EL ÚLTIMO CATAPLUMBAZO QUE SE
PEGA CONTRA LA PUERTA DEL DEPARTAMENTO, OBLIGA A SUS VECINOS, ALARMADOS, A
PEDIRLE AL PORTERO QUE INVESTIGUE. COMO RESULTADO: AMBULANCIA Y AL HOSPITAL
RIVADAVIA DE LA AVENIDA LAS HERAS. Y DE
AHÍ DIRECTO A LA 17 POR INVASIÓN DE DOMICILIO Y USO INDEBIDO DE LOS ENSERES QUE
EN ÉL HABÍA (¿?), NO ME PREGUNTEN, LUEGO TODO FUE BORRADO DEL LEGAJO. SE CREE
QUE BUSTOS VIVIÓ 19 DÍAS SIN VÍVERES. EL
ÚLTIMO ESCRITO DE BUSTOS QUE FIGURA EN “HASTA QUE ME CASÉ NO CONOCÍ LA PAZ”, DE
ELISITA MARTÍNEZ PUYETTA DE PRADERA DEL MEROTE, ES EL SIGUIENTE Y MUY
POSIBLEMENTE EL QUE CERRÓ EL CAPÍTULO DE BUSTOS EN EL PISO DE LA CALLE AGOTE.
“Veremos”, dijo un ciego. “Te toco”, dijo un manco.
“Te alcanzo”, dijo un cojo. “Te
siento”, dijo un muerto.
Este tipo de optimismo
proverbial
no es el que me acompaña
habitualmente.
Y si fuera araña, tejería en
punto arroz.
Si acaso cebra, un rayado
horizontal me surcaría.
Si cuervo: blanco. Si culebra:
recta.
Si fuera elefante, preñaría
hormigas.
¿Esquimal?, sí, nacido en
Mauritania. O en Namibia.
No creas que me encuentro en
condiciones
de aclarar contradicciones.
Mirada impersonal. Sonrisa
tibia.
Aquí: la realidad, que se hace
dueña
hasta del sueño que te sueña.
Vuelve la soledad. Y me
arrincona. Y me despeña.
“Veremos”,
dijo un ciego. Ya veremos.
“NOCHE DIECINUEVE” (Me muero hoy) A.C.B. Agote. Por
si no volvés, Elisita: chau.
Desde Madrid, trigésima séptima entrega. Texto y
ficción (inéditos): Miguel Ángel Solá
Collage (inédito): Nicolás García Sáez
Especial para Los Verdes Platónicos y Los
Verdes Paralelos