Las imágenes que hago y
veo me enseñan, me muestran, me dicen, me chocan, me regocijan, me gustan sin
entenderlas, sin justificarlas siquiera, sólo porque surgen y quedan plasmadas
en formas, colores, encuadres. Todo de
mí aparece, con el ser y desde el ser, en el silencio mental de crear, de
mirar, de sentir, de hacer…porque sí, sin objetivo ni razón; solo quizás
porque es un estado fascinante de entusiasmo, de paz, de niñez. Estado de
tabula rasa, sin ideas, sin plan, sin técnica, ni orden, ni objetivo.
Parece un caos, absurdo e inútil. Sin embargo,
ahí confío, en ese proceso, porque los egos ahora mudarán a cada imagen, haciendo silencio seguirán existiendo en otro
lado, se harán simbólicos, sublimados.
Fluir espontáneo, como
es todo, como debemos aprender y no olvidar que es. Dejar de querer ser e ir
siendo, sin más, sin objetivos, ni
resultados, en el silencio, en la intuición,
madre y maestra de toda la creación. La consciencia. El inconsciente. La
verdad emergiendo, en movimientos involuntarios a la lógica. No importa. Finalmente,
es lo que tiene que ser, lo que la materia, los sentidos, el movimiento, las
acciones, el azar, el destino hacen que sea, lo que guíe la divina intuición.
Esos mundos visuales,
sin importar si son agradables o
abominables, oscuros o luminosos, armónicos o caóticos, simplemente surgen,
existen para mostrar lo infinito y el movimiento de creación continua. Y son
valiosos para mí, porque me gusta hacer, mirar y entender, mirar y no
entender, querer descifrar.
Texto y pintura
(inédit@s): Analía Saharrea
Especial para Los
Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos