lunes, 6 de septiembre de 2021

Fragmento de la primera crónica (antes del viaje a la Luna) traducida impecablemente a la lengua de Hunter S. Thompson y Neil Armstrong

Las Vegas

Parecen dos globos rojos esos cachetes que se van pintando con la emoción del que disfruta ver a dos dados revueltos. El hombre podría ser de Kansas, tal vez de Nebraska, podría ser de Idaho o de  Hawaii.  Calvo,  camisa  de  flores  y  rombos  pasteles  dispersos,  barriga prominente, bermuda corta color caqui, las piernas muy pálidas,  medias  blancas,  zapatillas  idem,  en  fin,  el  típico  gringo  vestido  como  un  típico  turista  gringo.  El  croupier,  que  más  que  croupier parece un muñeco de cera con modales impecables, activado por medio de un control remoto, sacude aburrido, siempre atento, arroja mecánicamente los dados. “¡Bingo!”, grita el gringo, con la voz del que ya lleva varios whiskys encima. Número acertado, dólar ganado. La mujer del flamante triunfador, ataviada de modo similar pero con el cabello batido (como un tsunami capilar, explosivo y carmesí) le pega un codazo victorioso a su marido y  propone  un  brindis  con  champagne.  La  mezcla  puede  ser  peligrosa,  mortal  si  se  tiene  en  cuenta  la  medicación  excesiva  que  parecen tener encima estos dos, pero el gringo no registra los detalles y acepta: luego de varios whiskys consumidos a lo largo de la noche, le pide a un camarero expeditivo una botella bien fría de la ambrosía burbujeante creada por el monje de Hautvillers. Me alejo de allí, no me interesa continuar presenciando esta escena.

 

Las Vegas

Those cheeks that are colored by the emotion of one that enjoys seeing two dice tumbling look like two red balloons. The man might be from Kansas, maybe Nebraska, he could be from Idaho or Hawaii.  Bald. Flowered shirt with interspersed pastel rhombuses, prominent belly, short khaki-colored shorts, very pale legs, white socks, sneakers ditto, in short, the typical “gringo” dressed as a typical American tourist. The croupier, who more than a   croupier looks like a wax doll with impeccable manners, activated by means of a remote control, shakes the dice in a bored way, ever attentive, and mechanically throws them. “Bingo!”, cries the gringo, in a voice of one who has had several whiskeys already. Number guessed; dollar won. The wife of the brand-new winner, in similar attire except for her whipped hairdo (like a hair tsunami, explosive and crimson) elbows her husband triumphantly and proposes a champagne toast. The mix can be dangerous, deadly, if one takes into account the excessive medication that they both seem to have ingested  , but the gringo does not register the details and accepts: has had several whiskeys consumed throughout the evening he asks an expeditive waiter to bring them a chilled bottle of the bubbly ambrosia created by the monk from Hautvillers. I move away, no longer interested in witnessing that scene.


Traducción  (inédita) al inglés: Cecilia Cartwright

Texto* y video (inédito): Nicolás García Sáez

*Fragmento de la primera crónica del libro ¨Cinco crónicas americanas y un viaje a la Luna¨, de NGS

Especial para Los Verdes Paralelos y Los Verdes Platónicos