sábado, 16 de abril de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (décima entrega)

Nicolás García Sáez y Miguel Angel Solá

"¡Soy víctima; no victimario! Estoy pagando el alto precio de imaginar hasta la creación. No. No soy Dios... Sí, lo más parecido. La realidad no es mi terreno. Mi reclusión no es gratuita; mordí el fruto de lo prohibido, y por eso ésta condena. Usted me pregunta sobre Bustos, pero habiendo tomado ya partido. También usted se inclina a creer que soy a quien denuncian como perseguidor de ese  supuesto canario que escapó por la puerta abierta de una jaula. Esa jaula fue mi cerebro, señor. Un cerebro tan poderosamente perfecto que sopló e hizo la vida, o sea: también la puerta. ¡Claro que no deseé jamás que "eso" a lo que usted y otros llaman Alberto Carlos Bustos prescindiera de mi guía; y de "eso" ustedes son los responsables!. Fueron ustedes los que decidieron : "habla solo, piensa solo, siente solo, escribe, compone, actúa, pinta, adoquina, ama, investiga, toca, huele, escucha y sabe por sí mismo... ergo: es un genio, es un dotado, es un adelantado a su tiempo y es de carne y hueso y sangre". Ustedes, señores, los que, sin medir consecuencias, le otorgaron todo aquello que me pertenece. Ustedes, los que hicieron una cirugía delicada y separaron mi obra- no un libro, no un cuadro, no una partitura, sino la totalidad humana-, de mi persona y crearon un Frankenstein. No conformes con ello, ahora están diseñando la aureola de un mártir sobre su testa. ¡Un héroe cotidiano, Alberto Carlos Bustos...! ¡Faltaba más...! ¿Un “perseguido”, el simple soplo de esta fantasía mía que sufrió un trasplante equivocado. ¡Qué canallada! Pero, ¿ qué se puede esperar de la chusma? ¿Qué se puede esperar de la sarta de mediocres y cobardes que necesitan imperiosamente de alguien que traslade a la existencia lo que son incapaces de generar ellos mismos? Asumo que el destino de los genios siempre ha sido adverso en cada tiempo que los vio nacer y morir y que sólo la posteridad nos está reservada. Confío en ella; aunque los frutos del hoy... los frutos del hoy.... Vuelva otro día. Ahora necesito pensar. No. Mejor no vuelva más. No me resulta simpático usted, ahí, tomando notas... Tampoco vislumbro en su cara el menor atisbo de inteligencia. A distancia se nota que usted prefiere rastrear en el agua señales que indiquen que por allí pasó Bustos, ergo: una costilla de mi imaginación. ¡Váyase...! Los necios me saturan. ¡Imbéciles! ¡Enfermero! ¡Ayuda! ¡Este individuo me quiere violar! ¡Ayuda! ¡Socorro!...”-

 

(Sobre Pep Martell, según el periodista Juan Monge. Clínica Psiquiátrica Fortuna. Febrero. 1963. La Calle. Nª106

 

 

Estás enloqueciendo lentamente.

La muerte es ya más cerca.

Horas, días, meses, años, da lo mismo:

ya es presente, ya es ausencia de vos.

¿Qué espanto te hace muecas?

¿No sos lo que quisiste?

¿No hiciste lo que Dios dijo que hicieras?

De a partes te perdiste

en sueños, envidias y quimeras.

¿Acaso amaste más cuando pudiste?

¿Acaso menos en medio de la hoguera?

Quemándote los pies: ¿acaso maldecías

a quien te diera vida?

¿En qué pensabas cuando fingías sí,

sintiendo no?

No sé si es vocación, o esquizofrenia

del arte del tablón, o la miseria

de no saber quién sos.

Por eso la locura. Por eso la tristeza.

Por eso lo insondable.

Por eso esta tragedia de la espera quieta,

atormentada mueca amarga

-por el dolor de no existir-, de oreja a oreja.

¿Que la muerte te tenga compasión y no te lleve...?

¿Que faltan tantas cosas por hacer...?

¿Que con un tiempo más...?

¿Que la felicidad te espera...?

¿Dónde...?

Que si tal vez, un hijo...

¿Cuándo...?

Si una mujer pudiera...

¿Cómo...?

Si un amigo

Si yo...

Si vos...

Si Dios...

¿Hay alguien que me escuche...?

 

“¿Hay alguien que me escuche?” (A Pep Martell) de Alberto Carlos Bustos. Córdoba 1964.



Desde Madrid, décima entrega / texto y ficción (inéditos): Miguel Ángel Solá

Dibujo (ed. b&n, inédito, a sus 8 años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos