la defensa  de la propiedad privada por sobre la pública. Aliada generalmente a los lineamientos de Estados Unidos y los focos más conservadores de la rancia Europa o de la imponente Asia, por citar solo a tres, porque son innumerables los ejemplos y marcan el camino a seguir desde el libre comercio globalizado.

 La otra es la corriente progresista, que ha presentado ciertas ideas alternativas de unidad, incluso en lugares fuera de estas esferas regionales, pero  aún no muestra dentro de sus acciones concretas un debate más medular sobre las condiciones de vida y la concreción de los derechos territoriales de los pueblos originarios, por ejemplo, más allá que el Zapatismo ha ido creando cierta tibia base ideológica que es seguida y venerada por algunos integrantes de esta línea política, aunque es curioso, porque  una de las premisas fundamentales de los zapatistas es la huida total, absoluta, de todo partido político, a los que consideran caldo de cultivo de todas las corrupciones.

Con respecto a la pandemia mundial, si bien han mostrado algunas diferencias, las soluciones siguen siendo entendidas parcializando la realidad, como si la salud no fuese parte de un sistema social con misceláneos ribetes. Así mismo se piensa dentro de la globalización en la que está inmerso el mundo, (con las preocupaciones económicas propias del capitalismo) sin detenerse del todo en las particularidades de nuestro contexto.

 Los que cuestionan hoy al gobierno de turno por la ¨prioridad” en el cuidado de la salud y la vida de los ciudadanos, piden hacer hincapié en la economía.  Estos se ubican del lado liberal de la grieta, ellos sólo aceptan ser subvencionados de modo similar al que se socorre a un grupo de personas sin recursos, mientras dure la crisis mundial, sino no perciben este sentido de igualdad. Es así que habilitan el rol del estado como cuidador, mientras sea garante de su continuidad y no se convierta en enemigo de sus fuerzas productivas.

El lado más progresista vislumbra en la presencia del virus cierta igualdad, ya que afecta a todos de la misma forma. Casi ingenuamente pareciera percibirse que las consecuencias del aislamiento son idénticas en todos los casos, sin ahondar demasiado en un análisis sobre la estratificación social y territorial ya existente.

Esta situación de excepción, que hace a la suspensión temporal de muchos derechos, llama a tener cautela sobre los discursos dominantes en estos momentos, vengan desde el lado político, científico, epidemiológico o económico.

En ambas visiones de la grieta hay desde vertientes más radicales o reaccionarias, a otras  con mayor apertura al diálogo. Lo que si se observa es que no aparenta estar en discusión, en ninguna de las dos posiciones políticas, el trabajo en las minerías, por ejemplo, ni la presencia de multinacionales que terminan regulando la producción agrícola. Mientras tanto existen otros sectores como  los trabajadores de espacios recuperados,  exploradores de la agroecología, grupos  de artistas independientes, colectivos de autogestión,  redes que ejercen su labor sin patrones o bien los que viven evitando acostumbrarse  a pensar solo desde el binomio político, personas que forman parte de una inmensa diversidad existente, y que no se incluyen en algunos de los dos lados de esta oposición.

Estas doctrinas llevan a conceptualizaciones que marcaron ciertas épocas de nuestra historia, las que no terminan de ampliarse ni reconfigurarse, a pesar de que ambas visiones tienen sus asesores ilustrados. A su vez hay que destacar que estas dos miradas no se muestran absolutamente contrapuestas cuando terminan acordando con el sistema económico mundial, ya que el neoliberalismo  pulula de fondo con sus propios propósitos.

Los intelectuales que se suman a ambas partes son en algunos casos respetados por su formación y solvencia académica, pero también pueden terminar agudizando su oído y adhiriendo a determinada corriente,  idealizando sus supuestos y tratando de encontrar una justificación intelectual para ella.  Sin embargo las ideas no pueden ser un lenguaje quieto, más allá de lo efímero de las palabras. El trabajo intelectual debe tratar de desligarse de la amnesia política, que lucha porque sus pensamientos no sean cuestionados.  Aunque uno choque con cierta molestia, los interrogantes hay que mantenerlos ya que los criterios cerrados no proyectan nuevas perspectivas de vida.

Los fines de la actividad política deben estar más enfocados en las particularidades del contexto social, político, económico, cultural, y no a lo que se pueda definir en oficinas informativas, promocionadas por empresas con intereses particulares. Es incluso paradójico que la falta de profundidad en muchas iniciativas políticas no sea analizada por los medios de comunicación más masivos,  como  un efecto simbólico de la superficialidad posmoderna, al contrario, la promocionan porque lo banal y lo anecdótico son casi materia de culto.

Fuera de lo que muestran las urnas que han pasado por derrotas o triunfos para los dos lados y por encima del contexto latinoamericano que devino en situaciones similares, es importante rescatar la coyuntura constitucional que los sostiene, por sobre los intereses sectoriales.

Por eso es substancial, dentro de los márgenes democráticos, abrir ventanas para que los pensamientos no se queden enfrascados en posturas intransigentes y así sirvan para plantear estrategias al margen de los horizontes conocidos.

Además es imprescindible volver sobre la escritura y la lectura amasando las palabras, como lo hace el alfarero con la arcilla. Moldeando cada respuesta  a la luz de la propia interpelación, porque falta escribir un proyecto político novedoso que abarque nuevas aristas del contexto social y se focalice en otros sustentos ideológicos. Con un lenguaje y forma de nombrar las cosas lejos de la lógica neoliberal, para que cuando hablemos de humano, no lo hagamos antecediéndole la palabra recurso o capital.

Quizás deberíamos aprender de Juanele, el poeta del río, uno de los entrerrianos más cultos, quien visitaba a Juan José Saer ,otro gran escritor y habitante de la otra costa del Paraná, llevando entre otras cosas una bolsa con libros. Dicen que iba con material para dialogar, porque  se tomaba en serio hasta a los amigos, que nunca pusieron en duda su erudición. Él sabía que el conocimiento merece desvelos y que  no todas las contiendas hacen ruido, porque las que se dan con los libros no buscan publicitar escándalos, sacuden a sus lectores desbarrancando conjeturas y desgranando palabras para pulirlas después, en el rostro frío de la cotidianidad.

                                                                                                              Olga Barzola
                                                                                 
                                                                                                         
Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos

Pintura: Lía Ferenese