martes, 14 de abril de 2020

Crónica de un aislamiento



Sabemos, o creemos percibir, que es absolutamente desconcertante el nuevo estilo de circunstancias que atraviesa el planeta a partir de la llegada del Coronavirus. Algo no resiste las adjetivaciones; lo científico coquetea con la ciencia-ficción, que es decir con lo inefable, con la irrupción de lo extraño en lo familiar. El terror de que haya aparecido lo anunciado provoca en cada quien efectos que desnudan su subjetividad con ferocidad. Tomando el camino del humor, que es el único antídoto actual para tal acontecimiento, digamos que más que una profecía de Nostredamus, plausible para muchos, la pandemia revela una especie de revolución permanente por efecto del default de la economía mundial. Un comunismo africano. Ya que las pestes siempre fueron padecidas por África, este continente se perfila como una pancarta que recorre el mundo. TODOS SOMOS ÁFRICA. Africanismo universal.

 Nada se sabe. Temor, temblor y silencio.

 La peste apesta. El buen ciudadano se siente seguro formando parte de un kíndergarten colectivo. “A jugar, a jugar, cada cosa en su lugar”. Los estados- nación transmiten  consignas disímiles, de acuerdo a la posición pedagógica de la autoridad: benigna como la de Freire, terrorífica como la de la maestra nazi de “Matilda”.

 Se dan cifras que son inverificables y que no difieren mucho de las de las infecciones conocidas ni de las del número de muertos por otras circunstancias.

Pensemos por fuera del Terror, busquemos los efectos benéficos de esta pandemia , cuyo sobrenombre es “enemigo invisible”, y cuya naturaleza conocen Unos Pocos miembros de la élite científico-tecnológica. Las teorías más ingenuas recorren una franja que va desde las clásicas adscripciones a las izquierdas y derechas tradicionales: el advenimiento del comunismo como final feliz y como consecuencia de la estrepitosa caída del capitalismo por implosión las primeras, la “depuración” de población sobrante sucia, fea y mala las segundas.

 Teorías falaces. Creo. Esta pandemia no terminará en un paraíso sin clases en la Tierra ni en un mundo poblado por los más fuertes como soñó Lamarck. Y esta falacia ya es visible para quien la quiera ver: los usuarios de paraísos fiscales no perderán sus privilegios y la pertenencia a una clase social ya se ve en el modo de morir: en una cama con respirador  y morfina o ahogado entre el barro y la mugre.

 Seguir pensando en medio de la borrasca es todo un desafío; recuerdo ahora las palabras de aquel amigo que, con unos vinos de más, profetizó: “El mundo sigue injusto y desigual, pero se agranda cada vez más la frontera entre los demasiado advertidos, que son considerados paranoicos por las almas bellas y equilibradas, y los débiles mentales, que se preocupan solamente por ser del montón amontonado”.

 Y mientras tanto, la función debe continuar. Millones de “Expertos en todo y nada” que buscan sus cinco minutos de fama y evidencian la decadencia en el uso del lenguaje de los comunicadores sociales…
El psicoanálisis y el marxismo abrieron en el siglo XIX el acceso a la metáfora, expresada por el Surrealismo. El siglo XXI parece entronar al oxímoron: Unámonos en el aislamiento.


                                                                                                   Isabel Steinberg



Especial para Sátira y Musa y Colectivo Los Verdes Platónicos