sábado, 30 de abril de 2022

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro (duodécima entrega)

Anselmo Arrieta –guitarrero, payador y duelista de la copla improvisada-, intenta describir en su "Milonga de El Triste", a quien conociera bajo el nombre de Alberto Carlos Bustos, en los pagos de Adrogué (provincia de Buenos Aires). He aquí seis de los sesenta y nueve versos que le dedicara:

-"(...) Era de "El Triste" el acero / más mentado de sus pagos / Y en esos días soleados / en que tereaban los teros, / quien se atrevía a vistearlo, / resultaba destripado...".

 Esta imagen no concuerda, de hecho, con la bonhomía natural de Bustos; aunque nos remitiría sí, a un homónimo que bien podría ser el descrito por Jorge Luis Borges a Rodolfo Braceli. En otros versos, el mencionado Arrieta habla de su "tez cetrina" y su "diestra relampagueante", cuando todos los datos que aporta Isidro San Juan -compañero adoquinador de Bustos-, lo pintan como “un hombre de características arias; zurdo en su habilidad manual; de una estatura lindante al metro ochenta y de pelo castaño claro y raleado”. Arrieta lo sindica en cambio como -"...retacón como puerta e' gallinero..."-, y de: "...pelo negro ensortijao, con facón habilitao, para hacer tientos de cebra, del malevo más pintao..."***.

 

*** NOTA DEL AUTOR INNUMERADA: El último verso indicaría que don Anselmo bien pudo haber visitado un zoológico o haber incorporado al acervo local un tipo de equino facilitado por un libro de ciencias naturales, dado que no es común introducir en el canto popular del sur argentino a ejemplares no autóctonos de la fauna patagónica.

 

Amancay Losa, oriunda de Corrientes, ex-municipal y, años más tarde, primera vedette del teatro Maipo de la Capital Federal, dice de Alberto Carlos Bustos: -" (...) Siempre me atrapó su sonrisa embrujada. Mostraba sus dientes y yo quería convertirme en bife de chorizo. Era un hombre mayúsculo en su sentir y hablador como pocos. Fácil de querer, y maravilloso compañero en el trabajo. ¿Cómo hacer para no aparearse a su alma y a su cuerpo...? Sólo una muerta podía...

 

Revista "Vea y lea" Nº 134. ("Amancay desnuda sus sentimientos"). Febrero 1958.

 

Pequeña, huele a nube que se entrega

a empapar de primaveras viejos pastos…

Vaguada, manantial, torrente o lago,

se derrama y lo que bebo

sabe a siempre y a milagro…

Descreo que en un tiempo fuera barro,

polvo y agua entremezclados

por el viento de los hados,

que jugaban a ser libres,

y a crearnos, y a encontrarnos…

Por la zona del ensueño bajé hoy,

a buscar de mí lo eterno…

Sólo el grito de la especie

le abre en surco el interior,

se hace luz, y yo...

Despierto, en los umbrales de mi otoño,

entre olores concebidos

por el ánima del sueño…

El silencio de la noche

se hizo hueco y fue mujer,

labios, piel, gemidos...

Bañada en flujos cálidos mi boca,

silabea gota a gota, lo que escribo.

Descubro mi sonrisa y luego digo:

-“Viejo loco, bajó un ángel,

y vos estabas dormido”.

 

“Zona del ensueño”. Urbana de balada. Letra y música de Alberto Carlos Bustos. Goya. 1948.

 

 

Desde Madrid: duodécima entrega, texto y ficción (inédito): Miguel Ángel Solá

Dibujo (inédito, fragmento, a sus 7 años): Nicolás García Sáez

Especial para Los Verdes Platónicos y Los Verdes Paralelos